Retina | La rebelión idiota

14/04/2025.- Todos hemos vivido esos momentos de rabia, que soltamos sin filtro, contra una persona que está al otro lado del teléfono, detrás del mostrador de una empresa o de una institución, y nos dice las típicas frases hechas de la burocracia, que parecieran responder ante nuestra solicitud, pero que no asumen un compromiso claro o postergan con resbaladiza imprecisión nuestro requerimiento.

“Debe esperar entre cinco y diez días hábiles”, “pronto”, “estamos trabajando en eso”, “debe tener paciencia porque su caso no es el único”, “solo falta la aprobación”, “está para la firma”, “en cuanto tengamos respuesta, le contactaremos”.

Las hemos sufrido y en oportunidades estallamos y descargamos la explosión sobre la persona que nos comunica esas frases diseñadas para que la empresa, la institución o la persona a cargo, pueda evadir la responsabilidad de asumir un compromiso claro.

Podemos decir que encarna una experiencia cotidiana de humillación frente a distintos sistemas, pero que pueden llegar a representar en nuestro imaginario “el sistema”. Si logramos acceder a una comprensión compleja de la realidad que nos afecta, podríamos cuestionar los intereses de la empresa, de la institución o de la orientación general del sistema.

No siempre logramos este nivel de reflexión y confrontamos, como si estuviéramos hablando directamente con las propietarias o propietarios, a quien nos habla a través de un teléfono en nombre de una empresa en la que probablemente no trabaja, porque seguramente se trata de un empleo tercerizado. Nos enfrentamos al recepcionista, a la cajera, al portero, al mensajero o a la agente telefónica. En ellos vemos a los responsables de la humillación que estamos sufriendo. Aunque no es una apreciación adecuada, es la forma primaria de entender lo que nos afecta.

Precisamente de esta visión primaria se alimenta el fascismo. No procura y no intenta una visión más profunda de los problemas. Una comprensión profunda de la realidad es contraria a los intereses y objetivos del fascismo.

Proponen siempre una suerte de “rebelión” que pareciera apuntar contra el “sistema”, cuando en verdad procura sólo cambiar los rostros que cotidianamente nos responden por situaciones que no está en sus manos resolver.

“No sé dónde te vas a esconder cuando esto se termine porque te vamos a buscar hasta debajo de las piedras”, dice el aspirante a fascista a la recepcionista, al portero o a la secretaria.

Como lo hemos visto en Argentina, el fascismo que prometió terminar con la casta, ha significado una falsa “rebelión” que ha golpeado a las y los jubilados, a educadores, a empleados gubernamentales y a comunidades en condiciones precarias, mientras que trabaja con los mismos políticos y es aplaudido por la misma oligarquía de siempre. El sistema se hizo más fuerte.

Esa “rebelión” fascista propone siempre es la venganza idiota de desplazar a la clase media, junto con la gente de la recepción, la mensajería, la de cobranza, la atención telefónica y la portería. No los buscarán debajo de las piedras, son las caras o las voces que ven o escuchan todos los días.

Freddy Fernández

@filoyborde

 

 

 

 


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