Estoy almado | Los otros responsables

23/03/2025.- La lamentable migración venezolana no se hubiese exponenciado sin el bombardeo diario de contenidos de plataformas digitales, muchas de ellas financiadas con sumas multimillonarias pagadas por la Usaid o la NED, ambos organismos de Estados Unidos, el país a donde, precisamente, fueron a parar muchos de los que creyeron ciegamente en esos contenidos digitales. 

Sin duda, era parte de una vil estrategia. Aquellos medios y cuentas en redes que divulgaban los contenidos no les interesaban los migrantes ni su sufrimiento o calamidades. Querían justificar una narrativa para la cual les pagaban: los venezolanos “huían” del Gobierno. Esta premisa derivó en la percepción mediáticamente construida de que todos eran “perseguidos políticos”. Y, por tanto, todos tenían “derecho” a un asilo, preferiblemente en Estados Unidos. De ese modo se fue propiciando una migración. 

Todas esas creencias fueron instaladas en la percepción de los migrantes a través de lo que veían, oían y leían en medios y redes sociales. Es una responsabilidad que al parecer se ha ido diluyendo en el espectro de culpables, en un momento en que todos públicamente señalan a figuras de la ultraderecha venezolana.

Así como en el 2002 los medios fueron responsables de colocar a un sector de la población como carne de cañón para francotiradores escondidos en las azoteas de los edificios; o de incentivar a los jóvenes a inmiscuirse en la violencia callejera de las guarimbas a nombre de la “libertad” y la “democracia”, en este período de la historia las redes y sus medios lo volvieron a hacer. Les hicieron creer a los migrantes un inexistente mundo de hadas y fantasía. Lo más grave es que en esa labor de inoculación lograron también instalar un antivenezolanismo que no tiene nada que ver con adversar al chavismo. Consiguieron hacerlos sentir avergonzados de ser venezolan@s. 

Todo ese fenómeno, digno de estudio, fue impulsado por los mismos medios que, por cierto, intentan hoy simpatizar con los familiares de los venezolanos secuestrados en El Salvador.

También son los mismos que glorifican los llamados a intervención militar en el país o justifican los mensajes de la extrema derecha venezolana alineada con la política migratoria de Trump de criminalizar a migrantes venezolanos. 

Sin el trabajo sistemático de ese aparato mediático, todos los que creyeron buscar un “futuro mejor” en otras naciones, no estuviesen hoy secuestrados por el engaño, la humillación, la xenofobia, la criminalización, la rabia y la desesperanza. No solamente ocurre en Estados Unidos; también sucede en otros países de América Latina. 

Pasaron de ser migrantes económicos, guiados fielmente por lo que consumieron en redes y medios, a convertirse en rehenes del país donde se encuentran. 

Para que los migrantes venezolanos desestimaran la más mínima oportunidad de devolverse, la narrativa mediática, en su momento, dejó sembrada otra sensación efectiva y nociva al mismo tiempo: que tengan vergüenza de devolverse y se mantengan siempre orgullosos de haberse ido y no regresar jamás, pase lo que pase; sin importar que el país donde estén, las condiciones y oportunidades no sean mejores que las que puede ofrecerle su propia tierra.  

 

Manuel Palma


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