Ad libitum | Discos de cabecera (I)

Jazz, boleros y música instrumental para coleccionar

12/04/2025.- A continuación, presento tres álbumes que después de ser escuchados se adhieren al inconsciente del melómano y se convierten en referencias permanentes.

Es probable que si usted no los tiene, le sea difícil encontrarlos en las cada vez más escasas discotiendas. No obstante, puede ubicarlos en internet o en ventas de discos usados. ¡Suerte!

 

Bill Evans y Jim Hall: Intermodulation (Verve, 1966)

Este es un álbum para no dormir en muchas noches. Evans es considerado por la crítica especializada como uno de los más innovadores y finos pianistas de jazz. Por su parte, Hall es una leyenda viviente.

Nunca había escuchado su trabajo hasta encontrar en la web este disco que es, sin dudas, un maravilloso hallazgo.

Es un LP breve, fundamentalmente de baladas, con algunas piezas en tempos más rápidos. Al escucharlo, es difícil escapar del encanto de Angel face y All across the city, con las complejas improvisaciones del gigante Evans y los acordes alucinantes de Hall, quien se escucha solo a un costado del panorama estéreo donde lo ubica inteligentemente en la mezcla el ingeniero de sonido Rudy Van Gelder.

 

Los grandes temas fílmicos, con la Gran Orquesta de Paul Mauriat (Philips, 1972)

Quizás el primer acercamiento al jazz de algunas personas hayan sido los discos de música instrumental de este francés que acompañó en algunas grabaciones a la estrella Charles Aznavour. Mauriat orquestó instrumentalmente, con innegable buen gusto, éxitos de la música popular.

En el mercado venezolano, este LP, donde interpreta las bandas sonoras de películas taquilleras y polémicas como El último tango en París, es muy apetecido por los coleccionistas.

Sus versiones tienen un toque personal y novedoso y han soportado la prueba del tiempo, pues poseen espíritu propio. Destacan los hermosos arreglos de Anónimo veneciano, Vivir por vivir y Un hombre y una mujer, de los filmes homónimos.

 

Éxitos, de Daniel Riolobos (RCA, 1961)

Como todos los discos de Riolobos, este álbum cuenta con un repertorio exquisito, con canciones que describen las emociones humanas a otro nivel, incluso de manera abstracta. Tal es el caso de Anoche perdí un sueño de la dupla Alguero-Martínez.

Daniel es probablemente el cantante más sofisticado de su época. Su estilo aventajó por décadas al sus contemporáneos, aunque no fue una superestrella como Lucho Gatica. Su éxito siempre fue discreto.

En este LP sorprenden sus versiones de Tengo miedo de Chelique Sarabia y Palabras de mujer de Agustín Lara. Escuchar a Riolobos refresca y acaricia el oído y el espíritu.

 

Luis Ugueto Liendo


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