Estoy almado | Meta le da la bienvenida oficial a la posverdad
19/01/2025.- 6.300 millones de usuarios de las redes de Meta consumirán una deliberada distorsión de la realidad; prevalecerá el odio y la emotividad polarizante.
Marck Zuckerberg pasará a la historia como uno de los artífices de causar severos daños a la salud mental y emocional de millones. Su última decisión como magnate tecnológico agravará, aún más, los daños que están causando las redes digitales.
Eliminar la verificación de contenidos en Facebook, WhatsApp e Instagram abre todas las compuertas, casi sin obstáculos, a la posverdad, que es lo mismo decir que la desinformación y la mentira naturalizada en la cotidianidad.
El programa de verificación de Meta comenzó en diciembre de 2016, un mes después de que Trump asumiera su primer mandato presidencial en EEUU. Este plan, paradójicamente, fue creado para combatir la desinformación y las mentiras que en ese año los partidarios del republicano hacían circular en las redes, especialmente en Facebook.
¿Qué motivó el cambio de postura de Zuckerberg? Su decisión no fue producto de una epifanía empresarial. Se produce tras el ingreso a Meta de Joel Kaplan como nuevo jefe de Políticas Globales de la compañía. Kaplan fue asesor principal de George W. Bush y es muy cercano a Trump.
La medida también llega después de que Elon Musk, funcionario de alto nivel del gabinete de Trump, arremetió contra Facebook al considerar que esta red social “censura” opiniones ultraconservadoras y teorías conspiranoicas, que tributan al fascismo 2.0.
Zuckerberg era un oponente acérrimo a esta tendencia macabra de deshumanizar el mundo con prejuicios y deseos disfrazados de presunta verdad. Pero sucumbió: hablamos de un multimillonario presionado por el supremacismo extremista de EEUU, hecho poder en la Casa Blanca. Para preservar su fortuna y margen de poder en la industria tecnológica, Marck hará lo que sea para sobrevivir a esta ola de la ultraderecha. Por ello, utilizando la misma teoría conspiranoica de Musk, justificó su medida diciendo que los verificadores profesionales tienen sus “propios sesgos”.
Seamos claros: los verificadores no eran una panacea contra la desinformación. Pero en algo apaciguaba el aluvión de mentiras y odios que amenazan todos los diarios con derribar la sensatez y la conciencia frente a la compleja realidad mundial que se muestra por retazos en las redes.
Los verificadores, muchos de ellos medios de comunicación y grupos dedicados a desmonstar los fake news, se encargaban de combatir los mensajes que glorifican el odio, la decadencia y la descomposición humana. Aunque las redes reproducen bulos en grandes volúmenes, los verificadores, en silencio y de forma anónima, intentaban impedir que los usuarios de las redes consuman libremente contenidos de odio y fascismo, dirigidos a desvirtuar las personas y los hechos.
Ahora, en nombre de la “libertad” (término favorito del supremacismo y la extrema derecha), los consumidores de redes se exponen a una deliberada distorsión de la realidad, donde prevalecerá de modo más omnipresente la emotividad polarizante y los prejuicios malsanos, por encima que la razón guiada por la sensatez y el bien colectivo.
Las nuevas generaciones serán el principal blanco. Lo que piensen y sientan del otro o de su entorno será producto de la especulación, el odio, la maledicencia y la mezquindad. El rigor, la responsabilidad, el esfuerzo, el compromiso y la sensatez serán excepciones, casi que valores en desuso.
Con este escenario en ciernes, la verdad en las redes de Meta, ya diezmada y desfigurada con la posverdad incesante, será como pequeños espejismos en el desierto. Todo parecerá verdad, o pretenderá vestirse de una falsa veracidad que en el fondo será una emotividad. Porque con la supresión de los verificadores de contenidos, cualquier cosa que emocione es percibida como “verdad”, aunque no lo sea la mayoría de las veces. Sintámonos bienvenidos a la distopía informativa.
Esteban Illades en su libro Fake news: la nueva realidad, lo deja claro: “El mayor peligro del acceso ilimitado a la información es que siempre hay alguien que la acepta sin cuestionar. Jamás ha sido tan fácil ser engañado: a la censura y el espionaje se han sumado la sobreinformación y las fake news”.
Manuel Palma