Punto y seguimos | Milei: chorro, malandrín y estafador
Choreo del siglo XXI
18/02/2025.- En el tango Chorra (ladrona), del célebre Enrique Santos Discépolo, un hombre narra su desgraciada historia, en la que cae en las garras de una estafadora que lo engrupe (seduce) para quitarle todo lo que tiene. La chorra viene, además, de una estirpe de ladrones, con madre también chorra y padre malandrín y estafador. La canción, amén de jocosa y un gran tango, relata muy bien la atemporal situación del engaño y el juego con los sentimientos ajenos con fines lucrativos.
Transcurrido ya un cuarto del siglo XXI, que se engañe y mienta con el propósito de obtener beneficios económicos sigue siendo tan normal como respirar, y no solo al nivel marginal de los chorros de la canción, sino a todos los niveles. Sin ir muy lejos, el presidente argentino Javier Milei se encuentra protagonizando un escándalo de chorreo internacional, al estafar, vía redes sociales, a miles de personas con la promoción de una supuesta criptomoneda llamada $ Libra.
En sus redes (Instagram y X), con millones de seguidores, Milei llamó a apoyar una iniciativa llamada Viva La Libertad Project, que supuestamente generaría inversiones en emprendimientos argentinos. Los libertarios corrieron a invertir, el valor se infló, pero rápidamente decayó hasta la casi nada, causando que la mayoría de los compradores perdiera su dinero a favor de los primeros tenedores, que aprovecharon para vender en el poco tiempo en que el valor estuvo disparado, obteniendo ganancias —según la mayoría de los medios— de entre setenta y cien millones de dólares. Parece tratarse de un tipo de estafa financiera piramidal conocida como esquema Ponzi (donde las inversiones de los últimos pagan las utilidades de los primeros).
También, para referirse al caso, han utilizado la etiqueta #memecoin, es decir, la publicación y promoción de una criptomoneda falsa en la que miles invierten, generando ganancias a unos pocos difíciles de identificar. Esto ocurre, en realidad, mucho en el mundo cripto; lo que resalta, por supuesto, es que quien lo haga sea el presidente de un país, uno que además se proclama como representante de la decencia y la anticorrupción. La jugada, de la que intentó desligarse tontamente diciendo que era algo "que no tenía interiorizado", le ha valido no solo el escándalo y la burla, sino que lo deja a las puertas de un juicio político por parte del Senado.
Investigaciones han probado que sí que tenía —por lo menos— conocimiento de quiénes eran los dueños de la empresa de la chimbocripto, con quienes se reunió en varios eventos y hasta se tomó fotos para las redes.
Aun así, vaya que existe una red de defensa de este tipo de chorros de "cuello blanco". Alegan que lo hizo de "buena onda", "no sabía bien qué era" o, la peor, "lo hizo solo siguiendo los pasos de Trump", en referencia a la promoción, hace par de meses, de una #memecoin por parte del presidente norteamericano, como si eso supusiera defensa alguna.
Es que esa parece ser la calidad de los adalides de la libertad: empresarios, presidentes, malandrines y estafadores. Así le va al mundo.
Mariel Carrillo García