Al derecho y al revés | Dos Venezuelas

19/03/2025.- La frase que viene a continuación, ni es refrán, ni pretende ser aforismo: en realidad es de mi cosecha y la uso cuando, actuando como juez de paz, intento bajar el nivel del odio entre vecinos.

"El peor hombre —o mujer—, si eso existe, es capaz de prestarle ayuda a un desconocido en ciertas circunstancias".

Y "el mejor ser humano, si eso también existe, puede darte una patada en la espinilla".

Afortunadamente, la mayoría de los venezolanos no son malos… tampoco buenos… Somos seres humanos y punto.

Esta estadística poco formal se materializó el fin de semana pasado cuando asistí a dos eventos totalmente diferentes: uno, la Feria del Libro de Miranda —de la Filven—, ubicada en la redoma de Petare; y, el otro, la verbena profondos de obras benéficas que anualmente y durante casi un siglo organiza el Colegio San Ignacio.

En ambos ambientes lo pasé muy bien, acompañado por el escritor Luis Britto García y, en Petare, por Valentina Vadell, hija de Manuel Vadell, quien fue el primer y gran editor de mi padre.

Bien: en Petare, Luis hizo la presentación de su último libro y compartimos con el público que, siendo mayoritariamente chavista, sin embargo, no me adversó cuando, ante una pregunta, respondí que "soy independiente", lo que es la verdad.

Todo iba bien hasta que, saliendo para asistir a la verbena del San Ignacio, una joven periodista, creo que del Ministerio de Educación Superior, intentó obligar, vía testimonio grabado, a Luis Britto García para que recomendara un libro de un autor desconocido que ese ministerio acaba de producir.

La niña insistía, acosando a Luis con el micrófono y la cámara, hasta que alcé la voz y le pregunté si sabía quién es LBG, tal vez el más valioso hombre de letras e intelectual que tiene el gobierno. La respuesta fue en tono de defensa: "No, ¿y acaso debo saber quién es?".

Acostumbrado a responder tajantemente las idioteces, al instante respondí: "Usted, joven, es una ignorante para ser periodista, cubriendo por un ministerio una feria oficial donde el principal expositor es ese señor".

Como contragolpe, la periodista interpretó que yo quería ser entrevistado. Craso error. Le dije a Luis: "Vámonos", y como seguían tras nosotros, cámara en ristre, me detuve y les dije, ya llegando el viceministro: "Me cacho en el alma de ustedes… si la tienen", y nos largamos.

En la verbena, encontramos un mundo distinto: allí prácticamente no había afrodescendientes, como en Petare, pero en general nos fue bien como en la Filven hasta que encontré un familiar que me llamó con la mano para tomarnos una foto testimonial, que casi se malogra cuando el familiar mío, al estilo escuálido odioso, se negó a tomarse una foto con LBG "por ser ese señor chavista".

Algo que Luis no escuchó y que tampoco habría cambiado el buen rato que pasamos en el CSI, ya que la gente joven en general sí sabía quién era LBG y hasta fotos se tomaron con el escritor.

Moraleja: vencer la ignorancia y el irracional odio acumulado no es tarea fácil, pero es indispensable de hacer.

 

Domingo Alberto Rangel


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