Crónica y delirios | Semana Santa...

Entre rezos, milagros y tragedia

11/04/2025.- La población citadina de nuestro país, y lo anotamos con todo respeto a la devoción religiosa, se divide entre aquellos que fervorosamente visitan los templos católicos y la masa de piadosos, o no, cuya disposición se inclina hacia los tibios ardores de las playas. Según un criterio amplio, "cada quien elige las aguas benditas de su preferencia y ahí está la libertad de cultos" (o de incultos ateos, como renegaría algún pontífice).

El que esto escribe dedicó varias horas nocturnas o taciturnas, con apoyo del ordenador y de su somera IN (inteligencia natural), porque aún no posee la artificial, a indagar sobre algunos aspectos de nuestra Semana Mayor. Así, pues, atención a la campanilla de esta crónica…

Como apunta el acervo histórico, en Semana Santa ocurrieron en nuestro país dos acontecimientos de alta significación. Primero fue el 19 de abril de 1810, un Jueves Santo, que marcó los orígenes republicanos de Venezuela mediante el acta de esa fecha, la cual culminó con la renuncia de Vicente Emparan como capitán general e inició la emancipación de Venezuela de la corona española.

El segundo aconteció también un Jueves Santo, el 26 de marzo de 1812. En efecto, cuando los dirigentes patriotas planificaban en Caracas una determinante ofensiva contra la Provincia de Guayana, todavía del lado monárquico, se escuchó a las cuatro de la tarde un fuerte temblor de casi medio minuto, que arrasó la ciudad y dejó miles de muertos, entre ellos numerosos feligreses que a esa hora plenaban las iglesias. El remezón ocurrió también en La Guaira, quedando solo en pie la Casa de la Aduana y las murallas aledañas.

La actitud de la gente fue, por supuesto, de angustia y consternación. Grupos de ciudadanos, reunidos en las plazas públicas, clamaban el perdón de Dios, mientras otros buscaban entre escombros los restos de sus familiares. Algunos, por acción de partidarios de la corona, atribuían a los patriotas la causa del furor divino. Los trastornos aumentaron, luego de varias réplicas sucesivas, y empezó a faltar la comida. Entonces, el gobierno local, frente a la catedral de Santa Ana (hoy catedral de Caracas), concertó la entrega de medicinas y alimentos para los damnificados, faena —operativo, diríamos hoy— que, como era de esperarse, no alcanzó para todos.

Finalmente, se declaró la ley marcial para impedir desmanes y saqueos, ordenándose incinerar a todo cadáver que se encontrara en la calle, evitando así una inminente epidemia de cólera. La relación histórica consigna que

… los vecinos, dentro de su pánico, se acusaban entre sí de haber traído la ira de los cielos y muchos, al no encontrar sacerdotes, confesaron públicamente sus crímenes y robos. En los días siguientes, más de dos mil personas que vivían en concubinato se casaron y también muchos niños ilegítimos obtuvieron el reconocimiento legal de sus padres.

Militarmente, el terremoto cambió la dinámica de la guerra, porque ante ciudades republicanas destruidas (como Caracas y sus zonas aledañas, La Guaira, Mérida, El Tocuyo y San Felipe), los frailes y sacerdotes realistas predicaron que ello había sido un castigo del cielo por alzarse contra el rey Fernando VII de España, lo cual condujo a que muchos pueblos del interior se rindieran al capitán imperial Francisco de Monteverde. Ante esa circunstancia, Simón Bolívar lanzó su célebre y concluyente frase: "¡Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!".

En la Caracas de 1597 se desató una terrible epidemia de vómito negro o escorbuto, que diezmaba a sus pobladores. De ahí viene la alegoría atribuida al milagro del Nazareno de San Pablo (aunque algunos la sitúen en otros lugares o tiempos de Venezuela). Dicha versión mística establece que en la procesión del Miércoles Santo de ese año, cuando la imagen del Nazareno pasaba por la esquina de Miracielos, llevada por la multitud, se enredó en una mata de limones y estos comenzaron a caer del cielo. Alguien gritó: "¡Milagro! ¡Milagro!", y los asistentes recogieron los frutos, prepararon un jarabe, se lo tomaron y así la epidemia empezó a amainar.

Andrés Eloy Blanco escribió un poema sacro, un tanto extraño en su producción lírica, llamado El limonero del Señor, donde refiere el hecho:

(…)

En la esquina de Miracielos

hubo una breve oscilación;

los portadores de las andas

se detuvieron; Monseñor

el Arzobispo alzó los ojos

hacia la Cruz; la Cruz de Dios,

al pasar bajo el limonero,

entre sus gajos se enredó.

Sobre la frente del Mesías

hubo un rebote de verdor

y entre sus rizos tembló el oro

amarillo de la sazón.

De lo profundo del cortejo

partió la flecha de una voz:

—¡Milagro…! ¡Es bálsamo, cristianos,

el limonero del Señor…!

Y veinte manos arrancaban

la cosecha de curación

que en la esquina de Miracielos

de los cielos enviaba Dios.

Y se curaron los pestosos

bebiendo el ácido licor

con agua clara de Catuche,

entre oración y oración.

La Alcaldía de Caracas, en marzo de 2024, resembró el árbol que había sido cortado para otorgar paso a la "modernidad", inaugurando la Plaza del Limonero en la propia esquina de Miracielos.

También un Miércoles Santo, pero de 1952, ocurrió una estampida en la caraqueña basílica de Santa Teresa durante la misa del Nazareno de San Pablo, por causa de la falsa alarma de alguien que alertó sobre un incendio. Los asistentes, entre los cuales había niños, mujeres y ancianos, corrieron despavoridos. Al final, producto del pánico, se constató un saldo de 46 muertos y 115 heridos por asfixia y aplastamiento.

La memoria de internet anota que este incidente fue plasmado en la película Caín adolescente (1952) de Román Chalbaud. Asimismo, motivó, en el año 2015, la prohibición de llevar velas encendidas a la basílica para evitar tragedias similares.

Permanecen en el tintero de nuestra computadora otras temáticas de la Semana Mayor, como el terrible castigo de volverse pescado a quienes se bañen en el mar un Miércoles Santo, los riesgos de comer carne los Viernes de Cuaresma, la significación justiciera de la quema de Judas el Domingo de Resurrección, la creencia de que en dicha época las parejas no pueden tener relaciones sexuales o que no se debe cortar leña porque se ofende el cuerpo de Cristo. Todo lo anterior lo abordaremos el año próximo bajo el supuesto de no convertimos en "Sardinas de Naiguatá", ya que por ese litoral nos esperan estos días.

 

Igor Delgado Senior


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