Mercedes Chacín propone a medios comunitarios combatir desinformación
El llamado se realizó durante el VI Coloquio Internacional Patria que se celebra en Cuba

17/03/25.- Este lunes la presidenta de la Fundación para la Comunicación Popular Ciudad CCS, Mercedes Chacín, propuso durante el VI Coloquio Internacional Patria, que se lleva a cabo en La Habana, Cuba, a todos los medios de comunicación contrahegemónicos combatir, de manera conjunta y en unidad, la desinformación y la mentira para que de esta manera se dé un salto organizativo que permita a los medios de información trabajar unidos para mitigar la manipulación de la verdad.
“Cualquier medio de comunicación contrahegemónico por más pequeño que sea o con el alcance que sea debe unirse en una gran telaraña donde miles de hormigas lleven su cargamento de contenidos”, destacó la también directora del diario digital Ciudad CCS durante su intervención en el evento sobre redes alternativas contra la guerra cognitiva.
En este sentido, instó a la creación de redes alternativas contrahegemónicas que permitan minimizar el control ejercido en la actualidad sobre las mentes de los seres humanos en todo el mundo. También denunció la existencia de plataformas que buscan “favorecer antivalores como normalizar la guerra, el cambio climático, el consumo de drogas y la comida chatarra, por mencionar solo 4 plagas del capitalismo que afecta a la humanidad”.
Además, planteó una estructura organizativa donde se desarrolle una gran base de datos con los medios contrahegemónicos de varios países, que todas las redes sociales sean colaborativas. Así como organizar una plataforma corresponsable por cada medio comunicativo, y realizar encuentros periódicos entre los responsables regionales para conformar líneas de acción y de esta manera combatir la desinformación.
A continuación, la ponencia completa de la presidenta de la Fundación para la Comunicación Popular Ciudad Caracas y directora del diario digital Ciudad CCS, Mercedes Chacín:
Redes alternativas contra la guerra cognitiva
Mercedes Chacín
Directora del diario digital Ciudad CCS-Venezuela
La experiencia de la Fundación para la Comunicación Popular CCS
Necesario aclarar que esta experiencia no es única en Venezuela, al lado de esa experiencia tenemos televisoras y radios comunitarias, tenemos a Telesur (homenajeada hoy en este importante Coloquio Patria de comunicadores contrahegemónicos), y que también existieron cientos de impresos alternativos y comunitarios que hicieron y hacen posible mantener al pueblo venezolano informado.
Pero sobre todo el pueblo venezolano contó con el Aló Presidente que a la postre explicó por qué fracasó el golpe contra Hugo Chávez y a fuerza del radio bemba recuperó la presidencia de Venezuela en 48 horas hace ya más de 20 años.
Nuestra historia
El diario impreso alternativo contrahegemónico Ciudad CCS nace el 8 de agosto de 2009 cuando era alcalde de Caracas Jorge Rodríguez, actual presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. Los medios de comunicación social que se unieron para derrocar por breve tiempo al Comandante Hugo Chávez en 2002 no solo seguían siendo hegemónicos en 2009 (aún lo son) si no que seguían mintiendo, tergiversando, manipulando y haciendo su trabajo con la guerra cognitiva contra el pueblo venezolano. El equipo Fundador de esa experiencia fue Ernesto Villegas, Ildegar Gil, Felipe Saldivia y quien les habla. Nació con una radio web en el bolsillo, a la que se agregaría en 2012 una revista cultural dominical llamada Épale CCS (encartada en la edición impresa de Ciudad CCS), una escuela de formación, la Yanira Albornoz, más recientemente las redes sociales (instrumento poderoso para controlar mentes y corazones) y nuestras publicaciones (revista y diario) pasaron al formato digital. Ciudad CCS es ahora un portal de noticias 24/7/365.
¿Nuestra ventaja? Tener suficiente apoyo institucional y económico para llegar a tener un máximo de 150 mil de ejemplares diarios repartidos gratuitamente en la Gran Caracas, lo cual tuvo un doble propósito: difundir la obra del Gobierno municipal en total sincronía con la difusión de los cambios introducidos por Chávez y la pacífica y bolivariana revolución.
La Fundación CCS se convirtió en una organización multiplataforma comunicacional que hizo posible romper o rasguñar esa hegemonía en el ámbito de los impresos y mantener informado al pueblo chavista de los avances de la revolución. Puertas afuera de nuestras redacciones trabajaba incansablemente la “canalla mediática” como llamaba el Comandante a los medios hegemónicos.
