Crónicas y delirios | Los botones rojos y negros de Estados Unidos
28/03/2025.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mostró por vez primera a la periodista Laura Ingraham, del canal de televisión Fox News, el famoso botón rojo colocado sobre su escritorio en el Despacho Oval de la Casa Blanca. "Todos creen que es el arma nuclear. Comentan que, si lo presiono, será el fin del mundo", bromeó sarcásticamente el mandatario. Suponemos la gran inquietud de la periodista Ingraham, si acaso no formaba parte de la macabra chanza, frente a tal posibilidad destructiva del mundo.
Sin embargo, el botón rojo al cual se refería Trump no es propiamente el destinado a acabar con el planeta, sino el botón que le sirve para pedir sus cuotas de Coca-Cola light (¡Se bebe doce latas al día!, consumo cuya acción sobre el cerebro podría explicar muchas de las conductas del mandatario). Este dispositivo ya había sido utilizado por Trump durante el primer gobierno y su instalación fue uno de los detalles prioritarios en las renovaciones de su despacho, efectuadas tras el reposo político-existencial de Joe Biden.
Sin embargo, nos atrevemos a pensar, conociendo al personaje, que detrás de la chusca alusión sobre la forma para surtirse del líquido gaseoso, existe la real y tangible amenaza de pulsar alguna vez, y según su criterio, el mecanismo efectivo que podría acabarnos a todos sobre el globo terráqueo. ¡De solo pensarlo, se nos revuelve la paz del entendimiento!
Otro botón rojo tangible, esta vez contra la inmigración venezolana y también versus los nacionales de otros países (con la expectativa de pronto incluir a México), nos mantiene en una iracundia general por los graves procedimientos utilizados, las injusticias dignas de un Medioevo sin código penal y las inaceptables discriminaciones por raza, origen o simples tatuajes.
En lo que respecta a nuestros jóvenes, enviados por EE. UU. al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) de El Salvador, bien sabemos que lo hicieron sin ninguna fórmula de juicio ni medios legales. Fue una componenda entre el secretario de Estado, Marco Rubio, y el impresentable presidente salvadoreño, Nayib Bukele, un malévolo personajillo de tragicomedia letal, valga la comparación, quien más temprano que tarde recibirá el castigo de su pueblo y del continente latino. "¡Cosas veredes, Sancho!", como también "veredes" que nuestro país logrará el regreso de los jóvenes venezolanos detenidos en el Cecot.
Por otra parte, Estados Unidos ha logrado que algunas de las naciones de nuestra América, como las sumisas Costa Rica y Panamá, se transformen en receptores de inmigrantes asiáticos y africanos deportados del imperio (entre quienes hay, por ejemplo, pakistaníes, iraquíes, sirios, indios y marroquíes), para luego enviarlos a sus respectivos lugares de origen. Sin embargo, esto último está lejos de concretarse y, mientras tanto, la masa inmigratoria, desesperada y en un limbo universal, colma los albergues con reclamos que ya nadie escucha.
Hace apenas tres días, como bien sabemos, el presidente Trump impuso un arancel del 25% a todas las importaciones de cualquier país que compre petróleo o gas a Venezuela (arancel secundario, según se denomina), porque nuestra nación "ha sido muy hostil con Estados Unidos". La sanción incluye a España (quien ya contestó prometiendo, en apariencias, medidas equivalentes), India, Rusia, Singapur, China y Vietnam. Lo contradictorio del caso es que el propio Estados Unidos importó, en enero de este año, 8.6 millones de barriles de petróleo de Venezuela para cubrir, luego de la refinación, su propio mercado de gasolina. En caso de que ello fuese realmente así, constituiría "un tiro en el pie", de acuerdo al lugar común de moda.
Más recientemente, Trump firmó el decreto para eliminar el Departamento de Educación (Ministerio de Educación). "Vamos a cerrarlo lo más pronto posible, pues se gasta mucho y se obtiene poco", declaró a la prensa mientras sostenía el texto ejecutivo con su rúbrica, al lado de la titular del Departamento, la señora Linda McMahon, decisión que deberá ser ratificada sin problemas por un Senado con mayoría republicana.
Según los especialistas en la rama educativa, esta medida fuera de toda lógica afectará a diez millones de estudiantes que dependen de ayuda financiera para asistir a la universidad o realizar planes de formación profesional, y a millones de estudiantes con discapacidades que viven en la pobreza.
La secretaria de Educación, Linda McMahon, según lo consignamos en anterior artículo, no tiene ningún título universitario. Su currículo se sustenta en que fue promotora de lucha libre y posee una fortuna personal de mil millones de dólares, además de, seguramente, coincidir con Elon Musk en la idea de que existiendo la inteligencia artificial, un país no necesita formar médicos o abogados.
Esperemos que la Unesco, si no demora tanto como la misma ONU, se pronuncie sobre esta alarmante, impropia, antihistórica e inexplicable decisión trumpista. ¡Sí, esperemos!
Igor Delgado Senior