Arte de leer | Tratado de la Negación de Fernando Pessoa

El arte de la ilusión metafórica

08/04/2025.- Fernando Pessoa fue un creador de universos. Además de haber escrito miles de páginas que van desde la poesía al periodismo, el singular literato portugués también incursionó en el esoterismo. Aunque no hay evidencias de que haya pertenecido a sociedades secretas o que practicara la masonería, muchos de sus escritos, otrora inéditos, muestran su alto conocimiento en esos temas.

Incluso, desde la poesía, Pessoa expresó su pasión por el misticismo a través de su obra Mensagem, un poema esotérico sobre la épica historia de su natal Portugal, único libro de versos publicado en vida del autor.

Algo curioso es que entre más de treinta mil documentos, unos miles siguen sin ser clasificados, que de acuerdo con el brasileño Carlos Pitella y el colombiano Jerónimo Pizarro se mantienen en ardua tarea de seguir publicando e indagando en ese vasto mundo pessoano.

Y así, han sido muchos los literatos y traductores que han compilado parte de su obra “oculta” exponiendo a un intrincado Pessoa, a un Fernando casi infinito en su carácter de escritor.

Uno de esos textos curiosos y por demás barroco se titula Tratado de la Negación, que aparece en el volumen Escritos sobre ocultismo y masonería, publicado por Alfama Editorial bajo la traducción, introducción y notas de Florencia Preatoni.

Leer a Pessoa es leer entre líneas, entre muchas. Y eso es más recurrente en este Tratado de la Negación:

  1. El mundo está formado de dos órdenes de fuerzas: las fuerzas que afirman y las fuerzas que niegan

Algunos entendidos en asuntos esotéricos, pudieran reducir ese enunciado a las enseñanzas de Manes, fundador del maniqueísmo. Pero más allá de esas interpretaciones y de su posible caracterización dicotómica, el ejercicio escritural mantiene su vibración poética, una especie de imágenes dialécticas que contrastan entre la luz y la oscuridad, un astro que destella en la negra noche:

2. Las fuerzas que afirman son las fuerzas creadoras del mundo, emanadas sucesivamente de lo único, del centro de la afirmación

3. Las fuerzas que niegan emanan de más allá de lo único

¿Pessoa estaba desarrollando su propio credo bajo un contexto inspirado en el tao oriental? Aunque este servidor carece de profundo conocimiento de la lengua lusa, revisando el texto en su idioma original y consultando a un especialista de literatura portuguesa, cuando el poeta hace referencia de lo “único”, se interpreta que no se refiere a lo óntico, dado que si fuese una entidad o persona estaría precedido del artículo determinado “el”.

Trascendiendo la discusión etimológica o de cualquier naturaleza filológica, es la dialéctica poética la que se observa, donde la imagen está oculta (mas no escondida) detrás de la palabra…

4. Lo único, de quien Dios, el Dios creador de las cosas, es apenas una manifestación, es una ilusión. Toda la creación es ficción e ilusión. Así como la materia es una ilusión, probadamente, para el pensamiento, el pensamiento una ilusión para la intuición; la intuición una ilusión para la idea pura; la idea pura es una ilusión para el ser. Y el ser es esencialmente ilusión y falsedad. Dios es la mentira suprema.

¿Dios es un personaje de una novela o el mito máximo? Dios aparece como una creación del creador inferior, un invento del que se cree haber sido creado, como lo dijo alguna vez Voltaire: “Si Dios no existiera, habría que inventarlo”. A pesar de esa afirmación, es pertinente preguntar ¿arremete Pessoa contra Dios? ¿El poeta portugués era un acérrimo ateo? No todo misticismo y ocultismo está relacionado al ateísmo. Decir que Dios, siendo una ilusión es la mentira suprema, puede significar que tiene una importante dimensión en lo existencial humano.

Inventar a un creador y así elevarlo a la falsedad superlativa es darle relevancia a una cosa (al estilo heideggeriano) que luego es imposible negar: Dios existe como ilusión en los que creen en las ficciones. La ficción es el alma de la literatura y la realidad su espíritu…

5. Las fuerzas que niegan son aquellas que parten de más allá de lo único. Fuera de lo único, para nuestra inteligencia, no hay nada. Pero cómo es posible pensar que ese único no existe, cómo es posible negarlo, él no es lo único, lo supremo, lo realmente supremo (aquí las palabras faltan). Poder negarlo es negarlo; negarlo es el no-ser.

¿Es Pessoa un maestro de la confrontación-contradicción? Él mismo afirma que faltan palabras para definir la negación. Se niega a darle término a la negación, incluso negar lo negado, él se niega a sí mismo cuando elabora su tratado, él cree en no creer, se reafirma en la negación, la negación no es una verdad y tampoco una mentira.