Con la muerte de Chávez en 2013 el imperio gringo vio la posibilidad de acabar con la revolución. Sin embargo, la oposición pierde con el candidato Henrique Capriles y comienza un ataque feroz contra el Gobierno de Nicolás Maduro en 2015 que incluye el combo violento y mortal de medidas coercitivas unilaterales, la escasez de alimentos, de combustibles, de medicinas, intentos de magnicidio y, en suma, la crisis de un modelo económico importador que contó con el apoyo del empresariado venezolano que obligó a nuestro líder a ingeniárselas para, en primera instancia, alimentar al pueblo venezolano. Llegó también la escasez de papel que afectó a todos los medios impresos por igual, Ciudad CCS y Épale CCS se convirtieron en semanarios y la pandemia hizo también su trabajo y una especie de slump mundial, para usar términos de la pelota, convirtieron a los teléfonos celulares en canales de información donde otra vez se impone el dinero en forma de algoritmo. Lo que habíamos avanzado en favor de la verdad es controlado por multimillonarios que lanzan satélites al espacio ya convencidos de que quien controla la comunicación controla a la Humanidad.
Hablemos entonces de ¿Qué hacer?
La primera vez que vine a Cuba tenía 24 años en 1987. Se cumplían 20 años del asesinato del Che Guevara. La Organización Continental Latino Americana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE) diseñó una actividad y partieron desde Argentina dos estudiantes que recogían o incorporaban en cada país dos compañeros más hasta llegar a Santiago de Cuba. Tuve la fortuna de ser escogida. Les cuento esto porque en aquella época los recuerdos o acontecimientos eran atrapados por cámaras fotográficas y por palabras. Estuve un mes en Cuba recorriendo la isla y no me quedó una imagen para el recuerdo porque me robaron el bolso con la cámara y seis rollos de películas. Un suceso así en este momento es impensable. Ahora nos escondemos de las cámaras de los teléfonos y los seres humanos nos hemos convertido en paparazis.
La irrupción de las redes sociales, de la mano de las nuevas tecnologías, ha puesto a los medios de comunicación y al periodismo en entredicho. Su crisis de credibilidad es anterior al surgimiento de las redes, sin embargo, la existencia de estas nuevas plataformas le imprime al debate sobre los flujos informativos, la libertad de expresión y el acceso a la información veraz, un estadio adicional en la búsqueda de la verdad que se oculta y se difunde en las RRSS.
La comunicación alternativa formaba parte de una necesidad, de una quimera, hace 50 años. Esa necesidad ya está aquí satisfecha y más que un sueño se ha convertido en pesadilla.
Las nuevas tecnologías nos han hecho partícipes y protagonistas del hecho comunicacional y las noticias son un día pertrecho de guerra, un día balas convertidas en hechos increíbles, otro día las tergiversaciones mandan y otro día las versiones y manipulaciones se imponen según quien tenga más poder y dinero que se traducen en poder de fuego “informativo”. El eufemismo y la hipocresía global trivializa las fake news y las posverdades son una categoría de “análisis”.
A esto se le suma la violación de la soberanía de los países con la estrategia del “lawfare” cuyo soporte son fundamentos jurídicos falaces que justifican legalmente desmanes y atropellos. Es una nueva forma de manipular y mentir donde los cabos sueltos no existen pues compran jueces, sobornan funcionarios y retrasan decisiones judiciales. No hay pruebas porque simplemente no las necesitan. Así construyen narrativas inverosímiles que en el caso de Venezuela tuvieron su “producción estelar” con el secuestro de Alex Saab, carteles de drogas liderados por Nicolás Maduro, delincuencia organizada que viaja en trenes, llamados a magnicidios con pago en millones de dólares y lo más grave: nos quieren convencer de que el fascismo es bueno y muy pronto reescribirán la historia universal con contenidos culturales para las nuevas generaciones que convertirán a Hitler en un buen hombre.
Es así como las redes sociales masificaron como nunca antes la participación del ser humano en la llamada aldea global y entender qué significa eso de que “el medio es el mensaje”. Ahí está el futuro o la clave en el futuro de la humanidad. Y no se trata de una exageración pedagógica afirmar esto.
Si bien las preocupaciones sobre la manipulación informativa no son nuevas -así como en general la discusión sobre los flujos informativos que en décadas pasadas han sido abordadas de manera incluso polémica en el seno de la Unesco-, en estas dos primeras décadas del siglo XXI el manejo de la información como arma ha encontrado nuevas vías, que han conducido a una masificación sin precedentes.
Huelga entonces decir que el poder de la industria cultural imperialista hegemónica requiere de nuevos bueyes que arreen y conviden a quienes creemos en la búsqueda de la verdad, en la paz y en la convivencia pacífica a unirnos en torno a la idea de crear músculos fuertes comunicacionales que nos permitan hacer frente a la mentira global.
Al igual que antes lo hacían poderosas familias que eran dueñas de rotativas (hoy obsoletas y sustituidas por satélites que compran multimillonarios para controlar quién ve qué, cuándo y por qué) que escupían millones de noticias falsas, los empresarios hoy compran la información para colocar las mentiras, ya no en papel, sino con la tecnología digital en las manos de miles de millones de personas. Estos multimillonarios no ocultan su intención de intervenir en los asuntos internos de los países para apoyar o deponer presidentes. Ejemplos sobre esto sobran, los más recientes impasses han surgido en el Reino Unido, Argentina, Bolivia, Brasil y Venezuela.
