Gloria Carvalho: "Nadie imagina la grandeza moral de Fernández-Morán"

Invisibilizarlo era una manera también de apagar su voz de reivindicación social

La ingeniera electricista Gloria Carvalho.

25/12/24.- Gloria Carvalho no debía escribir un libro, ya que su vida profesional la llevó por los caminos de la ciencia, no de la literatura.

Ella es una ingeniera electricista egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con estudios de postgrado y doctorado en Telecomunicaciones, Dispositivos Electrónicos y optoelectrónica.

Ha sido académica en las cátedras de Teoría Electromagnética y Fibra óptica y además, es la autora principal del Plan Nacional de Formación Avanzada en Telecomunicaciones y del Plan Nacional de Formación en Electromedicina e Ingeniería Biomédica.

Pero… como ocurre en las buenas historias, apareció un “algo” que generó el llamado “punto de no retorno”.

Ese “algo” resultó ser la producción de un documental por el natalicio número 100 del científico venezolano Humberto Fernández-Morán (HFM), en el que Gloria, formó parte del grupo de edición del material de entrevistas.

Y eso, cuenta Gloria Carvalho, “me permitió escuchar todos los testimonios, de gente con una polarización radical y apasionada, de odio o amor, de esas que solo los venezolanos entendemos”.

Entonces, tras escuchar decenas de opiniones, se decidió por “descubrir” si ese hombre, ese científico zuliano había hecho todo lo que dijo que hizo o, si como referían otros, “era un Mitómano o quizá el Einstein Venezolano”.

Gloria comenzó a leer documentos, “cientos de documentos. Una y otra vez”, relata emocionada. Para finalmente hacer un hallazgo mucho más interesante: “no sé qué descubrí realmente”, reflexiona la autora, “porque todo estaba allí, todo era público.

Solo puedo decir que, para mí, Humberto Fernández-Morán pasó de considerarlo un completo desconocido, a ser la causa por la que me uní al bando de los que lo aman y lo idolatran con locura”.

Y el resultado de esa idolatría que confiesa Gloria, fue vertida en las 232 páginas que tiene el libro recientemente editado por el Fondo Editorial del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que se titula: Descubrir lo Invisible. Humberto Fernández-Morán, el tecnólogo atómico.

Con ella hablamos…

—Gloria, muchas gracias por atendernos. ¿Comenzamos?

—Cuando quieras…

—Bien… Comienzo con esto, ¿qué supone “Descubrir lo invisible”?

—Descubrir lo invisible supone conocer nuestra historia, nuestras raíces, los valores de los hombres y mujeres que han querido transformar nuestro país con el conocimiento, brindar una mayor calidad de vida con base en la ciencia y la tecnología. Descubrir que somos hijos e hijas de gigantes, no solo de la ciencia, sino de la ética, de la moral.

—¿Sigue siendo “invisible” Humberto Fernández Morán para los venezolanos y las venezolanas?

—¡Sí!, sin duda alguna sigue siendo invisible. Nadie imagina la grandeza moral de un conjunto de hombres y mujeres que iniciaron una segunda gesta de independencia: La independencia cultural, científica y tecnológica, batalla que aún seguimos librando.

Si hablamos en específico de Humberto Fernández-Morán, nadie sospecharía jamás que: las impresoras termográficas, que se usan en los puntos de venta, las memorias miniatura, los implantes cerebrales, el aparato hospitalario de resonancia magnética nuclear, los componentes electrónicos miniatura son todos inventos de Humberto Fernández-Morán, solo por mencionar los que usamos a diario. Existe otra gran cantidad de inventos de su autoría de uso científico. Pero más allá de eso, nadie conoce su pensamiento, su patriotismo, su lealtad, su compromiso con el conocimiento libre.

—Gloria, fíjate en esto. Somos un país que “venera” a sus héroes militares: Bolívar, Sucre, Miranda, Urdaneta… pero, ¿por qué no lo hemos hecho con nuestros científicos?

