Retina | Alegría, placer y miedo

Los placeres de nuestra vivencia espiritual

14/11/22.- El zoólogo inglés, Desmond Morris, quien dedicó sus estudios al animal humano, nos dijo que era errónea la idea de que vivíamos en junglas de cemento. Desde su visión, lo que correspondía era asimilar que vivíamos encerrados en zoológicos. Nuestro comportamiento y nuestro nivel de estrés era similar al de otras especies animales atrapadas en espacios cerrados y alejadas de su ambiente natural. Leí hace poco un informe que sostenía que los niños de hoy padecen un nivel de estrés similar al de pacientes de psiquiatría de los años 50 del siglo XX.

En el cuadro humano de hoy hay un elemento demonizado, el placer, que nos hace mucha falta para poder estar vivos. Tan demonizado ha sido que muchos filósofos decidieron no defenderlo y prefirieron colocarlo dentro de la palabra “alegría”, para poder confrontar desde allí  la culpa y el miedo.

Sigo empeñado en Una filosofía del miedo de Bernat Castany Pardo, y me encuentro en unos capítulos en los que confronta los manuales de autoayuda y nos dice que la propuesta de tales corrientes es que “todo aquello que nos impida producir o manufacturar nuestra propia vida en mercancía debe ser apartado”.

Es, que duda cabe, la aceptación de la vida en el zoológico. Se vive con la idea de que hay poco espacio, tiempo y recursos. Parece urgente apropiarse de esos elementos. La tribu poco importa. La forma de actuar es individual y hay quien asume que se debe dejar de ser persona, que lo más prudente es ser una marca. “Nuestra existencia se resume en nuestra vida laboral, y nuestra alma, en nuestro curriculum vitae”.

En función de la marca va todo. El nivel de exigencia de esa marca es tal que nos hablan de “tiempo de calidad” para reducir los momentos “improductivos” que dedicamos a familiares y amigos.

Cuenta Ovidio que su papá intentó que estudiara leyes, algo rentable en ese momento, y que desistiera de ser poeta. “Homero murió pobre”, le gritaba. Le exigía abandonar el placer para abordar algo productivo.

Es indudable que detrás de esa frenética búsqueda de “éxito” está el empuje del miedo al fracaso y que esa actitud contiene la paradoja de necesitar una amplia renuncia a la vida. El éxito en la vida será también el fracaso en la misma vida.

Es así porque, nos dice Castany Pardo,
“el miedo obstruye las principales vías
de acceso a la felicidad, pues bloquea
el placer, merma la alegría, entorpece
la libertad, perturba la serenidad,
interrumpe la contemplación y
empobrece la identidad”. Por si faltara
algo, “el miedo impide la bondad,
al hacernos desconfiados, egoístas,
interesados y crueles”.

Creo que tenemos el deber de no
aceptar las condiciones del zoológico.
Debemos no solo procurar los placeres
naturales relacionados con nuestras
necesidades de supervivencia, sino
que también nuestra procura debe
contener los placeres de nuestra
vivencia espiritual. La amistad, el
amor, la filosofía, el arte y el juego.

Disculpen el tufo a autoayuda que puedan sentir en este texto. No hay nada en lo que pretenda orientar. Trato de comprender y comparto el estado de confusión o comprensión que alcanzo. El único libro de autoayuda que me gustaría escribir es Aprender a estar solo por uno mismo.

Freddy Fernández | @filoyborde

 

 


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