Vitrina de nimiedades | Las "malas palabras" en las redes sociales

08/02/20254.- No sabemos cómo narrarían hoy estudiosos como Ángel Rosenblat nuestro uso del español. Podríamos, eso sí, suponer que las redes sociales serían uno de los puntos focales de sus estudios. Quizás uno de los más importantes. El manejo del lenguaje en esos entornos, donde el rigor gramatical parece a veces una fantasía, llama a una revisión de esas palabras que no están admitidas en un post o en un reel… Sí, hay expresiones prohibidas en esos espacios, diseñados para vendernos una ilusa visión de libertad. Hay reglas poco conocidas, casi imperceptibles, que también permean nuestra relación con el idioma.

Estas restricciones están relacionadas con las políticas de protección de la comunidad de usuarios, para prevenir la incitación al odio, la discriminación, la violencia y el acoso sexual. En esa línea, las tradicionales groserías no están permitidas en Meta, pero tampoco lo están los lugares comunes que nos ha regalado por décadas la publicidad. De acuerdo con las experiencias de profesionales del marketing digital, no pueden usarse frases que se consideren engañosas o que puedan percibirse como presión sobre los potenciales consumidores. Nada de ofrecer rejuvenecimientos faciales en siete días o perder kilos sin darse cuenta, menos aún insinuar una oferta "por tiempo limitado". La ilusión debe buscar palabras más simples y suaves.

Ese reto no solo se presenta para la publicidad. Los usuarios de las redes sociales en general deben cuidar también sus expresiones. En Instagram, por ejemplo, no están admitidas palabras que estimulen el odio, el bullying o la violencia, tampoco expresiones abiertas sobre sexo, drogas o autolesiones. Porno, suicidio, casino, anorexia o bulimia son un ejemplo de las "malas palabras" que el algoritmo de la plataforma penaliza, incluso si se usan las expresiones en otros idiomas. Pueden ser susceptibles de castigo, sin importar el tipo de contenido. Sea un post o una transmisión en vivo, el lenguaje siempre debe cuidarse.

Esas normas parecen resolver un tema de forma, pero realmente empujan a nuevas fórmulas para expresarse. El "delicioso", "el fornicio" o "el sin respeto" son expresiones usadas hoy en redes para referirse a las relaciones sexuales. En vez de ofrecer tratamientos para bajar de peso, se ofrecen nuevas formas para comer saludablemente. En lugar de vender métodos para lograr un cuerpo voluptuoso y bien torneado, se difunden consejos para vivir en movimiento, ganar masa muscular y llegar a la tercera edad con salud. Frente a las restricciones, el idioma siempre ofrece fórmulas poderosas para posicionar ideas y conceptos.

Ese ingenio cobra más fuerza cuando prima la necesidad de hablar sobre situaciones complejas. Los algoritmos, guiados por humanos, no entenderían que las urgencias humanas siempre saldrán a flote, aunque términos como "suicidio" deban disfrazarse con expresiones como "desvivir". La riqueza del idioma, tan humano, tan nuestro, siempre irá al rescate frente a las restricciones de cualquier época. Las "malas palabras" en las redes sociales, al final, no esconden el mundo que está fuera del teléfono.

 

Rosa E. Pellegrino


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