Psicosoma | La ayahuasca

08/04/2025.- Se la conoce con diversos nombres, como "planta del alma", "liana del alma" y "soga del muerto", en lengua quechua. La ayahuasca es una bebida sagrada, amarga, de color marrón, que se usa en rituales dirigidos por chamanes, curanderas y sanadores del alma, en espacios o contextos de la sierra o selva del Perú.

Su uso es milenario en las culturas precolombinas. Fue prohibido durante la invasión española y, desde el 2008, es legal en el Perú. Sin embargo, siempre fue parte del "alimento espiritual" en diversas pócimas destinadas a mantener al pueblo en conexión, respeto y gratitud con las tres nociones básicas ama llulla ("no mentir"), ama kella ("no ser flojo") y ama sua ("no robar").

Estas nociones hicieron posible la civilización incaica, mantenida por el inca, la coya, las vírgenes del sol, los curacas y los amautas.

Desde niña y hasta la actualidad, me ha fascinado la organización de esta sociedad, integrada por pueblos conquistados con el único deber de adorar al Inti, hijo del sol, y pagar tributos.

Hasta hoy funcionan los caminos del inca. Se pueden observar restos de tambos con granos y cereales —grandes reservorios de alimentos—, cementerios y ciudadelas en arenales a lo largo del Pacífico. Fue una cultura admirable, que nunca conoció la hambruna. Al calor del viento, imagino correr a los atletas chasquis para mantener el sistema de comunicación. Con los tukuy ricuy, casi nada se le escapaba al inca.

Junto a los chamanes, los diversos rituales satisfacían necesidades espirituales. El ritual kintu, de las tres hojas de coca que, con los apus, depuraba, adivinaba, sanaba y curaba males invisibles como los malos vientos, el mal de ojo, los hechizos o los cantos agoreros.

La civilización occidental no ha podido desaparecer la cultura de los pueblos originarios. Ante la masificación, el consumismo, la violencia, las enfermedades mentales y depresiones, reaparece el interés por las culturas ancestrales como la incaica, quechua y amazónica. Quieren apropiarse de la flora y fauna de la Amazonía. Realmente, su codicia no tiene límites.

Ante la nueva apertura de la Era de Acuario, reaparecen hippies, neonazis, tatuajes masivos, modas unisex, regresiones y la tendencia de ser pansexual. A veces, siento un déjà vu de los años sesenta, con sus ideologías estancadas y los "viajes psicodélicos".

Aumentan las consultas psicológicas y psiquiátricas y ya no es un tabú asistir a ellas. Nos revolucionamos con la esperanza del amor solidario, desde la alegría, el divertimento, el cambio personal y colectivo. El consumo de yagé o ayahuasca también aumenta, pero sin respeto. Se mercantiliza y se desea solo por sus efectos inmediatos. Existe un turismo psicodélico —como el turismo sexual— con ofertas increíbles. Todo lo que toca el capitalismo neoliberal salvaje, lo degrada y ensucia.

Mientras la insania mental crece, la frágil lucidez se desvanece. Aumentan los estudios sobre la mente, el alma y la psique. En neuropsicología y psiquiatría, investigan los efectos neurofisiológicos y psíquicos de la ayahuasca.

Esta bebida sagrada se obtiene del cocimiento prolongado de las lianas Banisteriopsis caapi, con las hojas del árbol chacruna (Psychotria viridis), que activa la DMT (dimetiltriptamina), un alcaloide alucinógeno, una potente droga psicodélica. La bebida se consume en ritos ceremoniales para el encuentro con el ser interior. Diluye egos, es introspectiva, canaliza energía vital, regula la conexión con la Pacha Mama. En retrospectiva, permite percibir vidas pasadas, experimentar la desconexión del tiempo y del espacio cronológico y elevar estados suprasensibles.

Un buen viaje depende del cuidado del chamán o la chamana. Por lo general, los "malos viajes" ocurren cuando no se han cumplido las pautas previas indicadas: semanas de desintoxicación, no estar medicado ni en tratamiento médico y estar libre de angustias o depresión.

La ayahuasca es una sustancia psicodélica y psicoactiva que abre nuevos portales hacia estados de calma, ensoñación y exploración interior sin apuros. Promueve el desarrollo personal a través de su naturaleza introspectiva y alucinógena. En la actualidad, se considera una terapia alternativa: una forma de psicoterapia psicodélica.

Investigaciones recientes sobre los efectos de la ayahuasca han revelado cambios en las oscilaciones de las ondas cerebrales, medidas mediante electroencefalograma (EEG). Las ondas alfa, que oscilan entre 7.5 y 14 Hz, se asocian con estados de relajación y baja actividad cerebral. Las ondas beta (14-40 Hz) aparecen cuando el cerebro está despierto y activo, y se vinculan al pensamiento lógico y a la concentración. Las ondas gamma, con frecuencias entre 40 y 100 Hz, se relacionan con estados de alta percepción e integración de información. Por otro lado, las ondas theta (0.5-4 Hz) emergen durante estados de profunda calma y meditación, mientras que las ondas delta (0.5-4 Hz), aunque comparten el mismo rango de frecuencia, son características del sueño profundo.

La psicoterapia psicodélica se lleva a cabo generalmente con chamanes-psicoterapeutas en espacios rituales apropiados. Se aprovecha la neuroplasticidad del cerebro para romper paradigmas y patrones de pensamiento, permitiendo que cada persona sintonice con su mundo imaginativo y onírico.

Es fundamental tener en cuenta los antecedentes biopsicosociales y espirituales de cada individuo, así como brindar un acompañamiento cercano, ya que pueden surgir reacciones adversas o experiencias difíciles. Entre ellas se incluyen vómitos, pérdida del control de esfínteres, percepciones alteradas, cuadros psicóticos, despersonalización y la sensación de trasladarse o verse a uno mismo desde fuera del cuerpo, atravesando mundos desconocidos y atemporales, percibiendo seres, olores, brillos, colores o incluso atravesando objetos.

También existen experiencias que se perciben como "buen viaje", caracterizadas por un sueño profundo, catarsis emocional o llanto desconsolado que puede traer alivio.

Realmente, no sé si podrían considerarse terapias completamente confiables, pero sí considero recomendable el acompañamiento especializado, ya que los riesgos siempre están presentes. Sin embargo, si contribuyen al alivio de la depresión, las adicciones o ciertos trastornos mentales en pocas sesiones, podrían convertirse en una alternativa válida a la medicación permanente. Por supuesto, sería necesaria una regulación adecuada para su aplicación segura y eficaz.

Aún hay mucho por redescubrir y aprender de nuestras culturas ancestrales.

 

Rosa Anca


Noticias Relacionadas