Retina | Engreimiento y lecturas

Si los libros son una joya, que sean joya para todas las personas

21/11/22.- Durante muchos años sostuve que mi casa era donde estuviera mi biblioteca. No era muy grande, pero eran libros que comencé a atesorar desde que tenía quizá nueve años. Recuerdo que la primera publicación que puse ahí fue los cuentos infantiles de Oscar Wilde. Luego llegaron varias novelas de Rómulo Gallegos.

Primero en mi barrio y más tarde en el liceo, coincidí con gente de mi edad que también disfrutaba de la lectura. Las conversaciones necesariamente ampliaban las posibilidades y las necesidades editoriales.

Había, sin embargo, una actitud en determinados lectores que me molestaba profundamente, se trata de una suerte de engreimiento, de odiosa postura de superioridad practicada por algunos lectores que pretendían hacerte sentir que si no habías leído determinado autor o libro, entonces no conocías lo más importante que había que conocer y, por ello, lo mejor era que no hablaras porque para esa persona eras muy ignorante. Si por alguna razón ya habías leído ese libro, eran capaces de coincidir con tus observaciones y de buscar durante la conversación otros libros o autores hasta lograr su propósito de sentirse en posición de superioridad lectora.

Fue así como descubrí que existían determinados libros, algunos muy importantes e interesantes, que resultaba muy difícil conseguir porque sus ediciones se habían realizado hacía ya muchos años o porque no fueron hechas para alcanzar un número grande de lectores. Eran libros que difícilmente podría poner en mi biblioteca y que su exclusividad me resultaba odiosa y retadora.

Afortunadamente para mí, apareció este tiempo en que uno podía comprar libros en cualquier parte del mundo y no solo en las librerías de tu ciudad. Compré algunos libros así, desde lejos y los esperé pacientemente. A veces los compré tres o cuatro veces para poder regalarlos.

Este momento de nuestra cultura también me permitió tener acceso a la lectura en formato digital. Lo hago desde hace muchos años, probablemente treinta años. Leo casi exclusivamente en formato digital. Conservo mi biblioteca, la misma desde los nueve años, que ahora casi no crece, pero porto en diversas memorias mi biblioteca digital.

En ocasiones he comprado libros impresos, de esos difíciles de conseguir, que se se usan para hacer alarde de lecturas a las que otras personas no pueden acceder. Los compro, los digitalizo y los pongo a disposición de quienes los quieran leer. Trato de quitarles su exclusividad. Si son una joya, que sean joya para todas las personas.

En mi caso, disfruto más al hablar sobre libros con personas que ya los han leído y me avergüenza un poco hacerlo con lecturas que los demás no han tenido. He procurado que, si lo hago, hablar de mis lecturas con un tono que no suene odioso y solo hablar de libros que de inmediato los puedo regalar.

 

Freddy Fernández | @filoyborde


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