Punto y seguimos | La OPEP y los prejuicios...
Sobre una organización del "tercer mundo".
04/03/2025.- Minar el control de las transnacionales petroleras nunca será perdonado.
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Que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es un ente intergubernamental exitoso debería ser claro para todo el mundo; sin embargo, después de sesenta años de historia, la organización continúa sufriendo del estigma y el prejuicio de ser un grupo creado, desarrollado y sostenido por países del "tercer mundo". El atrevimiento de organizar a los principales productores de petróleo para estabilizar los precios del mercado mundial de crudo en detrimento de las grandes transnacionales que imponían precios y tarifas a conveniencia le sigue costando a la OPEP.
Fuera de los países miembros, y especialmente en los países desarrollados, la OPEP es un cartel en el sentido despectivo de la palabra, y de ello se ha encargado muy bien la prensa mundial. Desde su fundación, la narrativa ha sido agorera. Se le vaticinaba el fracaso inminente —aunque seis décadas después se sigue previendo su "caída"—, se han publicado innumerables "análisis" donde se elucubra sobre las desavenencias de sus miembros, al tiempo que —nótese la contradicción— se dice que siempre están de acuerdo para "hacer lo que les da la gana" con el mercado petrolero. La mala prensa —lamentablemente—, ha impedido que el mundo entienda apropiadamente la historia, evolución y el rol fundamental que juega la OPEP en el control de los precios; precios que impactan de manera directa en la vida de los habitantes del planeta, todos dependientes de la energía que proveen los hidrocarburos.
Ninguna organización formada por gente de Medio Oriente, África y América Latina, con el poder de incidir en un asunto de naturaleza tan vital como el mercado energético podría esperar jugar en un terreno justo. No importa que la OPEP tenga un fondo de ayuda; pocos lo conocen. Tampoco importa que, en conjunto, emitan la misma cantidad de gases de efecto invernadero que Gran Bretaña, por ejemplo, o que tengan sesenta años de estadísticas constantes y metodológicamente sólidas. Las cifras de una organización del tercer mundo siempre llevan la sospecha de la "opacidad" y la "manipulación", nunca una fuente del todo confiable. No son como los números en apariencias transparentes de agencias pagadas con fondos privados, vinculados —si se mira a fondo— con intereses del negocio de la energía.
Aún y cuando, como toda organización, la OPEP tenga sus pros y sus contras, existe la necesidad de defenderla no solo como nuestra propia creación y proyecto, sino como instrumento estabilizador y como prueba de que los países productores y dueños de las materias primas que sostienen el mundo son más fuertes cuando están unidos.
Busquemos que la OPEP sea más reconocida como ejemplo de unión en las diferencias y como posibilidad de defensa frente a la salvajada del mercado.
Mariel Carrillo García