Letra fría | El área tres (toma dos)
Manifiesto de la renovación universitaria de la Escuela de Letras
25/11/22.- ¡Y llegaron los estudiantes y mandaron a parar! Acabaron con el mito de las vacas sagradas literarias, que mantenían una literatura tediosa y alcanforada, y con aquellas nuevas ideas libertarias elaboraron unos pénsum adecuados al naciente porvenir...
Como he dicho, yo no supe mucho porque estaba en Bogotá, pero sí sé que tuve en mis manos el Manifiesto de la renovación universitaria de la Escuela de Letras, y de lo poco que puedo recordar es aquella memorable consigna: “Cervantes, camarada, tu muerte será vengada”. Lo que también sé, es que si mis futuros amigos se comieron las verdes, y yo, a mi regreso pude disfrutar las maduras, de la magia de aquella novedosa propuesta académica.
Por aquello de la objetividad, tal vez los expertos pensaron en el área uno para los lingüistas con mi querido maestro Ángel Rosenblat, nuestra adorable Paola Bentivoglio y nuestra querida e inolvidable Rosalba Luliano, un hermoso ser que murió en un dudoso accidente de tránsito. El área dos era sin decirlo, como la cuota de los bolcheviques, la literatura latinoamericana y tal, incluida la venezolana porsu, y allí entraba el laureado Adriano González León, el comunista Francisco Navarrete, director por un tiempo, mi estimado profesor en la maestría de la Simón (USB) José Balza, el honorable Gustavo Díaz Solís, entre otros memorables, y se colearon dos ratas uruguayas Álvaro Barros Lémez y el tóxico Ángel Rama…
El área tres era como La Tierra de Nadie de la literatura, era como el paraíso de los creativos y maricones, sin ofensas de género, en principio fue mi área preferida, adoraba a Tutti Fruti, un parguito lindo y una flaca bella de tendencia lésbica que era el propio desperdicio sexual. Allí pululaban María Fernanda Palacios, Hanni Ossott, Alfredo Silva Estrada, Ida Gramcko, Guillént Pérez de onda orientalista, después llegó nuestro amigo Daniel Medvedov, y el jungiano Rafael López Pedraza. La propia fauna enredadora.
Allí estaba Rafael Cadenas, mi honorable profesor, a quien he admirado siempre, y no me avergüenza como tampoco me pasa con Jorge Luis Borges, porque la poesía siempre estará por encima de la perra política, o sino que lo diga Tlon, Uqbar Orbis Tertius o el descomunal poema Derrota de Cadenas.
Como decía Buck Canel: "No se vayan que esto se pone bueno" jajaja.
Humberto Márquez