Tinte polisémico | Amistad, inteligencia y conocimiento
21/02/2025.- La amistad definida como una relación afectiva entre los humanos, construida a través del tiempo, como un sentimiento, con base en el cariño, la confianza, el apoyo recíproco, la lealtad, la comunicación y, quizás lo más importante, la empatía, el respeto y el sentido de los límites de la individualidad.
Generalmente, se comparten o se tiene afinidad por los mismos intereses, experiencias, emociones, y en muchas ocasiones surge de la admiración unilateral o mutua por quien consideremos nuestras amigas o nuestros amigos.
Abundan las definiciones metafóricas y poéticas respecto de la amistad:
"Tesoro de los mortales, que los dioses y los sabios desean adquirir, pero los necios y obtusos dilapidan y gastan inconscientemente".
"Un corazón que habita en dos almas. Un alma que habita en dos cuerpos".
Se atribuyen estas definiciones a notables romanos y griegos como Cicerón, Séneca y Aristóteles.
Este último filósofo categorizó la amistad en tres tipos: la que se identificaba por compartir la diversión; es decir, el placer, el disfrute es el fundamento de la relación; la que se orienta y su génesis es el interés, vínculo en el cual subyace la obtención de algo, esencialmente pragmatismo; y, por último, la virtuosa, perfecta, la verdadera y auténtica, la que consiste en la búsqueda del bien para el prójimo, de tu amigo, inclusive con trascendencia colectiva.
Vale la pena destacar un caso emblemático, el de las discrepancias entre dos filósofos sumamente importantes: Platón, el maestro, y su discípulo, el mismo Aristóteles, quien dejó de concurrir al jardín de Academo y fundó su propia escuela, la de los peripatéticos.
La situación llegó a ser tan tirante entre ambos amantes de la sabiduría que se llegó a interpelar a Aristóteles, por parte de amigos comunes, quienes le preguntaron:
—¿Eres amigo o enemigo de Platón?
A lo cual Aristóteles respondió:
—Soy amigo de Platón; pero más amigo de la verdad.
Cabe entonces hacer algunas consideraciones sobre la amistad entre Aristóteles y Platón.
Siempre que se critica la obra artística, científica, literaria o política de un amigo, normalmente, el amigo se incomoda.
¿La amistad virtuosa se rompe porque además de sentir pensamos?
¿Por qué dos hombres tan inteligentes racionalmente no lo fueron también emocionalmente?
Nos atrevemos a decir entonces que en nuestros tiempos, sometidos a las presiones de nuestra realidad convulsa, incierta, signada por la inmediatez de lo digital, la superficialidad del consumo que impone la mercadotecnia y la inteligencia artificial, la racionalidad geopolítica, donde se juega con la sustentabilidad de la vida en el planeta, que, quizás, pueda una amistad genuina, que trascienda a lo social y la utopía de una humanidad solidaria, se haga viable y factible para que los pueblos del globo nos hagamos "panas".
Que se conjuguen, entre tantos otros, los saberes y aportes de Jürgen Habermas, por un diálogo racional para la democracia; Slavoj Žižek, porque salgamos de las trampas ideológicas que nos ciegan; Martha Nussbaum, que la justicia no es cálculo frío, sino que incluye la emoción; Byung-Chul Han, que la modernidad es una esclavitud disfrazada de libertad; Peter Sloterdijk, que las viejas estructuras de la modernidad han colapsado, y de Enrique Dussel, por una nueva ética para el Homo sapiens sapiens.
Héctor Eduardo Aponte Díaz
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