Historia viva | El Libertador-pueblo
18/12/2024.- Eduardo Galeano en su libro Memorias del fuego señaló que: "Nacerán y volverán a morir, y otra vez volverán a morir, y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira". Para esta fecha en torno al 17 de diciembre siempre me he preguntado: ¿Simón Bolívar murió realmente?, y es que todos los seres humanos mueren, somos finitos físicamente, "luego que dejan de pensar", como dice Fernando Soto Rojas, lúcido y activo a sus 91 años. Sin embargo, algunos que dejaron de pensar entregaron ideas que los "hacen nacer perpetuamente", así como lo señaló Galeano. Uno de ellos fue Bolívar, que se convirtió en sujeto pueblo y se eternizó.
Con la confusa idea del "culto a Bolívar", algunos tratan de ocultar la razón y el sentido memorable que convirtió a Bolívar en sujeto pueblo, identificado con valores trascendentes como los de la igualdad, la honorabilidad, la verdad; en fin, con los valores éticos bolivarianos, trasladados al imaginario de un pueblo que hoy habita los espacios más disímiles y diversos de Nuestra América y el Caribe.
Entonces, a Bolívar algunos lo quieren muerto, callado, inanimado, sin imaginario posible para la liberación de los pueblos. Para ello tratan de justificar una "gimnasia" historiográfica con "sicarios" y "luceros", intelectuales descerebrados en las maneras de rematar a Bolívar, en una suerte de contenidos fúnebres "cultos" para ser consumidos por los "omnívoros" pródigos del elitismo, a fin de que les paguen las exequias y siempre que estos productos den ganancias a las empresas editoriales, como lo hacen los chismes históricos.
Contrario a ello, ha existido un Bolívar trascendente a lo largo de doscientos años, que se fugó de su cuerpo físico mucho antes de fallecer; el mismo que temían los realistas del Perú en 1824; el mismo que temen hoy los enemigos del norte y que hasta su nombre han abominado para tratar de engañar a los incautos.
Ese Bolívar-pueblo no ha podido ser atrapado por la "inteligencia artificial", porque la brutalidad no puede entender cómo se mueven nuestros espíritus de la sabana, y es mejor que sigan creyendo que son inteligentes… artificiales…
Sobre millones de hombres y mujeres transitan las ideas y palabras de Bolívar como las que me recuerda Franklin González al evocar Mi delirio sobre el Chimborazo: "Miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente", que es uno de los postulados de una historia radicalmente opuesta a la academicista y que en Venezuela se ha identificado como historia insurgente.
La filósofa colombiana Mónica Delgado Prada hace memoria del Libertador-pueblo cuando en su libro La dictadura de Bolívar contra la tiranía de los propietarios reseña la frase célebre: "No somos europeos ni somos indios, somos una especie media…". Por nuestras venas corren más de tres vertientes culturales: la europea, que a su vez estuvo preñada de árabes y africanos, y los de este lado del Atlántico, es decir, los pueblos originarios.
Eso somos y seguiremos siendo por quién sabe cuánto tiempo, mientras tengamos la voluntad de ser pueblos libres, como lo fraguó Bolívar y la generación de libertadores que guiaron a los pueblos de Suramérica hacia la independencia y por la que hoy seguimos luchando para alcanzarla plenamente.
Quien diga que Bolívar murió el 17 de diciembre de 1830, si no tiene algo más que decir, está supeditado a vagar en la ignominia. ¿Qué significa hoy para estos pueblos la proclama que el Libertador pronunció hace más de doscientos años: "El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política"? Fueron palabras emitidas el 15 de febrero de 1819, cuando se construían las bases para un sistema de justicia política y social en el Congreso de Angostura, frente al imponente Orinoco y con los ojos puestos hacia donde sale el sol, con la mirada prospectiva histórica, viendo los tiempos por venir.
No es un asunto de patrioterismo, para exaltar la figura del Libertador. Es la interpretación hecha desde la tierra donde habitan los seres humanos de un inmenso territorio que, para ser modestos, es un continente con las más profundas desigualdades sociales y al que se le somete a las más bárbaras presiones para permitir que unas pocas familias vivan bien. Todo en detrimento de la infelicidad de más de seiscientos millones de habitantes, de los cuales cerca de ciento sesenta millones son jóvenes.
Es a ellos a quienes todavía les habla Simón Bolívar y que, en América, como Venezuela o Colombia, se están generando transformaciones que apuntan a hacer realidad los postulados bolivarianos y donde se perfila la política mayor basada en la doctrina legada por el Libertador Bolívar.
El pueblo venezolano que se reveló con otro líder alfa como Hugo Chávez. Ahora, convertido también en sujeto pueblo, ha levantado banderas junto a Cuba y Nicaragua como puntales antiimperialistas, objeto de las embestidas feroces y las continuas y múltiples agresiones de los gobiernos neocolonialistas, con Estados Unidos a la cabeza.
El presidente Maduro y el pueblo venezolano tienen el honor de sortear los más difíciles desafíos y para ello cuentan con Bolívar hecho pueblo, hecho millones, vuelto a la vida en cada escuela y en el pensamiento de cada joven patriota.
Aldemaro Barrios Romero