Punto y seguimos | Trump: un caballo con gríngolas
"América grande de nuevo" como único objetivo
04/02/2025.- Los Estados Unidos no son amigos de nadie. Tienen, en el mejor de los casos, socios. De resto, la mayoría de las naciones del mundo son tratadas como inferiores que deben plegarse a sus políticas y decisiones, a riesgo de ser catalogadas como enemigas, amenazas, inconvenientes y pare usted de contar. Este modo de actuar tiene sus raíces en la doctrina del destino manifiesto, del siglo XIX, con la que los estadounidenses asumen como obvia e inherente a su destino la expansión de su territorio y, por ende, de su control sobre el resto del mundo.
Donald Trump es un fiel creyente de esta doctrina. "Hacer grande a América de nuevo" (sic) propone, en esencia, volver a esa visión —nunca abandonada del todo en la política del país del norte—, pero con renovados bríos. Para Trump, un supremacista convencido, el advenimiento de China como principal potencia mundial es simplemente inaceptable, de la misma manera que lo es tener un patio trasero que no se asuma como tal. En lo interno, destroza a los gobiernos anteriores (demócratas), a los que acusa de blandengues y de haber permitido que los valores sagrados que sustentaban el poderío yankee hayan decaído.
Trump no es sutil; de hecho, es un caballo con gríngolas. Su objetivo es uno solo y no le importa nada más que llegar a él, pasando por encima de lo que sea, incluyendo las convenciones políticas y sociales que se esperan del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Cuando ganó su primer mandato, en el 2017, nadie creía que lo lograría, ni siquiera su propio equipo. Así lo confirman los testimonios de muchos de los involucrados, recogidos en el libro Fuego y furia, del periodista Michael Wolf. En aquel entonces, su aproximación a la Casa Blanca fue "cuidadosa" para su estilo natural, cosa que no se espera en este segundo mandato. Tiene la experiencia previa, mucha más edad y menos paciencia para cumplir sus metas.
Apenas al llegar, empezó la acción. Anuló los decretos de la administración Biden, estableció un gabinete lleno de millonarios sin respeto por la noción de Estado-nación ni por los principios de soberanía y no injerencia en asuntos internos o los tratados internacionales —ya se retiró de la OMS y de la Convención del Cambio Climático—, así como su fuerte decisión de cargar la mayoría de males del país sobre un enemigo interno o externo.
Los migrantes son el chivo expiatorio elegido por Trump y, como tales, los primeros afectados. Por la carga laboral de los mismos y su incidencia en la economía norteamericana, puede que la medida de deportaciones masivas no le sea a Trump tan efectiva como cree.
Adicionalmente, su obsesión por China y la idea de ser "el número uno del mundo" lo han llevado a tomar decisiones drásticas que irrespetan tratados vinculantes, como el aumento de aranceles a Canadá y México (socios en un TLC) y también a la nación asiática, lo que desencadenará un aumento en el costo de vida para los ciudadanos, que ya sufren los embates de una situación económica delicada.
¿Le importará poner la carga económica sobre los más pobres? ¿O sobre los que lo votaron mayoritariamente? Probablemente no. Es su mentalidad de millonario. Algunos deben sacrificarse, y serán millones. "Hacer grande a América" es, en esencia, garantizar el poder de una minoría a la que la misma "América" le queda pequeña, pues sus intereses son los de conquistar nuevos planetas. No por nada, los magnates de la tecnología fueron sus principales invitados en la toma de posesión.
Los tiempos que vienen serán convulsos con un supremacista obsesionado, que se lleva cualquier regla de juego por el medio, en complicidad con aquellos que necesitan la consolidación de un planeta con esas condiciones para seguir ampliando su poderío.
Mariel Carrillo García