Aunque este quinto principio es comparable a la paradoja del cretense Epiménides, el natural de Lisboa no se considera un mentiroso, él considera que es una ilusión, que esto que leemos, creado por él es otra ilusión y nosotros que lo leemos, leemos una ilusión porque a la vez lo somos…

6. La negación suprema de aquello a lo que nosotros llamamos el no-ser. El no-ser no es pensable, porque pensar el no-ser es no pensar. Y aun así, visto que empleamos el término no-ser, él es pensable, de cierto modo. Desde que es pensado se transforma en el ser. Así el ser sale, por oposición del no-ser. El no-ser es el que lo precede, para hablar el lenguaje humano.

7. La materia, que es la mayor de las negaciones del ser, es el estado que, por eso, más próximo esta de no-ser. La materia es la menor de las ilusiones, la más débil de las mentiras. De ahí su carácter de evidente. En la medida en que el ser se va manifestando, se va negando; en la medida en que se va negando, va creando el no-ser. Como el no-ser es anterior al ser, esa negación que el ser hace de sí mismo es una creación, si es posible decirlo así.

8. Debemos ser creadores de negación, negadores de la espiritualidad, constructores de materia. La materia es la apariencia; la apariencia es al mismo tiempo el ser y el no-ser. (Si la apariencia no es el ser, es el no-ser. Si es el no-ser, no es la apariencia. Para ser la apariencia, ella tiene, por lo tanto, que ser el ser.)

La negación es una creación, pero no una ilusión. La materia niega al ser siendo una manifestación de las ilusiones creadas, de eso que los creyentes consideran la naturaleza que proviene de Dios. ¿Podemos negar la materia de nuestros cuerpos? ¿Es una mentira que reímos o lloramos, que algo nos deleita o nos duela?

Lo que vemos es un relato metafórico en movimiento, narrado por un ilusionista, un director de discursos sombríos, esteta de la bohemia mística, un cronos que revive y desafía a Zeus en otro Olimpo, donde los dioses, meras conjeturas, mueren en la materia ya que son impugnación.

9. La negación consiste en auxiliar a lo manifestado a manifestarse más, hasta que él se disuelva en no-ser.

10. Hay dos principios en lucha: el principio de afirmación, de espiritualidad, de misticismo, que es lo cristiano (para nosotros, actualmente), y hay el de negación, de materialidad, de claridad, que es lo pagano. Lucifer, el portador de la luz, es el símbolo nominal del espíritu que niega. La revuelta de los ángeles creó la materia, regresó al no-ser, liberación de la afirmación.

Pessoa se declara luciferiano. ¿Es Lucifer la negación de Dios, al menos del Dios de la cristiandad? Lucifer se enfrenta a Dios. ¿Enfrentar es necesariamente negar? ¿Cómo negar lo que no existe? A menos que Lucifer sea el verdadero creador de la materia, es el creador de la luz y que las ilusiones son la oscuridad, lo que no se ve por estar negado.

Y siendo el poeta un recusador, a la vez un astrólogo, un luciferista, un portador de antorchas en la noche de los tiempos, no culmina con un decálogo. Termina con un simbólico número imperfecto (al menos desde la visión numerológica de la cristiandad), el once, el uno precedido del uno, porque diez es afirmación y once negación.

11. Existen realmente todos los mundos que los teósofos afirman. Pero ellos están dentro de la ilusión de que, mientras existe, es realidad. Dios existe en efecto para sí mismo; pero Dios está equivocado. Como cualquiera de nosotros juzga existir, y para Dios no existe sino como parte de él, y esto es no-existir, en absoluto; así, Dios juzga existir y no existe. El propio ser es el no-ser del no-ser únicamente, la afirmación mortal de la vida.

Según este final “yerro”, Dios no existe aunque tiene conciencia. Pessoa cuando existió era una verdad, pero al morir ya no existe, es una ilusión. Quizás exista Ricardo Reis, exiliado en Brasil, Alberto Caeiro habita en la penumbra a un costado de algún arconte. Bernardo Soares es inmortal en el reino de los profetas sin rostro. Álvaro de Campos fuma un habano en algún puerto del Mediterráneo donde ya no se cansa de pensar, su cerebro está en estado de no-mente.

 

Pesos, F.(2008). Escritos sobre ocultimos y masonería. Introducción, traducción y notas de Florenacia Preatoni. Alfama Editorial

 

 

 

Fernando Pessoa (Lisboa, 1888–1935)

Considerado uno de los más sobresalientes poetas de la lengua portuguesa. Vivió su infancia y adolescencia en Sudáfrica y estudio Derecho en la Universidad de El Cabo. Resalta en su obra la invención de personalidades o heterónimos, cada uno con estilos literarios particulares. La mayor parte de su obra se mantuvo inédita y luego de su muerte todavía existen documentos y manuscritos inéditos. Su obra poética fue recogida en los volúmenes: Obras completas: I. Poesías, 1942, de Fernando Pessoa; II. Poesías, 1944, de Álvaro de Campos; III. Poemas, 1946, de Alberto Caeiro; IV. Odas, 1946, de Ricardo Reis; V. Mensagem, 1945; VI. Poemas dramáticos; VII y VIII. Poesías inéditas, 1955-1956.

 

 

Ricardo Romero 

 

 


Noticias Relacionadas