Enfrentar este peligro es impostergable. La guerra cognitiva llegó para quedarse. La desinformación es particularmente peligrosa porque frecuentemente está organizada, cuenta con los recursos necesarios y está reforzada por tecnología automatizada.
La desinformación, las noticias falsas, no necesariamente tiene el objetivo de convencer al público de la veracidad de su contenido, sino que busca impactar en el establecimiento de la agenda informativa, en los temas sobre los que la gente habla y discute.
La difusión de noticias falsas implica la discusión sobre la regulación y la autorregulación de las empresas que prestan los servicios en las redes sociales. Al ser presentadas como plataformas intermediarias y no como creadoras de contenido, han estado sujetas a una regulación más bien ligera que obvia delitos muy claros en otros medios de comunicación. Como la difamación, la injuria o la propaganda de guerra.
Las nuevas tecnologías generan dinámicas que simplifican la manipulación y amplifican las posibilidades de crear y difundir contenidos falsos o tendenciosos, así como la viralización de información que se descontextualiza de manera deliberada para la formación de matrices de opinión.
Un documento publicado por la mismísima OTAN en mayo de 2021, titulado “Contrarrestando la guerra cognitiva: conciencia y resistencia”, nos deja ver los peligros de la guerra cognitiva para la democracia. Tomemos algunos fragmentos:
“En la guerra cognitiva, la mente humana se convierte en el campo de batalla. El objetivo es cambiar no solo lo que la gente piensa, sino cómo piensa y actúa. Si se libra con éxito, moldea e influye en las creencias y comportamientos individuales y de grupo para favorecer los objetivos tácticos o estratégicos del agresor. En su forma extrema, tiene el potencial de fracturar y fragmentar a toda una sociedad, de modo que ya no tenga la voluntad colectiva de resistirse a las intenciones de un adversario. Un adversario podría someter a una sociedad sin recurrir a la fuerza o a la coerción”.
“Pretende sembrar la duda, introducir narrativas contradictorias, polarizar la opinión, radicalizar a los grupos y motivarlos para que lleven a cabo actos que puedan perturbar o fragmentar una sociedad”.
En mi país, Venezuela, las operaciones psicológicas y las conspiraciones mediáticas lograron sacar del poder al presidente Chávez en el año 2002. No son historias creadas para películas de ciencia ficción.
La tecnología hace cada vez más atractivas las comunicaciones digitales y la primera víctima es la infancia, pues son los primeros consumidores de sus productos propagadores de antivalores.
Es necesario hacer campañas coordinadas para que nos sigan en la RRSS, entrenar y formar a los influenciadores, construir espacios donde trabajemos en conjunto, organizados como en una gran redacción multiplataforma que nos permita establecer estrategias, planificar la construcción de matrices de opinión e informativas, producir contenidos que desnuden al adversario y otro sin fin de opciones comunicacionales que sabemos y podemos hacer. Con mucho respeto digo que nos falta trabajar unidos. Cualquier medio de comunicación contrahegemónico por pequeño que sea o con el alcance que sea debe unirse en una gran telaraña donde miles de hormigas lleven su cargamento de contenidos.
Urge el desarrollo de redes sociales propias que protejan a los países de la influencia de intereses políticos foráneos, que reduzcan al mínimo la injerencia y en lo inmediato crear redes alternativas de comunicación entre los iguales, redes alternativas contrahegemónicas que nos permitan minimizar el control que se ejerce sobre las mentes de millones de seres humanos para favorecer antivalores como normalizar la guerra, el cambio climático, el consumo de drogas y de comida chatarra, por mencionar solo cuatro “plagas” del capitalismo que afectan a la humanidad. Esa es la tarea.
No hay más talento allá afuera, no hay más inteligencia, tampoco hay menos ganas aquí adentro que afuera de batallar con la palabra, con las ideas, con las imágenes. Lo que si hay allá afuera es organización. Debemos hacer el esfuerzo de trabajar unidos y hacer valer nuevamente la tan antigua frase “en la unión está la fuerza”.
Por todo lo expuesto propongo que este encuentro de líderes de medios de comunicación deje un saldo organizativo que nos permita trabajar unidos para combatir la desinformación y la mentira.
1) Construir una lista de medios contrahegemónicos de nuestros países.
2) Organizar una plataforma con responsables por cada medio de comunicación.
3) Que todas las redes sociales que así lo permitan sean colaborativas.
4) Organizarnos por regiones o por número de países para difundir los contenidos.
5) Hacer reuniones periódicas de los responsables regionales para confirmar o cambiar estrategias o líneas de acción (vía internet o presenciales).
Muchas gracias.
ANNY PAUCAR / CIUDAD CCS