Punto y seguimos | En Estados Unidos, la ley más importante es...
La "ley del oeste". El imperio de la violencia en el siglo XXI
18/03/2025.- La segunda administración Trump ha demostrado rápidamente que la única ley válida para "hacer a América grande de nuevo" es la "ley del oeste". El presidente Trump y su gabinete —integrado por una casta empresarial salvaje— imponen medidas con un nivel de violencia institucional digno de estudio y de repudio. En lo interno, Trump ha disuelto de golpe y porrazo (a través de órdenes ejecutivas) parte de la institucionalidad del país. Más allá de las opiniones que nos merezcan, por ejemplo, el desmantelamiento de agencias como la Usaid o la Agencia para los Medios Globales (USAGM), lo cierto es que también ha optado por atacar, por ejemplo, al Instituto de Servicios de Museos y Bibliotecas (IMLS) o promover que el Departamento de Educación ponga fin a las investigaciones sobre censura y prohibición de libros. Los defensores de los derechos civiles en ese país han catalogado esto como "un paso directo hacia la tiranía".
Mientras a sus ciudadanos les prohíben libros —en su mayoría escritos por extranjeros, afros o integrantes de colectivos LGBTQ+—, les cercenan derechos ya adquiridos y los amenazan con eliminar incluso el derecho de la nacionalidad por nacimiento; en lo que es un claro despliegue de racismo y supremacismo conservador. A los extranjeros se les trata como a basura indigna de pisar y existir en su suelo. La agresiva política migratoria de Trump no es solo antimigrantes, es antihumana. La reciente invocación de la Ley de Enemigos Extranjeros (Alien Enemies Act) de 1798 es prueba de ello, así como es también evidencia de cuánto están dispuestos a "retroceder", aplicando incluso medidas tan desfasadas como dicha legislación, que permitía hace más de doscientos años a los presidentes de Estados Unidos expulsar a extranjeros de naciones con las que estaban en guerra.
Que se invoque semejante anacronismo para expulsar migrantes en un intento de agilizar la "limpieza" del territorio, utilizando como excusa nada más y nada menos que el "Tren de Aragua" — organización delictiva a todas luces sobredimensionada, con dos objetivos: justificar la política migratoria y atacar a Venezuela— nos muestra el poco respeto que el gobierno estadounidense tiene por la verdad y por las leyes.
Pareciera claro que Trump, como decimos en criollo, "no cree en nada ni en nadie" y que acudirá a cualquier herramienta que tenga a la mano y creará los escenarios mediáticos para justificarlas. El Tren de Aragua, ya desmantelado en Venezuela, no ha tenido ni la magnitud ni la capacidad para operar al nivel de criminalidad y terrorismo internacional del que se le acusa.
Hasta Al Qaeda pareciera quedar chico al lado del Tren, según la propaganda estadounidense, muy bien sustentada por los grandes medios y la oposición nacional. Lo peor es que esto da pie al maltrato sistemático de migrantes inocentes de Venezuela y del resto del mundo, que están siendo sometidos a vejaciones y hasta el secuestro, al ser enviados sin pruebas y sin el debido proceso a cárceles de máxima seguridad en un tercer territorio. Mención aparte para El Salvador de Nayib Bukele, cuya indignidad pasará a la historia del continente y del mundo al prestarse para esta violación de derechos humanos a cambio de la "amistad" y el dinero de Trump.
En pleno 2025, vemos a un Estados Unidos de vuelta a sus raíces imperiales más violentas y a la reactivación moral de modos de relacionamiento que se creían superados, como el derecho de conquista. Definitivamente, la ley del más fuerte es lo único que entiende Donald Trump, y el peligro que eso representa es a lo que se enfrenta hoy el mundo.
Mariel Carrillo García