Libros libres | Sor Juana, de visita en Venezuela
13/04/2025.- Es muy loable y alentador observar cómo jóvenes escritores venezolanos hacen esfuerzos para dar a conocer obras de autores clásicos, lo cual revela una actitud sumamente positiva en el momento de considerar la formación humanística de las nuevas generaciones, la cual no debe decaer al pensar que en lo puramente circunstancial o epocal residan los materiales para construir sus obras; por lo contrario, los jóvenes escritores hallarán ideas nuevas si consultan antiguos autores, conduciendo mejor su poder creativo y escudriñando en otras tradiciones nuevas ideas para optimizar su visión del mundo.
Todo esto puede constatarse en el loable esfuerzo que está realizando Nila Editores en Caracas para publicar libros de autores latinoamericanos consagrados. Allí, Giordana García Sojo y Carlos Duque han emprendido ediciones como Desde algún lugar llamado siempre. Cartas y poemas de amor a María Eugenia (1987-2014) (2023) y El alba es el leopardo, edición bilingüe, de Juan Sánchez Peláez (Trad. Raquel Sánchez y Cristina Gálvez Marías), que tienen como norte recuperar tanto a clásicos contemporáneos como serían Palomares o Sánchez Peláez, hasta una poeta de relevancia universal como Sor Juana Inés de la Cruz, en una antología poética con el título de Si acaso me contradigo (Nila Ediciones - Embajada de Estados Unidos Mexicanos, Caracas, 2024) donde los antologistas han seleccionado veintiún textos de la escritora mexicana, con breves pero sustanciosos prólogos de García Sojo y Hernández Lujano. Lástima que el tamaño de la edición sea tan pequeño y no permita apreciar mejor estos importantes poemas de la principal exponente del barroco mexicano. A tal efecto, Giordana García nos dice que: “Sor Juana escribía desde los tres años. Rosario Castellanos cuenta que desde niña, Juana versificaba de manera espontánea en una conversación o concentrada en un escrito. Por ser mujer no pudo entrar a la universidad, por lo que comenzó su exploración forzosa entre la Corte y la Iglesia, para terminar finalmente en un convento, como única forma de eludir el matrimonio y dedicarse al conocimiento. Esto no le impidió amalgamar con maestría, no sólo verbal sino vital, lo sagrado y lo profano en su obra, cuyo desarrollo demostró siempre ambas facetas. Fue en su época una rareza, una prenda codiciada y exaltada, pero también una “abominación de la naturaleza”, en tanto su genio no calzaba con la norma. (…) Juana no era solo una gran y prolífica poeta, era una mujer sabia. Su necesidad de conocimiento la llevó a estudiar matemáticas, física, arquitectura, ingeniería, geometría, astronomía, música, historia, filosofía y teología. Para esta mujer nada humano le era ajeno, o, en palabras de Rosario Castellanos: “Ningún objeto escapa a la universalidad de su atención.”
Mientras tanto, el diplomático encargado de asuntos culturales en Venezuela, Ismael Hernández Lujano, anota en el prefacio que: “Sor Juana rompió con todos los límites de su tiempo y de su condición; en un mundo donde las mujeres estaban condenadas a la ignorancia, fue una mujer inmensamente culta; en una época en que en Europa era común pensar que los habitantes de América eran inferiores intelectualmente, se ganó la admiración general en la capital del Imperio, siendo monja y habiendo hecho votos de castidad, escribió poemas de amor; procedente de las capas bajas de la sociedad, habiendo sido concebida fuera del matrimonio y proveniente de una familia de modestos recursos, se hizo amiga de virreyes y virreinas, dominando el latín y el griego. También dominaba el idioma de los indios del centro de México, el náhuatl, y lo incorporó a su poesía”. A la sazón, recordemos que el gran poeta mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, escribió un vasto y esclarecedor ensayo sobre esta autora que denominó Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, para muchos el mejor trabajo de Paz en este género.
La edición viene diseñada por Oscar Vásquez Coraspe e ilustrada por Valentina Aguirre.
Yo no puedo tenerte ni dejarte,
Ni sé por qué, al dejarte o al tenerte,
Se encuentra un no sé qué para quererte
Y muchos sí sé qué para olvidarte.
Pues ni quieres dejarme ni enmendarte,
Yo templaré mi corazón de suerte
Que la mitad se incline a aborrecerte
Aunque la otra mitad se incline a amarte.
Sor Juana Inés de la Cruz
Gabriel Jiménez Emán