Comentarios noticiables | El diálogo de paz entre EE. UU. y Rusia

En espera de un palpable acuerdo

22/02/2025.- Los cuatro años de permanencia en el poder de la administración Biden mostraron con claridad el peligro que implica para el derecho humano a la paz y la seguridad mundiales el rumbo de la carrera desenfrenada hacia la guerra. La política de esa administración, que había apostado abiertamente por aplastar a Rusia mediante la fuerza económica y militar, ha sido la causa de un brusco aumento de la tensión mundial, que todavía se mantiene con la amenaza de una catástrofe nuclear.

El expresidente Biden, durante su mandato, conservó un espíritu patriotero que aprovechó para plantear, en ese contexto político entre 2021 y 2025, la maquiavélica tarea de apoyarse en el Fondo Monetario Internacional (FMI) como el instrumento de coerción y de imposiciones económicas que solamente agradan a sus acreedores favoritos y que funcionan como una aspiradora que se engulle el capital que necesitan los países pobres. En las negociaciones con el FMI, un país pobre puede pagar ocho veces su deuda externa y continuar pagando una cantidad superior a tres veces su deuda original. Paralelamente al FMI, funciona, desde 1973, el sistema Swift de Estados Unidos, que permite transacciones rápidas y eficientes entre bancos de todo el mundo y que en los actuales momentos bloquea más de trescientos mil millones de dólares pertenecientes al sistema bancario de la Federación de Rusia. Esto ha buscado precipitadamente desplomar las operaciones financieras del país eslavo, aunque no ha logrado alterar la economía de Rusia, debido a que no se han producido quiebras escandalosas y/o fraudulentas como se producen en varios países occidentales.

En el territorio ruso, el empollar planes destinados a la desestabilización política y económica de la nación eslava no procede. La línea obstruccionista de Washington y la Unión Europea (UE) se ha visto limitada por ser una política vacía de principios, dignidad nacional y justicia, que no puede prevalecer en un país con una moral que no pudo ser liquidada durante la Gran Guerra patria y que demostró un supremo valor en la victoria contra el nazifascismo alemán.

La contraofensiva del Ejército Rojo de la Rusia soviética, en ese momento, no paró hasta que la bandera roja con la hoz y el martillo fue izada el día 2 de mayo de 1945 en los altos del Reichstag en Berlín. La bandera fue colocada por el soldado del ejército soviético Grigori Bulátov, quien la hizo ondear. Los historiadores burgueses de la Segunda Guerra Mundial, durante mucho tiempo, trataron de ocultar con manipulaciones e ineficacia lo que sucedió en la toma de Berlín, la fortaleza de Brest, los novecientos días de resistencia victoriosa de Leningrado, el heroísmo de los marinos de Sebastopol, la decisiva batalla de Kursk, la defensa de Moscú y, finalmente, la batalla de Stalingrado, que fue noticia hace más de ochenta y dos años y que finalizó con la más grande derrota militar sufrida por el ejército alemán.

El mariscal de campo del Sexto Ejército alemán, Friedrich Wilhelm Ernst Paulus, en la parte final de la derrota militar en la batalla de Stalingrado, al caer prisionero el 12 de febrero de 1943, afirmó que el bien pensado plan de la batalla de Stalingrado, elaborado por el mando supremo soviético, fue realizado con la exactitud de un mecanismo de reloj. Actualmente, sobre esto cabe preguntarse: ¿qué tan bueno es el presidente de EE. UU., Donald Trump, que ahora ordenó abrir medios pacíficos para la normalización de las relaciones diplomáticas entre su administración y la Federación de Rusia? Por ello, los cancilleres de Estados Unidos, Marco Rubio, y de Rusia, Serguéi Lavrov, se reunieron en la ciudad de Riad, Arabia Saudita, para tratar el arreglo pacífico de las controversias existentes, que conduzca a la eliminación de los muros unilaterales heredados de la anterior administración, hacia la cooperación económica-comercial y la inversión mutuamente beneficiosa para ambas partes. El tema de Ucrania fue parte de lo conversado en dicha reunión, en la que Lavrov destacó la posición del presidente Vladímir Putin sobre los tormentosos acontecimientos que atraviesa la política del régimen ucraniano.

La alternativa entre Estados Unidos y Rusia necesita tiempos de acciones pacíficas que sean viables con negociaciones directas. No basta con disponerse a la reconciliación. Se trata de reaccionar y reavivar la paz y la seguridad mundiales; no de imponer modelos de desarrollo ni de vida.

Para que el diálogo de paz entre Estados Unidos y Rusia se dé con un palpable acuerdo, se debe cesar en la creencia de que la nación estadounidense es la mayor potencia militar, que tiene como medio principal la fuerza para alcanzar sus objetivos en la palestra mundial, en detrimento de los otros países que deben estar destinados a ser sus aliados.

 

J. J. Álvarez


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