Palabr(ar)ota | ¡Quién fuera nazi!
12/02/2025.- En su frenesí por distanciarse de la realidad inmediata, los surrealistas inventaron, entre otros parapetos retóricos, las llamadas aproximaciones insólitas.
Aquel “encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección” que André Bretón imaginó como un acto de violencia extrema contra lo cotidiano y la rutina, a la luz de lo que sucede hoy no sería más agresivo que el beso de una abuelita.
Que Elon Musk termine un discurso con un enérgico saludo nazi es algo que tal vez escandalice a muchos, pero no debería sorprender a nadie.
Que unos cuantos blanquitos en Alemania, en Ucrania, y quién sabe dónde más, se disfracen de Hitler y salgan a romper una que otra vitrina es algo a lo que ya llevamos décadas acostumbrándonos.
Que Netanyahu decida aplicar una solución final a lo que para él es el problema palestino, resulta desde todo punto de vista repulsivo, pero no nada nuevo.
En fin, que los manganzones de la oposición venezolana pidan a gritos una intervención militar extranjera, para que les devuelva el poder que les pertenece, según ellos, por derecho de sangre, por derechos monárquicos o por derecho de pernada, es algo que llevan haciendo tanto tiempo que ya son parte del paisaje.
Pero con esto del fascismo y los nazi, suceden algunas aproximaciones insólitas de tal calibre que dejan en pañales las más violentas fantasías de André Bretón.
Recuerdo haber visto hace tiempo la fotografía de una decena de peruanos de evidentes rasgos indígenas, de algo más de metro y medio de estatura y bien morenos, como Dios manda por estos lados, anunciar muy orondos que pertenecían al partido nazi del Perú.
Y ahora le tocó el turno a ese desorientado que llaman Kanye West declarar su amor por Hitler y su animadversión por Elon Musk por, según él, robarle su “estilo nazi”.
Hitler y su combo de asesinos arios estarán revolviéndose en las tumbas y maldiciendo a Bretón como responsable de que estos morenitos crean que dos extremos, no importa cuan distantes, siempre podrán tocarse, por muy insólito que parezca.
No saben esos peruanos, ni Kanye West, ni tantos otros como ellos, que su único punto de contacto viable con el nazismo sería en los hornos crematorios.
Cósimo Mandrillo