Historia viva | Tinocus habemus, 4 de febrero de 1992

05/02/2025.- El terremoto político generado en Venezuela por los jóvenes militares liderados por el teniente coronel Hugo Chávez Frías el 4 de febrero de 1992 fue de tal impacto que se resquebrajó la aparente unidad cristalizada del cuerpo castrense del Estado puntofijista. Con esa acción se tambalearon las estructuras decadentes y corruptas de las relaciones político-financieras en el país y, por sobre todo, se generó un clima de expectativa sobre el devenir de Venezuela protagonizado por esos jóvenes, con una resonancia histórica que ha trascendido hasta nuestros días.

El levantamiento militar proponía cambios estructurales en la sociedad venezolana, cuya raíz ideológica estaba en el pensamiento de Bolívar y su república radical como guía del proyecto, tal y como está contenido en El libro azul, base documental del proyecto Simón Bolívar, eso es, un plan que se convirtió en programa concreto a partir de 1999.

Mientras ocurría el alzamiento desde el Museo Histórico Militar —hoy Cuartel de la Montaña—, en los salones de Miraflores, como en el Banco Central de Venezuela y en el mundo financiero dominado por viejas y nuevas castas de propietarios, se cocían los negocios, trampas y movimientos especulativos que les aseguraban los intereses a las élites oligárquicas. Uno de los más conspicuos representantes de la casta familiar Rockefeller, Pedro Tinoco Jiménez, nominado "hijo", hacía lo propio para unir a los grupos élites empresariales y castas familiares de la oligarquía, empeñados en guerra tribal por hacerse con los dineros del Estado.

Dichos grupos financieros y empresariales estaban para el momento en una "competencia" feroz, más bien una matazón a cuchillo, bombas y explosivas descalificaciones públicas protagonizadas entre dos grupos empresariales mediáticos con intereses económicos en el sector financiero, como eran RCTV y Venevisión.

RCTV era representada por el fino y delicado Marcel Granier, y Venevisión por Gustavo Cisneros. Este estaba apoyado por Carlos Andrés Pérez, la gusanera empresarial cubana de Miami, Florida, y el lobby judío en Washington. Tenía una ventaja local cuando se colocó al lado de Pedro Tinoco, apoderado de los Rockefeller en Venezuela, y sirvió de mediador para vender la cadena de automercados CADA (Rockefeller) a los Cisneros en los años setenta.

Tanto Tinoco como Cisneros eran de las nuevas caras de castas familiares del poder emergente (años setenta y ochenta) que nunca han dudado en ocultar las barajas del poder para arrebatar a las viejas castas los beneficios de la renta petrolera u otra fuente de administración pública, tal cual lo hicieron los amos del valle de Caracas, entre otros los Machado Zuloaga.

Uno de los fusilados en estas "competencias" fue Nicomedes Zuloaga Hijo. Acusado de manejos dolosos de recursos públicos, fue sometido a juicios vergonzosos por ladrón, de donde lo salvó el lobby político de Carlos Andrés Pérez a finales de los años ochenta.

Mientras, Pedro Tinoco asumió la presidencia del Banco Central de Venezuela en el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez (1989). La insurrección popular del Caracazo dio una campanada contra la política económica anunciada en febrero de ese año. Sin embargo, el paquete económico de CAP continuó, aconsejado por "el tanque pensante" Tinoco.

Pedro Tinoco, como gran zar de las finanzas, favoreció con políticas y gestiones en el BCV los negocios del Banco Latino. Fue su propietario desde 1975 hasta que se ocultó al renunciar al Banco Latino en 1989, cuando quedó como asesor para disfrazar su puesto oficial en el BCV. Las figuras de testaferros como Gustavo Gómez López le sirvieron hasta su fallecimiento. Gómez López, quien ocupó la presidencia del Banco Latino en 1992, dio rienda suelta a la captación privilegiada de fondos de fideicomiso del Estado venezolano, para luego estafarlos al no retribuir los recursos a los trabajadores beneficiarios y cometer distracción y aprovechamiento fraudulento de fondos públicos, según lo acusaron quienes lo demandaron por delincuente financiero.

En razón de la corrida bancaria, en febrero de 1994, el gobierno recién electo de Rafael Caldera entregó al Metropolitano, Venezuela y Consolidado la cantidad de 7 mil 500 millones de dólares de fondos como auxilios financieros, que se desaparecieron junto a los principales responsables de los bancos beneficiados. Entre ellos estuvieron Orlando Castro Llanes, Fernando Araujo (director del Banco Metropolitano y yerno de Rafael Caldera), José Bauza (Banco Venezuela) y José Álvarez Sterling (Banco Consolidado). Gustavo Gómez López no estaba en la lista, pero también se fugó cuando un tribunal le dictó auto de detención el 2 de marzo de 1994.

Gustavo Gómez López, al morir Pedro Tinoco en 1993, dejó la presidencia del Banco Latino. Se fugó de Venezuela con una fortuna en 1994, fue acusado por fraude financiero y otros delitos en un tribunal de Florida (EE. UU.), de los que salió airoso, curiosamente. Hoy dirige un bufete en España especializado en el negocio financiero, visas, refugiados y otras gestiones donde se presume hay asociación con las viejas castas familiares de Caracas.

Con los Tinoco, terminó una segunda camada de hijos de castas familiares adláteres o testaferros de las castas familiares de poder en EE. UU. (Rockefeller / Rothschild). Del mismo modo, se ha ido desvaneciendo la de los Cisneros-Phelps, que migraron para hacer negocios en el norte tras la distopía del sueño americano.

 

Aldemaro Barrios Romero


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