Hablemos de eso | Un cuento del 11 al 13
13/04/2025.- Hoy es 13 de abril y les echo un cuento. Hacer una revolución por las elecciones no es cualquier cosa. Chávez ganó el 6 de diciembre de 1998 y, como él mismo contaba, en su primera visita a Estados Unidos le tendieron la alfombra roja y desplegaron todos los protocolos de la seducción, como diciendo “ese no aguanta”. Pero ahí mismo vino la Asamblea Nacional Constituyente y la Constitución de 1999. Y la revitalización de la OPEP, después de que Chávez pasó por Irak y paseó en carro con Sadam Hussein.
El 11 de septiembre de 2001, George W Bush comenzó su guerra contra el mundo. Esta sería contra todos y ya no tenía quien lo frenara. Aunque la mayoría de los involucrados en el atentado contra las Torres Gemelas eran saudíes, para donde primero se fueron las tropas fue contra Afganistán. “Así no”, dijo Chávez, mostrando la fotografía de niños asesinados por “bombas inteligentes”, y denunció el crimen masivo por su nombre, con convicción y sin temores. Por una puerta entró la embajadora de Estados Unidos para leerle la cartilla y por la misma tuvo que salir cuando Chávez le dijo que estaba muy equivocada, que estaba hablando con el Presidente de un país soberano. Y esas palabras no estaban en el vocabulario: No se suponía que existiera tal cosa como un país soberano.
Y ahí estaban, el 11 de abril de 2002, haciendo el mandado que los gringos estaban dirigiendo. Militares preñados de buenas intenciones, junto a empresarios y toda suerte de viudas de la Cuarta República, llegaban a Miraflores, montados sobre la traición, el engaño y su deseo de someter a un pueblo que iba más allá de lo que se podía permitir.
El 13 no era solamente el triunfo de un pueblo que había recuperado su derecho a vivir y ser él mismo; era también un sorprendente comandante que rescatado del infierno reaparecía con la Constitución en la mano y un crucifijo en la otra. Invitaba a que todos recapacitaran, comenzando por él mismo.
Su generosidad fue interpretada como debilidad. No podía ser que fuera consecuente con su vocación democrática de verdad; democracia de verdad del pueblo. Se burlaron del diálogo y en diciembre de 2002 estaban convocando un paro, un sabotaje criminal, que paralizó Pdvsa, aupados por los traidores, por todos los medios de comunicación y por todos los anunciantes (la burguesía “nacional” y extranjera) que sacrificaba sus anuncios para que durante dos meses no se dedicaron a otra cosa que a tumbar a Chávez: “1, 2, 3, ¡Fuera!, ¡Vete ya!”. Tras la derrota y el desvanecimiento de un paro que murió en febrero de 2003, Alberto Quirós Corradi, uno de esos “progres” rabiosos que se empecinaron en odiar al pueblo, escribía que habían fallado, porque no habían cortado la luz y el agua, porque dejaron que circulara algo de comida, cuando más bien había que matarnos. Una señora había tomado por el cuello a Chávez y le había dicho: “Estoy quemando los muebles para cocinar, pero, muchacho, no te rindas. No te rindas".
Y no se rindió y en esa victoria le acompañamos la mayoría de las venezolanas y los venezolanos. Como se demostró el 15 de agosto de 2004 en el referéndum que le confirmó como Presidente.
Pero el cuento no es solo ese. El triunfo del 13 de abril de 2002 le abrió paso a Lula (que asumió por primera vez el 1⁰ de enero de 2003), a Néstor Kirchner en Argentina (el 25 de mayo de 2003), a Tabaré Vásquez del Frente Amplio en Uruguay (1⁰ de marzo de 2005), a Evo Morales en Bolivia (22 de enero de 2006), a Daniel Ortega (10 de enero de 2007), a Rafael Correa (15 de enero de 2007), a Fernando Lugo (15 de agosto de 2008). Una mano lava la otra y las dos la cara. Sin duda, estos cambios políticos ayudaron a profundizar el proceso de la Revolución Bolivariana en Venezuela y fueron claves para anunciar el proceso de unión latinoamericana y caribeña con la fundación del ALBA, Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños). Pero igual tenemos que resaltar que estos fueron impulsados por la Revolución Bolivariana y, especialmente, por ese levantamiento popular que restituyó a Chávez en la presidencia, a la Constitución y a nuestra revolución pacífica, pero no desarmada.
Hoy no faltan quienes intentan hundir en el descrédito a aquella ola del despertar de los pueblos. Sin embargo, fue la década donde más se avanzó en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, en la estabilidad democrática y la unidad de Nuestra América. Tanto, que incluso el Banco Interamericano de Desarrollo, institución en la que no se pueden encontrar ni siquiera olores de “izquierda”, hablaba en una publicación de “la década de América Latina y el Caribe”.
Como hablamos de hace 23 años, alguien pudiera referirlos como “hechos del pasado”, y le reclamaremos que es un “pasado” vivito y coleando. Por supuesto, el camino de liberación de los pueblos es complejo y difícil, hay avances y retrocesos. No puede ser de otra manera, pero es hoy más que nunca indispensable; más aún cuando implica un cambio civilizatorio, como nos lo recuerda siempre el presidente Nicolás Maduro.
Humberto González Silva
centrodescolonizacionvzla.wordpress.com