Al derecho y al revés | ¿Qué pasará el 10?
08/01/2025.- Conversando con un amigo, del que dicen es "el mejor cardiólogo del país" —o uno de los mejores, porque hasta en la medicina privan los gustos y mejor es quedarse callado—, presidente de una reputada y ya antigua clínica privada de Caracas, después de hacerme el examen anual —que es el regalo navideño que el galeno intercambia con el mío, más modesto—, entre recuerdos de la adolescencia, que es monopolio de los viejos, me soltó una pregunta que, de tanto escucharse en cotarros y quioscos de chucherías, se convirtió en lugar común, "tendencia" y muletilla viral: "¿Qué crees que va a pasar el 10?".
No soy astrólogo, lector de caracoles o sabio persa como para responder semejante bobería, pero estando en el terreno del amigo no me quedó más remedio que responder o, al menos, intentarlo.
El amigo no me preguntaba por el destino de un barrio como el 10 de Julio, sino que demostraba cierta expectativa para la fecha en la que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) exige que se juramenten los presidentes de Venezuela.
A quienes hacen operaciones quirúrgicas a corazón abierto los admiro casi tanto como a los neurocirujanos que jurungan el cerebro. Por lo tanto, de más está decir que al amigo del cuento le tengo el cariño que dan tantos años de conocernos y la admiración por lo que hace para vivir.
Sin embargo, igual certifico que se puede ser genial y al mismo tiempo estúpido, como le solté en plan de broma, pero en serio, al amigo cardiólogo.
La pregunta que me hizo un eminente profesional da fe de los resultados que en el cerebro de algunos venezolanos hace una campaña mediática con resultados perversos dirigida a evitar que, frente a un hecho determinado, la gente razone.
El 10 de enero, ciertamente, el sol saldrá por el este, antes en el Esequibo que en Venezuela, sin duda.
La mayoría de los venezolanos irá a trabajar; otros tomarán el día para ir a la playa y en el trabajo dirán que "había mucho tráfico".
Pero está la idiotez que en el fondo presupone que un señor que negoció un salvoconducto con el presidente Maduro para irse a España, dejando atrás a una buena cantidad de venezolanos que, por creerle, se fueron a las calles a protestar violentamente sin tener autorización y ahora están presos.
Y que una vez escapado —sin avisarle a su socia MCM, y peor, porque ese ciudadano pretende ser presidente—, estando fuera, escribió una pavada en la que le pedía al gobierno que señala como ladrón de una elección "que le cuide su apartamento (en Caracas) y los helechos de Mercedes Marina (su esposa)".
Hay que ser menso para creerle a esta nueva versión del Capitán Araña que va a venir a que le tomen el juramento.
Uno tiene derecho a preguntar: ¿quién le tomará el juramento a EGU, en el negado caso de que venga a Caracas? ¿El TSJ? ¿La Asamblea Nacional? ¿El párroco de Narnia?
¿O será el arzobispo de Canterbury?, ya que, según esa inverosimilitud peruana que se llama Jaime Bayly, "EGU podría venir en el Air Force Two", donde vendría también "el canciller de Inglaterra".
¡Así como suena!
Mientras tanto —y apartando que se puede ser genial y al mismo tiempo menso—, ¿por qué EGU y su equipo —o el de MCM— no disponían de las actas y las que hicieron públicas resultaron falsas, cuando esos documentos son el único salvavidas para cualquier candidato que se presente a elección, desde concejal hasta presidente?
¿Será que sus asesores enfocaron la campaña a salir en los medios, mientras que el adversario principal —el 28J concurrieron una docena de candidatos— se dedicó a ganar?
De ser así, no tiene EGU nada que reclamar, salvo a esa oposición maleta a la cual, hasta pasado un siglo, se le podrá señalar por los robos de Guaidó y la imbecilidad del ahora asilado en España.
Domingo Alberto Rangel