—Es parte de la transculturización. Nos tratan de encasillar en lo superfluo. A los héroes militares los vemos no como nuestros pares, no como nuestros tatarabuelos, sino más bien como un mito, una leyenda que no se repetirá. También nos enseñaron a venerar la belleza física, a los artistas de Hollywood, o a los torneos deportivos.

Todo mundo conoce al medallista de oro de una justa deportiva, pocos saben de sus científicos.

Creo que es una forma de desmoralizar. Hacernos creer que los genios son de otros países, no de Venezuela, y estudiando a Fernández-Morán, también a algunos de sus amigos, genios de la historia, me parece que invisibilizarlos era una manera también de apagar sus voces de reivindicación social, de igualdad, de justicia social. Pero eso está cambiando, ya nos emocionamos con nuestros niños ganando una olimpiada de matemática, de robótica, de astronomía, ya no da pena decir: de grande quiero ser matemático.

—Tu libro es un recuento apasionante de la vida de HFM y leyendo sus páginas, la actividad científica de este venezolano parece inabarcable. Desde investigador jefe en la NASA hasta ser considerado, entre otros, como el padre de los usos pacíficos de la energía nuclear… ¿por qué el silencio acerca de su obra?

—Hay varios motivos y varios matices para este silencio. Fernández-Morán recibió más reconocimientos internacionales que ningún otro científico latinoamericano en la historia. Sería infinita la lista pero solo nombraré 4 distinciones para ejemplificar esto: Caballero de la Orden Polar, otorgada por el Rey de Suecia en 1952; Premio Jhon Scott, por la ciudad de Filadelfia en 1967; Premio IR 100, por el Tecnológico de Massachusset en 1979, y Médico del año de América en 1983.

Entonces no hay duda que el veto, el descrédito fue nacional, y exclusivamente por razones políticas. Ahora hablando de la totalidad de su obra, el exilio forzado y su genialidad, llevaría a que casi todo su trabajo en el exterior fuese confidencial, se comienza a conocer tímidamente pasados 50 años, por documentos que van siendo desclasificados. Debe ser un indicio que un venezolano que nunca aceptó cambiar su nacionalidad, representara a Estados Unidos ante la Unesco, fuese miembro asesor de la Comisión Nuclear de Estados Unidos, de la NASA y del Instituto Nacional de Sanidad de ese mismo país. Eso solo dice que no había un gringo que lo pudiera sustituir.

—Dice tu libro que HFM hizo inventos que nunca patentó sino que los expuso públicamente, ¿lo hizo por altruismo?

—Así es. Y responderé con una frase de su autoría: el acceso gratuito al conocimiento es la máxima expresión de libertad. Fernández-Morán no escatimó jamás en pensar en el futuro de su tierra y de los desfavorecidos. Imitando los mecanismos de almacenamiento de información cerebral, inventó la miniaturización de la información, una enciclopedia podía caber en un punto. Puso este invento a la orden del mundo para llevar el conocimiento a lugares recónditos. Él hablaba acerca del uso pacífico del espacio, de la teleducación y de la telemedicina. Era un físico nuclear con la vocación y el amor por el prójimo de un médico...

—Te he escuchado hablar acerca de la importancia de reivindicar a otros “genios” venezolanos ¿con cuáles estamos en deuda?, por ejemplo.

—A estas alturas, estoy segura de que son muchísimos más de los que yo pueda nombrar, pero debo comenzar por Héctor Rojas, el cartógrafo de la Luna, el único hombre que conocía, no solo la topografía, sino también las curvas de temperatura de la superficie lunar, la velocidad de las órbitas y los fenómenos ambientales lunares. Él realizó todos los cálculos, entrenó a los astronautas y comandó la operación del primer alunizaje, eso está hoy día desclasificado en la página de la NASA: El método Rojas, se llama. Carlos Brandt, el filósofo del siglo XX. Más de 50 libros escritos, obras traducidas a todos los idiomas, adulado por las figuras más icónicas de la historia, Carlos fue silenciado por sus inclinaciones de reivindicación social. El doctor Américo Negrette. No se había inventado el mecanismo de identificar cromosomas y él logró en 1963 identificar la alteración del gen 4 que produce Mal de San Vito. Revolucionó las neurociencias con su descubrimiento. Francisco José Duarte, el matemático del siglo XX. Más de 100 escritos, teoremas, soluciones, disertaciones. Uno de los calculistas más destacados del siglo XX, pilar fundamental del Ministerio de Obras Públicas de Francia. Solo por mencionar algunos. Pero en el camino aparecieron: Arnoldo Gabaldón, Félix Pifano, Gernot Bergold y Gunnar Svaetichin que a pesar de no haber nacido en esta tierra se nacionalizaron y dedicaron toda su vida a la ciencia nacional.

