Memorias de un escuálido en decadencia | Santo
28/02/2025.- ¡Ave María purísima! El gobierno comunista del Vaticano decidió canonizar al doctor José Gregorio Hernández y nos dejó a nosotros sin nada que decir, porque no podemos meternos con el santo, pero sí con la limosna. Tuvo que ser el Papa comunista Francisco el que diera ese paso a favor de la dictadura, para que nosotros nos quedáramos con la boca abierta y sin poder decir nada en contra, por temor a que nos castigue Dios, primero, y el santo, después. Así que la Conferencia Episcopal salió a agradecer y todos estamos en eso, porque, en verdad, ante tanto demonio suelto que hay por aquí, es bueno que tengamos un santo que esté pendiente de nosotros los pecadores, ahora y en la hora… En verdad que fueron muchos los gobiernos que tuvieron que esperar esta canonización del médico de los pobres. Llama la atención que fue justo cuando el Papa comunista estaba enfermo que firmó el decreto de la canonización. Debe ser que ese fue otro milagro de nuestro santo. Por ahora —esa frase nunca nos gustó nada—, estamos felices, pero lamentamos mucho que haya sido bajo esta dictadura cuando se logró lo que tanto habíamos solicitado. El compañero presidente Edmundo González publicó en X un mensaje diciendo que era un día histórico, y con mucha razón, como siempre, es un día histórico, como casi todos los días que pasamos en este país…
Y llegó el Carnaval y eso para nosotros no es noticia. Nosotros vivimos un carnaval permanente. Solo nos cambiamos las máscaras cuando hay elecciones. La gente nos conoce muy bien. Solos, o en caravana y comparsa, somos los mismos, la gente decente y pensante de este país. Lo bueno es que con el Carnaval, la gente se olvida de los compañeros que recibieron su disfrute de la Usaid. Así, Leopoldo —Poeta— López, Julio —Matemático— Borges, Carlos —Dólares— Vecchio, Juan —Interino— Guaidó y otros disfrutan del olvido de nuestra gente, mientras siguen viviendo cómodamente gracias a sus luchas por liberar a nuestro país de esta feroz dictadura. Sin embargo, no todo es malo: el compañero Trump nos arrimó una pa’l mingo y decidió suspender la licencia de Chevron y así nos dio un nuevo aire. Estamos contentos en un día tan lindo como este. Eso nos tiene con el pecho inflado de amor patrio por Trump. Siga así, compañero, que a usted no lo vamos a traicionar nunca, como sí hemos traicionado a otros. Otra cosa que nos tiene siempre contentos y fresquitos por dentro es la entrevista de María —Súmate— Machado con el Donald Trump júnior. Allí le dijo que si nos apoya su padre, le entregamos en pleno, como la luna llena, el país y todo lo que pida. Así que el hijo de Trump ya le debe estar diciendo a su padre y señor nuestro que hay un país que espera por él, y que venga a buscarlo pronto, como todos nosotros estamos esperando.
Es verdad también que las elecciones nos tienen metidos en un verdadero viacrucis. Lo de Primero Justicia no tiene nombre. Unos que sí y otros que no. Unos que quieren matar a Embajada Radonski y otros que lo quieren salvar. En fin, siempre hemos sido así. Hay muchos que quieren votar, aunque dicen que votar es reconocer al dictador, pero si el CNE alargó las elecciones fue porque alguno de nosotros se lo pidió, y por eso lo hicieron, para darnos el chance de volver a jodernos, porque, aquí entre nos, la dictadura no es pendeja.
El papá de Margot estaba escuchando la canción de Daniel Santos dedicada al Santo José Gregorio Hernández y dijo: "Ahora sí es verdad que cuando hay santos nuevos, los viejos no hacen milagros. Con San José Gregorio, al fin nos unimos. Tuvo que venir un santo a unirnos. Es el primer milagro del santo de los pobres". Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina salió gritando: "Dale más duro, que esa te la regaló el gobierno, muérgano".
—Hoy me gusta la vida mucho menos, / pero siempre me gusta vivir… —me declama Margot.
Roberto Malaver