Historia viva | Pronósticos y certidumbres

08/01/2025.- La bola mágica de la planificación capitalista da vueltas y vueltas inesperadas ante la incertidumbre de su naturaleza mercantil especulativa. En la otra acera, la planificación socialista busca la certeza y la firmeza de pronósticos sociales humanos como fin último y no con la economía estrictamente aferrada a la competencia depredadora.

En la defensiva capitalista que intenta proteger los privilegios de pocos contra la pobreza de miles de millones en este mundo, la incertidumbre se ha convertido en una matriz para diezmar a los inocentes, neutralizar a los inseguros y someter a los ignaros a los designios del poder imperial contra los que luchan por la justicia. Son miles de millones de seres humanos en el mundo los que abogan por un mundo equilibrado y justo. Un socialista no "culipandea".

Los pueblos, además, deben lidiar con las irresoluciones y extravagancias de los líderes del sistema mundo capitalista, que intenta complicar la vida humana para engañar y arrastrar a los incautos e ignorantes a la guerra, al odio, a la inquina contra el prójimo, para enfurecer a los brutos y empujarlos determinadamente a la violencia contra el que piense distinto.

En nuestra América, la esperanza y el diálogo entre opuestos ha hecho posible que esta región se mantenga como Zona de Paz (la escribo con mayúscula para que los líderes de aquí y de allá la asuman como idea para neutralizar las ambiciones desmedidas, las agresiones permanentes y los agravios sin razón).

¿Dónde asirnos? En nuestras propias fortalezas, en nuestras mentes conscientes ante un enemigo que transita subterráneamente, solapado en la amenaza, cuando por causa de un bocón aflora el odio y señala: "Voy a matar diez chavistas", que no es más que la irrupción de un sentimiento de frustración absurdo y que resulta un ultimátum real ante circunstancias sobrevenidas de la exacerbación fascista. Es siempre una intimidación.

Es una coacción que debe convertirse en oportunidad para entender hacia dónde vamos y cómo debemos responder ante el desafío que nos coloca la "incertidumbre inducida" que ha sido trabajada en nuestra cotidianidad. Me refiero al caso de Venezuela, donde se ha mantenido una persistencia inusual por más de veinte años y de la cual muchos medios convencionales —y ahora las redes sociales— han sido las plataformas para desplegarse en la juventud con enconada insistencia.

La otra cara es la certidumbre, que en Venezuela ha vencido, cuando el Bolivarianismo, durante estos veinticinco años, ha superado obstáculos que parecían insalvables y cuyo triunfo hoy puede observarse en los rostros del pueblo venezolano. Un pueblo capacitado para soportar las toneladas de afrentas que en sus rostros y hombros han lanzado los enemigos externos e internos, incluso endógenos, que hacen práctica de la incertidumbre desde dentro del Estado. Por ejemplo, cuando retrasan procesos revolucionarios y obstaculizan acciones transformadoras, mimetizados con franelas rojas y un "Chávez vive" sin contenido ni la fuerza impulsora de la subversión sistémica que el comandante zambo recuperó y desplegó desde el alma simbólica de este pueblo rebelde.

Los que viajaron al occidente o al oriente de Venezuela en esta temporada de vacaciones, si se fijaron en los puertos principales de exportación gasífera o petrolera, se dieron cuenta de que había buques esperando cargas. Yo conté quince buques de gran calado esperando turno para ser abastecidos en el terminal petrolero de Jose, en el oriente del país. Las estaciones de gasolina están funcionando con fluidez, y percibí centenares de autobuses y carros estacionados en restaurantes viales para que los pasajeros comieran y descansaran. Los centros comerciales en las ciudades estaban abarrotados de gente, y ni se diga de las licorerías.

Por otro lado, observé los preparativos de miles de hectáreas de tierra entre Barcelona y Pariaguán, en el sur del oriente del país, en proceso de acondicionamiento para la temporada de verano. Conversé con productores agrícolas y pecuarios, siempre con la expectativa de asegurarse el alimento para sus rebaños, para sus familias y para miles de familias que dependen de sus esfuerzos por nutrir al pueblo venezolano con sus propios recursos y el apoyo del Estado.

Vi el notable mejoramiento de las carreteras desde Caracas a Barcelona y la de Barcelona al sur de Anzoátegui hasta los límites de Bolívar.

En Guárico, hay otra historia no muy provechosa: transité de Clarines hasta Altagracia de Orituco y de Pariaguán hasta Santa María de Ipire, y la situación vial no es muy favorable para los que por allí transitan, bien sean viajeros o, especialmente, productores del campo que a diario transportan leche a los poblados.

¿Que queda mucho por hacer? Claro que sí. No hago estas apreciaciones por razones promocionales, no me interesa, pero que la verdad sobre este pueblo sea dicha, con el fin de rectificar y mejorar. Nos queda por delante una historia prospectiva de grandeza que este poco tiempo pasado nos ha legado. Con bulla de alas no se gana la pelea. La grandeza de la certidumbre es que vamos por buen camino, rumbo a la máxima felicidad posible, la mayor seguridad social y la prominente estabilidad política, tal cual lo orientó Bolívar en 1819.

 

Aldemaro Barrios Romero


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