Memorias de un escuálido en decadencia | Mensaje
17/01/2025.- ¡Nos jodimos! Los chavistas nos tienen de churumbo en bandola. Nada nos sale bien. ¡Coño! ¿A quién hay que pedirle para que esta dictadura se caiga, se vaya, se acabe? Con esta vaina de la juramentación del compañero Edmundo González el 10 de enero, se demostró que los expresidentes no sirven para un carajo. Son el verdadero jarrón chino. Están ahí diciendo: "No pase", "No toque", "No moleste". Esos carajos que nos apoyaron y que estaban dispuestos a venir a ayudar al pueblo de Venezuela, así como ayudaron a sus pueblos, y como ejemplo firme e irrevocable ahí están Pastrana, Duque, Uribe y Fox y el otro mexicano que ya ni me acuerdo de su nombre. No hicieron un carajo. Solo quedan para formar unas siglas: el Grupo de Bolsas, el GB. Ahora se les unió el Bukele, un carajo que también está dispuesto a ayudarnos, es verdad que para volver a ser presidente violó la Constitución, pero eso nos importa un carajo. También está el compañero Milei, quien recibió muy contento el cuadrito que le regalamos con las actas de las elecciones, y seguro que ya lo metió en un basurero. Solo nos queda Trump y el 20 de enero estaremos atentos para ver si da la orden de acabar con la dictadura.
Vimos en el Teresa Carreño al dictador con una alegría del carajo, leyendo su mensaje al pueblo que votó por nosotros, es decir, por Edmundo González. Allí estuvo diciendo lo mismo de siempre: todos estamos bien. ¡Yo te aviso, chirulí! Uno recordó por un momento que allí, en el Teresa Carreño, fue la coronación del compañero Carlos Andrés Pérez, y pocos días después vino el Caracazo y los coñazos y el peo por todas partes. El dictador de Cuba y muchos presidentes estuvieron presentes en esa coronación. Aquello parecía la entrega del premio Oscar. Todos creíamos que volvíamos al gobierno anterior, es decir, al de Pérez I. La vaina arrancó con un paquete económico arrecho creado por Miguelito Rodríguez, Ricardo Hausmann, Moisés Naim y Gerber Torres, una pendejada de equipo. La dictadura no tendrá nunca un equipo tan talentoso como ese. Uno ni siquiera sabe quién carajo hace esos programas económicos de la dictadura, porque antes estaba el monje Giordani, pero ahora solo sabe Dios qué brujo estará ahí.
Un día antes del mensaje dictatorial, en la Asamblea Nacional se reunieron para elaborar un cronograma electoral. Ahora sí es verdad que estamos bien jodidos, porque si participamos en esas elecciones vamos a reconocer a la dictadura, y si no participamos, nos vuelven a joder. Estos carajos se las saben todas. Si ya participamos en las elecciones presidenciales y nos jodieron, nos toca también participar en las elecciones a gobernadores y alcaldes y a diputados y a todas las vainas que se presenten, porque en verdad esta es la única dictadura del mundo que no se cansa de hacer elecciones. Nosotros tenemos que participar, porque está bueno ya de tanto padecer. Nosotros somos tan arrechos que tenemos dos presidentes en el exilio: al compañero Guaidó (y su primera combatiente) y a Edmundo (y su primera combatiente). Por allá están llenándose, mientras nosotros seguimos pelando bolas y creyendo firmemente en ellos.
El papá de Margot estaba viendo al dictador dando su mensaje en el Teresa Carreño, por el canal ocho, y cuando escuchó que venía un aumento indexado, se puso de pie y dijo: "Al fin, carajo, llegó el aumento indexado o como lo llamen. Vamos a ver qué dice el diputado Farías, para que no le caigan encima ese montón de chavistas que, en vez de estar con nosotros, están apoyando esta dictadura". Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: "Vete al Teresa Carreño a tirar puertas, desgraciado".
—América, no invoco tu nombre en vano… —me declama Margot.
Roberto Malaver