Punto y seguimos | Del ridículo no se vuelve
Misma historia, mismos resultados…
07/01/2025.- Hace seis años, la oposición de Venezuela, ante su imposibilidad de presentar un proyecto democrático de país que los ciudadanos pudiesen sopesar y apoyar por la vía del voto, decidió tomar a un diputado suplente de la Asamblea Nacional, montarlo en una plaza en Las Mercedes y ponerlo a autoproclamarse presidente de la República. El joven, a pesar de sus evidentes dificultades para armar oraciones completas y modular las palabras, dijo con la manito derecha alzada: "Juro asumir las competencias del Ejecutivo nacional..." y, así no más, como en cualquier escena de novela del boom latinoamericano, se proclamó.
La absurda composición no quedó allí. Como encantados por alguna flauta, los gobiernos de más de cuarenta países dijeron que lo reconocían. Desde los creadores de la obra, es decir, los Estados Unidos, hasta el grupo de fans conocido como el Grupo de Lima, a Juanito (que así se llamaba el hombre) lo recibieron con alfombra roja y aviones oficiales de los Estados que visitó (porque, claro, al de Venezuela no tenía acceso). Quienes observaban con cierta claridad y lógica, no podían creer como gente con cuatro dedos de frente se entregara al embeleso y al autoengaño de aquella patética puesta en escena. La misma incluyó el montaje de todo un "gobierno paralelo" con ministros, embajadores y presidentes de empresas públicas (los cargos más deseados, valga saber), que despachaban desde apartamentos y los salones de fiesta de sus edificios residenciales.
Los que montaron el show legitimaron lo ilegítimo para poder robarse el patrimonio de la nación; los actores nacionales, mucho menos dignos, se metieron en el papel a pecho, y a cambio de sueldos de cargos fantasmas, firmaron sin asco la entrega de los activos del país. Ni bajo el efecto de las drogas más alucinantes, personajes como Juan Guaidó podrían haber tenido una oportunidad así en sus vidas, pero el imperialismo se las dio, y, sin miedo al ridículo, porque por la plata baila el mono, la tomaron... y vaya que nos costó.
Pasados varios años del estruendoso fracaso de aquella payasada de "gobierno" —al menos en lo que refiere a la toma del poder real (porque para robar sí que les sirvió)—, pareciera que aprendieron poco, o solo por partes. Créanlo o no, admitieron haberse equivocado con Juan, porque a él no lo eligió nadie, así que después de años de negar al CNE y la institucionalidad del país —que solo funciona cuando los elegidos son ellos—, se lanzaron a unas elecciones y cantaron, sí, cantaron fraude: "¡Nos robaron!".
No se preocuparon de ganar la elección, pues solo necesitaban posicionar en la opinión pública la idea de que sí consiguieron los votos (para no repetir el errorcito del 2019), y así nos encontramos en pleno 2025 con la misma gente de siempre, diciendo que ahora sí tienen presidente electo. Aunque el señor de ahora haya perdido, también hace giras por países con gobiernos delirantes que lo "reconocen", se fotea y publica desde el exterior, mientras miles de disociados que creen que la vida real es la que se muestra en redes y juran que esta vez sí, ahora sí van a tumbar al chavismo.
Mientras insisten en tener resultados diferentes haciendo el mismo procedimiento, recordemos que esta historia ya la conocemos, y que, como dijo Marx, "la historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa". Ya no dan ni risa.
Mariel Carrillo García