02/03/2025.- No hacen falta diálogos ni mega efectos especiales al estilo Hollywood. Flow es tan impecable como si la hubiera hecho una decena de veteranos perfeccionistas de un gran emporio del cine. Pero no. No fue un ultrareconocido realizador del mundo audiovisual quien hizo esta película de animación, sino Gints Zilbalodis, un joven director autodidacta, de 30 años de edad, proveniente de Letonia, quien demostró que se puede hacer maravillas con sencillez y simplicidad.

La historia es más que fascinante, pues muestra (y lo sientes) cómo son los sentimientos de un gato: sus miedos, su desesperación, su temple, su lealtad, su capacidad de supervivencia en medio de un diluvio.

Es tan real como si un gato estuviera actuando y es ahí cuando te das cuenta que el propio director se metió en el papel: sabe, conoce y entiende a estos incomprendidos felinos hasta su flexibilidad, gestos, conducta, aseo, lealtad... Y lo supo transmitir muy bien.

Y eso de descifrar lo que siente un gato, Zilbalodis lo hizo de la manera más sencilla: por eso él es su guionista, editor, compositor musical y director. ¿Sus equipos? La creatividad y un blender (un software 3D de código abierto). Práctico y asequible. Aunque también contó con la ayuda de animadores y técnicos de sonido.

En la película, Flow no está solo: hace amistad con un pájaro secretario, un chigüire, un lémur de cola anillada y un perro labrador. Juntos mostrarán una gran historia de cierta complicidad y convivencia en medio de la adversidad. Es por ello que la narración visual con sonidos propios de animales estuvieron muy por encima de la ausencia de diálogos (y no hicieron falta).

Ya ha obtenido varios reconocimientos, incluyendo la estatuilla como mejor película animada en los Globos de Oro (por encima de "Intensamente 2", "Robot Salvaje", "Moana 2", "Memorias del caracol" y “Wallace y Gromit: La venganza se sirve con plumas”).

La noche de este viernes se llevó el premio César de la Academia del Cine Francés como mejor película de animación y muchos apuestan a que este domingo se lleve uno o los dos Oscar a los que está nominada: mejor película animada y mejor película internacional. Y los merece, sin dudas.

Gracias a esta película de 85 minutos, que ya está en las salas de cine comercial, podemos entender los miedos y noblezas de un gato (hasta el fin del mundo).

Gracias, Zilbalodis.

Rocío Cazal