Al derecho y al revés | Se juramentó el camorrero
22/01/2025.- Pasó el día de la "inauguración" de Donald Trump y de la misma manera que el 10 de enero tampoco sucedió nada especial —salvo que el presidente Nicolás Maduro juró "cumplir y hacer cumplir las leyes"—, en EE. UU. no se acabó el mundo y a ninguna de las bases estadounidenses el nuevo presidente yanqui le ordenó transportar hasta nuestro país al excandidato EGU.
El discurso del catire fue menos ambiguo que las promesas de campaña. Esta vez el presidente número 47 tocó tierra, pero, para desilusión de la peor oposición que país alguno ha tenido, ni nos mencionó ni puso fecha a la presunta invasión que exigen MCM y su pelele EGU.
Tal vez, presionado por los republicanos de la Florida y en alguno de los bailes que están programados, arremeta Trump contra mi país.
O puede ser que no, porque la agenda del recién juramentado está repleta de parches que se deben colocar en el cuerpo de un imperio que comienza a declinar.
"Hacer América grande" es un buen lema para conseguir votos de los blancos pobres que hoy junto a otras minorías formaron la coalición ganadora que llevó a Trump hasta la Casa Blanca —desde red necks sin trabajo, afros decepcionados por la inflación que ahora les pega a los estadounidenses, latinos asustados porque ven que los nuevos inmigrantes, muchos sin la ansiada green card, aceptan trabajar por menores salarios y, quién lo diría, hasta Amish con Trump hubo—, pero es un lema complicado de cumplir, como vengo apuntando.
En el discurso inaugural, Donald Trump señaló algunas metas tan bonitas como muy difíciles de cumplir.
Por ejemplo, que los vehículos a vender en EE. UU. se fabriquen en ese país "como se hizo", dijo recordando un pasado difícil de repetir.
Asimismo, está dispuesto a que los yanquis ocupen todos los puestos de trabajo "hoy en manos de extranjeros".
Bien: con esas dos perlas me quedo.
La primera es posible de lograr. EE. UU. tiene la tecnología para fabricar carros y tal vez le sobre capital. Sin embargo, con los salarios altos que devengan los trabajadores sindicalizados —y en la industria automotriz casi todos los obreros caen en esa categoría—, producirán mejores o iguales autos que los chinos, pero a un precio tan alto que los yanquis de hoy día no pueden pagar.
Sobre la botadera de latinos sin green card que anuncia Trump, cabe concederle al presidente de EE. UU. que su majestad no se equivoca, que en sitios como, por ejemplo, Cincinnati, hay fábricas donde la mayoría de los obreros son extranjeros —venezolanos y colombianos principalmente, algunos con títulos universitarios— que ganan bien, pero trabajan duro. Ellos hacen lo que los yanquis no quieren hacer, por considerar que esas labores son "monótonas" y que mejor es ser creador digital o generador de páginas web.
Todos trabajando desde el hogar del que solo salen en vacaciones.
Bien, pero hay otras interpretaciones de "hacer América grande" que merecen ser expuestas y explicadas en este corto trabajo.
Para quien investigue la historia desde libros serios, no suena raro que cada imperio haya tomado una gran masa de tierra como su pateadero, donde se hace la voluntad de ese país hegemónico.
Los Estados Unidos desde sus inicios hizo en el continente americano lo que le vino en gana, colocando y derribando gobiernos sin importar el comportamiento del elegido de los gringos. Recordemos la respuesta de un presidente de ese país cuando le preguntaron por el dictador Somoza de Nicaragua: "Sí, es un hijo de perra… pero es nuestro hijo de perra".
Para llegar a ese grado de control, EE. UU. invadió nuestros países por décadas, sin importar si el país era grande o chico, continental o isleño…
Aunque, al llegar el final de la Guerra Fría, EE. UU. siguió expandiéndose hacia otros continentes y para ello siguió gastando como cuando Europa estaba devastada al final de la Segunda Guerra, llegando a mantener más de ciento diez bases militares fuera del territorio. Eso cuesta y solo se puede pagar con inflación y menor control en el antiguo pateadero.
El caso de los carros made in USA es patético: cuando se ganan altísimos salarios es imposible dejar de perder mercados por lo caro de los productos, sin producir al mismo ritmo que siguen sus amenazas.
Por eso todos los patriotas, sin distingo, debemos tener el mayor cuidado para no caer en las boberías que en el pasado sabotearon desde dentro las "unidades".
Ni EE. UU. ni Trump —por más que digan lo contrario lobistas que intentan tener a Venezuela entre sus clientes— dejarán el intento de derrocar y reconstruir nuestro país.
Lo primero ya lo han practicado y lo segundo es lo que sucedería en el negado de que los yanquis invadan, nuestra FANB se rinda sin pelear y con el aplauso de gente como EGU y MCM se proceda a dividir a Venezuela en cuatro o cinco paisitos.
No nos engañemos.
Domingo Alberto Rangel