Crónicas y delirios | Deseo boca a vocablo

14/03/2025.- Las palabras poseen varios sentidos o sentidos ocultos. Por eso, un inocente vocablo puede transformarse en "peligroso", dependiendo de su ubicación en el contexto. Es lo que los lingüistas llaman polisemia, o sea, la diversa carga de significados. Aunque nosotros no somos tecnócratas en el tema, ni académicos de la lengua o de la lenguarada, vaya un ejemplo de "doble sentido" con retruécanos para ilustrar el comentario:

—Hola, Cuqui, mucho busto, hoy te ves rozagante, como para lavar y prestar la batea.

—Ay, señor Palomino, deje la lavativa. No me considere tan papaya, tan estira y encoge. Recuerde que tengo marido y que me debo al himeneo.

—Para himeneos, yo, mi princesa, mi reina pepeada, mi jamón de pierna o viceversa. Aprovechemos que las gradas están libres y tu desagradable esposo, de vacaciones en Pendejépolis.

—No lo diga ni en serio, Palomino, porque estoy hirviendo de calor en este Bello Monte (de Venus) y no aguanto el clímax.

—No seas tonta, querida. Yo sé que tienes un solo verano de infelicidad. Permíteme una poderosa inyección de alegría, una franca francachela, unos genes generales, un virus viril, y que además te obsequie una rosa dura, es decir, una rozadura.

—Si fuese soltera, don Palomo, me iría con usted a ver el panorama colonial en cualquier hotel de parejas disparejas, pero ya me encuentro enrolada en el matrimonio. ¡Prefiero al pájaro (bravo) de mi esposo y no a mil palomos volando!

—Me importa un pepino, Cuqui, porque desde que te conocí en la cocina de tu casa, deseo montarte en la olla con culantro y todo. ¿Me entiendes, Cuqui?

—Condóneme la necedad de escucharlo, señor, pues soy igual que Penélope, a quien no le hacían falta las primeras cuatro letras de su nombre.

—No sabes de lo que te pierdes, Cuqui mía: me titulé en estética dentro del seno de nuestra UCV, hice un posgrado de Meta-física en Palo Alto (EE. UU.) y, luego —para usar los conocimientos—, trabajé en una gran empresa matriz.

—¡Ay, Palomino! Usted es un hombre con dos borlas. Se nota que en su interior ha llevado una intensa vida.

—La vida sin tu caro cariño no vale nada, Cuqui. Un solo rizo tuyo jala como el carrizo; y cuando hablas, me provoca darte respiración boca a vocablo.

—No le prometo sacarle fiestas, señor Palomo, pero quizás en Navidad podamos tocar el furruco juntos.

—¿Después que pasen las erecciones (des)comunales, perdón, las elecciones comunales, Cuqui?

—Nunca pierda las esperanzas ni la cabeza, amigo mío, y preservatícese para la época del Niño Jesús.

—De acuerdo, diosa grandiosa, pues no quiero procrear otros niños. Los cinco de (des)cuidado diario que ya poseo, me zozobran y devastan. Entonces, ¿le echas plomo como un adelanto de amiga secreta?

—No sea ocioso, Palomo, no me turbe más. A propósito, ¿usted todavía labora en la transnacional Pir and Picho?

—No, me mudé para el consorcio Fiat Fiao Ltd., empresa que penetró el vernáculo mercado común de Venezuela. Ahí me tienes completamente a tus desórdenes, cielito.

—Aquí, entre nos y los dos, le confieso, señor Palomino, que me agradaría viajar con usted por los Países Bajos y la patria de mi vecino Bergamín, pero soy una cobarde de marca menor.

—Resuélvete ahora, mi Cuqui, mi Catalina rucia. Volemos desde el Triángulo de las Bermudas hasta el ombligo del mundo para colmarte de besos obesos y que tú me obsequies tus pecas pecaminosas.

—No siga con sus vulgarismos, señor Palomo. Respéteme o le tiraré unas trompetillas de Falopio. Chao.

 

Igor Delgado Senior


Noticias Relacionadas