—Gloria ¿es cierto que en los famosos “Documentos de Wikileaks”, hay varios sobre el científico venezolano HFM? ¿Qué dicen?

—Lo primero que me llamó la atención de esos documentos es cómo perfilan a los individuos, cómo tratan de develar su identidad política, cosa que nunca lograron descifrar. Héctor Rojas y Humberto Fernández-Morán eran patriotas por sobre todas las cosas, y eso tenía a los gringos desconcertados.

También queda claro, en esos papeles, que no eran cualquier Pedro Pérez, eran unos genios que debían mantener vigilados. Unos genios necesarios para el Departamento de Estado de Estados Unidos.

El compromiso con su patria y los ideales bolivarianos, les hacía empeñarse en usar el conocimiento para el bienestar de su pueblo, y eso no les fue perdonado. Las instrucciones fueron claras: si lo necesitan en la NASA y en FAIRCHILD sugerimos que lo retiren de la información confidencial.

—¿Crees que a HFM debió concedérsele un Premio Nobel?

—No creo que el Nobel sea un referente verdadero. Lise Meitner, la descubridora de la Fisión Nuclear, mentora de Fernández-Morán durante su estadía en el Instituto Nobel de Física Nuclear, en Suecia, fue nominada más de 60 veces al referido premio, la postularon los padres de la mecánica cuántica: Albert Einstein, Max Planck y el propio Otto Hahn, su compañero de investigación quien recibió el Nobel en 1944 por la fisión nuclear. El fenómeno que ella explicó por primera vez al mundo en 1939. Hoy día no queda duda de que ser mujer y judía la excluyó de ese reconocimiento, se cuentan por decenas las injusticias en ese galardón.

En esas condiciones, estoy segura que nuestro Humberto Fernández-Morán no quiso ese premio, así como se negó rotundamente a ser norteamericano. Él era venezolano y además zuliano, de la Patria Cañadera, como él mismo expresaba. Humberto fue postulado al Nobel una decena de veces, nunca se lo otorgaron, como tampoco a Lise Meitner.

Pero te digo algo más. En 2017 se entregó el premio Nobel por la invención de la criomicroscopía electrónica, y el veredicto de ese año, reconoce que la técnica era original de Humberto Fernández-Morán en 1950, ¡Nada más y nada menos! Que 67 años antes que los inventores galardonados. Creo que eso es prueba suficiente de la grandeza de nuestro Humberto y lo inmoral de esas selecciones.

—Por último, Gloria, tú eres ingeniera eléctrica, ¿cómo terminó por escribir este libro sobre HFM?

—La primera razón es la indignación que me causó el descrédito nacional a este prócer de la ciencia venezolana, a quien sí se le reconoce en el resto del mundo. Pero creo que ser electricista me permitió comprender una parte de su obra nunca antes descrita: su lenguaje es de electricista.

HFM habla de las frecuencias de operación del cerebro, las guías de onda cerebrales, las microantenas, los campos electromagnéticos cerebrales y hasta se atreve a describir planos eléctricos del cerebro humano. Sus estudios de 2 años en Física, en la universidad de Múnich, fueron el pilar de su legado, la óptica geométrica que le enseñó Constantín Carathéodory, y la Resonancia Magnética Nuclear del cerebro que ensayó, junto a Pierre Denis, y de manera inédita para el mundo desde el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC, hoy IVIC) solo se podían comprender desde la electricidad. Es una casualidad, que le tocara a una electricista esta tarea.

ERNESTO J. NAVARRO / CIUDAD CCS


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