Letra fría | Se fue tío Juancho

21/03/2025.- Con la triste partida del tío Juancho, en realidad Pablo Juan, se va el último de los hermanos Márquez García, una estirpe de ganaderos iniciada por mi abuelo, Vicente Alfredo Márquez Hernández, y Alcira García Urdaneta de Márquez. La incluyo porque también tuvo parte importante en la fundación de la hacienda Truquiflor, a principios del siglo pasado, cerca de La Concepción, en el municipio Jesús Enrique Lossada, hacienda que Juancho manejó a la muerte de mi abuelo Alfredo. Sin embargo, creo que esa se vendió cuando se encargó de las haciendas de tía Elisa, herencia de su esposo, el doctor Chucho Rodríguez Barboza, en San José de Perijá, circunstancia por la que fue presidente de la asociación de ganaderos de esa región.

Tío Juancho fue ingeniero agrónomo de la Universidad del Zulia. Recuerdo que su primer trabajo fue en el estado Portuguesa, y que, por ese tiempo (año 1966), yo viví en su cuarto de la Quinta Sallent, en la avenida Rafael María Baralt, después de mi fuga del liceo militar Jáuregui de La Grita.

Pablo Juan Márquez García partió este sábado 15 de marzo, a los 85 años. Lo puedo decir con certeza porque cuando yo nací, ya él tenía catorce años y estudiaba en el colegio Gonzaga, el mismo donde me gradué de bachiller. Me enteré por una llamada del primo Armando Baralt, esposo de mi prima Marina, mientras esperaba en el Museo de Bellas Artes la inauguración de la exposición póstuma de mi amigo Daniel González.

El primero de los hermanos que partió fue el primer Juancho, Juan Pablo Márquez García, a quien voy a dejar para el final porque, paradójicamente, es de quien tengo más información. Para mantener su recuerdo, los abuelos decidieron llamarlo Juancho, en memoria del hijo desaparecido en un naufragio en el lago de Maracaibo tres años antes de nacer él, ¡y Juancho se quedó!

Tuvimos nuestra última conversación hace poco más de un año. Fue precisamente sobre su hermano Juancho. Todo vino porque mi hija Ligeia necesitaba armar su árbol genealógico y no sabíamos el segundo apellido de la abuela Alcira, o no lo recordaba, porque la tía Eduvina siempre me decía —no sé si jodiendo— que descendíamos del general Rafael Urdaneta. Le dejé un audio y efectivamente me respondió, en un afectuoso mensaje, que su mamá, o sea, mi abuela Alcira, era García Urdaneta. Días más tarde, le colgué una nota de Paco Ortega sobre tragedias que conmovieron al Zulia. Le conté que me habría gustado conocerlo, por una antiquísima carta que me regaló mi querida tía Eduvina unos cuantos años atrás, como indicio genético de por qué yo salí el único "cabeza caliente" de una familia copeyana. Su respuesta fue: "¡Qué bueno! ¡A mí también!".

El segundo que partió fue tío Humberto —obviamente de allí viene mi nombre—, de quien recuerdo que manejaba las haciendas de abuelito Los Manantiales y Caño e Pescao, e iba mucho con el presidente del Banco de Maracaibo, un aficionado a la caza, pero no recuerdo su nombre. A ellos los veíamos mucho, porque para ir a la hacienda Bogotá de papá, pasábamos por el frente de Los Manantiales, que eran colindantes, allá en Sierra Azul. Él y papá eran unos linces en materia de relacionarse con banqueros para ir refinanciándose.

De tío Humberto, no tengo mucha información. Yo tendría unos once años cuando partió, y años más tarde murió su hijo Alfredito, que era buen primo y cercano, pero partió muy joven, creo que siendo decano de Humanidades de LUZ, o tal vez después de ocupar ese cargo. En cualquier caso, me habría informado con él. Lo que sí sé es que tío Humberto tuvo la muerte más grata que cualquiera de estos Márquez habría podido desear.

Mi padre, Efraín Antonio Márquez García, fue el tercero. Ganadero, presidente de la Ugalab y Ugadeb, uniones de ganaderos del Laberinto y de Boscán, y graduado de subteniente de la Academia Militar de Bogotá, Colombia. Murió en mis brazos, el 16 de octubre de 1978. Llegamos tarde a la clínica Amado. Yo iba manejando y, al tratar de llevarlo, tuve que arrodillarme con él en brazos, mientras llegaba la camilla, pero llegó fibrilando a la emergencia y, por más esfuerzos que hicieron, ya no había nada que hacer.

Con Juancho desaparece, entonces, esta dinastía de ganaderos. Hasta yo fui uno de ellos cuando murió papá, y estuve manejando la hacienda Los Colorados, cerca de La Paz, siempre con su asesoría, pero a los ocho meses le tuve que decir que volvía a Caracas. Tenía a mi familia sola. Definitivamente, yo era de la ciudad y todavía no había terminado la universidad. Él se encargó de todo, traspasó la propiedad y me guardó el ganado que quedaba. Nunca le conté la salvada que me echó estando yo en París por tres meses en 1983. En esos días, le tocó vender una vaca y me llegó la plata justo antes de venirme, así que pude regresar cargado de regalos para Dilcia y los muchachos.

¡Te voy a echar de menos, querido tío Juancho!, aunque me dejaste en tercera base como el mayor Márquez de la segunda generación. ¡Espero vivir al menos hasta esos 85 tuyos! Igualito, ¡lo único seguro es que, más temprano que tarde —o más tarde que temprano—, nos veremos en la eternidad!

 

Humberto Márquez

 

P.D.: El primer Juancho, Juan Pablo Márquez García, murió en el naufragio de la piragua Ana Cecilia, el domingo 8 de agosto de 1937, a las diez y veinte minutos de la noche.


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