Punto de quiebre | Asesinaron a un ganadero

Intentaron simular que había sido el hampa

15/11/22.- Era la primera vez que los criminales cometían un hecho de esta naturaleza, por lo que incurrieron en numerosos errores en su afán por desviar las investigaciones.

Los funcionarios del CICPC tomaron fotografías del sitio donde ocurrió el hecho e igualmente recogieron muestras decadactilares en los pomos de las puertas, así como en varios muebles de la Agropecuaria La Unión de Yaracal, municipio Cacique Manaure del estado Falcón. Igualmente analizaron las cerraduras de las puertas y las ventanas, a fin de descartar si los agresores las habían forzado para tener acceso al local. Antes de retirarse, elaboraron una lista  en la que figuraban todos los empleados de la Agropecuaria, así como los familiares y amigos cercanos de los infortunados. Varios de los trabajadores insistieron en los interrogatorios que los homicidas habían ingresado con intenciones de robar, quizás porque presumían que el comerciante y ganadero Marcelo Santos Coello, de origen español y quien contaba con 54 años, tenía guardada una importante suma de divisas americanas.

Los policías indagaron si el comerciante no había tenido ningún problema personal con algún vecino, colega o con alguien del pueblo, o en todo caso, si no había tenido algún impase con alguno de sus trabajadores.

Lo cierto es que uno a uno fueron desfilando por la sede policial a fin de rendir declaraciones, con la intención de precisar dónde estaba en el momento en que ocurrieron los hechos, si habían tenido algún problema con el jefe, desde cuándo trabajaban para la agropecuaria, si les debían alguna cantidad de dinero, si el ganadero había recibido algún tipo de amenazas o intentos de extorsión en los últimos días.

La mayoría de los trabajadores fueron descartados, tras no encontrar ningún asomo de sospecha ni contradicción en sus relatos, pero a varios de ellos les fue colocado un asterisco en la lista. Y de inmediato se ordenó verificar las coartadas que habían esgrimido cuando les fue requerido dónde estaban en el momento en que ocurrieron los hechos.

Reconstruyendo

Hasta ese momento lo que se sabía en torno al asesinato de Marcelo Santos Coello, quien además era el presidente de la Asociación de Coleo del estado Falcón, y de su chofer Luis Manuel Romero Sabariego, de 46 años, es que en horas de la tarde varios hombres armados, quienes cubrían sus rostros con capuchas, habían ingresado al inmueble, provistos con listones de madera y golpearon de manera salvaje al español y que, posteriormente, le dieron muerte a balazos, así como a su chofer, que se encontraba con él en ese momento y que una vez cometido el hecho, los criminales habían huido hacia una zona enmontada.

Marcelo Santos recibió disparos en la región temporal izquierda y en el maxilar izquierdo, mientras que Romero Sabariego recibió los impactos de bala en la frente y región parietal izquierda.

Hipótesis

Recibidos los informes de laboratorio, los funcionarios se encontraron con que ni las puertas ni las ventanas habían sido forzadas, por lo que cabía la sospecha de que fueran conocidos de las víctimas; había numerosas huellas en la casa, pero ninguna pertenecía a ninguna persona extraña a la finca, es decir, pertenecían a trabajadores, y familiares del infortunado. Se determinó que los disparos ocurrieron después de que el español había sido severamente golpeado y que el arma utilizada en el crimen era un revólver calibre 38, propiedad de la víctima, es decir, los criminales  acudieron al lugar sin armas de fuego, solo con los listones de madera, lo que podría significar que no eran unos criminales, tal y como se les conoce, pues ni armas tenían, por lo que quedó descartada de plano la posibilidad de que se tratase de un sicariato.

Lo otro, es que se determinó que no se robaron nada de la vivienda, pues luego de un arqueo se dictaminó  que nada faltaba. En resumen, los asesinos no forzaron la entrada, no venían con armas y nada robaron, por lo que los funcionarios comenzaron a manejar con fuerza la tesis de que los ahora criminales eran conocidos de la víctima (lo que se ratifica por el hecho de que los tres estaban encapuchados), llegaron a la finca con la intención de darle una pela al comerciante por alguna razón desconocida, pero la decisión de asesinarlo surgió en el momento, y luego asesinan al chofer, pues era el único testigo del hecho.

Y se llegó a la verdad

Es así como se decide una segunda ronda de los interrogatorios con las personas que estaban en la lista, pero reducida solo a quienes les había sido colocado un asterisco, solo que ahora estaban los hechos un poco más claro y los informes de la verificación de las coartadas de cada uno de los trabajadores ya estaban en poder de los funcionarios policiales. Tres de ellos entraron en contradicciones, tartamudearon y comenzaron a echarse la culpa entre ellos,  y al presionarlos un poco, y todos sabemos cómo presiona la policía, terminaron por confesar su participación en el crimen.

El comisario Douglas Rico, director nacional del CICPC, anunció que por el doble asesinato habían sido detenidos Larri Williams Sangronis Aular, de treinta y nueva años de edad y quien era nada menos que el encargado de la finca; Gregorio José Tovar Zambrano, también de treinta y nueve años; y Alvis José Cedeño, de cuarenta y tres años, quienes se desempeñaban como obreros de la finca.

Entre el comerciante ganadero y sus empleados surgió una discusión, referida al faltante de un dinero de una negociación, por lo que este había amenazado con despedirlos y con denunciarlos ante la policía. Esa tarde, los tres acudieron a la sede de la Agropecuaria y le cayeron a palazos al comerciante y en eso andaban, cuando uno de ellos vio el arma sobre una mesita, la tomó y le realizó dos disparos y luego le metió dos tiros también al chofer.

Wilmer Poleo Zerpa


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