Al derecho y al revés | Sigue la Usaid y también la guerra
19/02/2025.- Si nos atenemos a lo que se lee en la prensa mundial —la llamada "independiente"—, estamos ante un fenómeno jamás visto: un buscapleitos de toda la vida, como es el presidente de los Estados Unidos, estaría forjando las bases de una paz planetaria.
¡Fin de mundo!, diría mi abuela.
Es mejor entonces fijarnos más en los hechos y sus actores que en las promesas.
Donald Trump, antes de reunirse con Vladímir Putin, había anunciado no solo la paz en Ucrania, sino en Gaza, y en ambos casos dio a conocer sus planes de pacificación, que en el caso de Palestina más bien parecen ser un ukase.
Veamos todos estos movimientos presuntamente pacifistas que el presidente yanqui y su equipo de gobierno le ofrecen al mundo como símbolo de su amor a la paz.
En Gaza, Trump dispone que para implementar su oferta han de ser echados de sus tierras dos millones de palestinos y recolocados —como si se tratara de muebles y no de seres humanos— en Siria, Egipto y el Líbano.
No ofrece el catire evidencias de que esos países admitan en sus territorios al menos seiscientos mil palestinos llevados a la fuerza.
Egipto respondió tangencialmente con una bravata dirigida a Israel: "Si comienzan una guerra —los israelitas—, estaremos en dos días llegando a Jerusalén".
En el Líbano, cansados sus habitantes de varias décadas de guerras en su territorio entre las milicias chiitas y los israelitas —que se la pasan bombardeando Beirut y no pagan los daños—, saben muy bien que, aun admitiendo que entre EE. UU. e Israel quizás puedan desalojar hacia Irán las milicias Hezbolá, eso no finalizaría la guerra, porque los palestinos recién llegados intentarían siempre volver a sus predios.
De Siria, no se puede hacer otra cosa que conjeturas, porque allí ahora hay una guerra civil en un país invadido y a punto de perder más territorios.
De manera que el plan de paz de Trump —estrambótico como muchas de sus cosas— de desalojar la franja de Gaza, donde aún quedan centenares de cadáveres no rescatados, para construir un gran balneario, que obviamente competiría —si hay gente con el estómago o el valor de ir a tomar el sol donde una vez vivieron seres humanos asesinados por la aviación y los tanques de Netanyahu— con los existentes en España, Italia, Grecia, Turquía y la antigua Yugoslavia —también esta última bombardeada por la OTAN el siglo pasado—, como que no va al punto, pues Israel protestó no haber sido informado de dicho plan.
La paz en Ucrania consiste en cobrar las presuntas donaciones de pertrechos a ese país, pero no por parte de la OTAN, sino por EE. UU., país que a su vez cobraría tomando los campos de tierras raras que allí existen.
Rusia y EE. UU. acuerdan que Ucrania pierda todos los territorios que perdió en esta guerra, y los que también perdió antes, como Crimea, etc.
Acuerdan que Ucrania no ingrese a la OTAN —con lo cual tampoco a la Comunidad Europea—, que se desmilitarice con un ejército quizás de veinte mil efectivos y que se olvide de tener armas nucleares.
Una paz en la cual evidentemente ni consultaron a los ucranianos, ni será definitiva, porque ese clavo quedará en el alma ucraniana, aunque se largue ese payaso que es Zelenski.
Hay algo "pacifista" que nos concierne: el presunto desmantelamiento de la Usaid, algo en lo cual los venezolanos de bien no pueden creer.
Es decir, no creo que un imperio tradicionalmente injerencista, que tiene cientos de bases militares en el mundo, dirigido por una paloma como es Trump, de repente cierre su principal palanca para inmiscuirse en la política de otros países.
Cambiará o no de nombre esa y otras muchas agencias de EE. UU. para "ayudar" a los pueblos, pero a lo sumo serán sustituidas por otras.
La Usaid se burló de Trump en su primer mandato, al insistir que la oposición local más antipatria y maleta que se haya visto, derrocaría al gobierno venezolano.
Por fortuna, no fue así, pero esos ineptos robaron a montón, junto con los gringos que les pasaban el billete. Trump ahora se está vengando, pero no de todos.
Mientras escribía estas líneas, escuché a un par de periodistas que desde la radio seguían despotricando del gobierno, sin ninguna razón.
Esos están entre los que, según documentos de la Usaid, cobraban… y deben seguir chupando.
Como todo lo que hacen este par de pajarracos nos daña, propongo que desde la Asamblea Nacional se legisle no solo para meterlos presos —que para eso existen leyes—, sino para que, en pro de la paz y la decencia, los expulsen de todos los medios venezolanos.
Es trabajo para estos o los siguientes diputados.
Domingo Alberto Rangel