Letra veguera | Del racimo a la insurgencia

17/04/2025.- Víspera siempre me ha acompañado silenciosamente, le comenté a Beatriz cuando entre los dos organizábamos ese poemario gestado como los racimos de uvas que penden repletos de la promesa del vino.

A ella le narré el episodio que viví frente al féretro de mi padre y me hizo una entrevista después de publicar un interesante artículo sobre Río Quemado, de Jorge Rodríguez y Víspera, ubicando ambos libros en una tradición política y literaria, cuyo titulo lo dice todo: "Dos libros, dos padres".

Pues bien: fui juntando versos, como quien cosecha granos de una vid prolífica, hasta dar forma a este puñado lírico que ahora anuncia su llegada formal a la lectoría venezolana.

Y esa espera, me dice ella con esa voz que vibra cada vez que nombra ese poema Víspera, que da título al libro, culminó en un bautizo singular, imbuido de la misma rebeldía que palpita en sus páginas.

La fecha elegida no fue casual. En los días previos a la Semana Mayor, pero señalando un acontecimiento mucho más terrenal y trascendente: el 11 de abril, aniversario de aquella insurgencia popular que hace 23 años hizo vibrar la capital.

Fue en el corazón de Caracas, en la esquina de Gradillas, en la Librería del Sur – hogar de su casa editora, El Perro y la Rana– donde Víspera decidió darse a conocer. Un escenario cargado de historia, donde la voz del pueblo se alzó por su independencia, ahora testigo del nacimiento de una voz poética que también resuena con esa esencia libertaria.

Jesús Ernesto Parra fue el encargado de abrir el acto, preparando el terreno para la llegada del poeta William Osuna. Con su verbo elocuente, Osuna nos embarcó en un viaje a través de las elegías de los grandes poetas universales, para luego aterrizar en mi libro. Con aguda sensibilidad, señaló cómo el autor refiere su Víspera desde la memoria, un espacio donde tiempo y lugar se desdibujan, fundiéndose en un instante poético.

Entre anécdotas y la lectura sentida de poemas como Víspera, Cedral y Alessia, nos adentramos en el paisaje interior del libro. "Sus versos nos mostraron la cadencia de su mirada, la manera en que la palabra se hace eco de la tierra, de los afectos, de las luchas. Sentimos la fuerza de esa Víspera rebelde, que no teme mostrar sus causas y sus consecuencias, su arraigo profundo en la historia y en el presente", me dice Beatriz.

Pero la celebración de esta rebeldía poética no terminó allí. La invitación de Mercedes (María) Teresa Chacín nos condujo al espacio cultural El Cuchitril. En este rincón bohemio la conversación y el recital continuaron, estrechando aún más el vínculo entre el autor y su público. La noche culminó de manera significativa, uniéndonos a un conversatorio sobre aquellos días cruciales del 11, 12 y 13 de abril de 2002.

Así, el bautizo de Víspera trascendió la mera presentación de un libro. Se convirtió en un acto de reafirmación de la memoria colectiva, en un encuentro donde la poesía y la historia se entrelazaron, resonando con la misma fuerza insurgente que el poemario evoca.

Víspera, nacida de la espera y la reflexión, se presentó al mundo en un día de conmemoración, demostrando que la palabra poética, al igual que la lucha de un pueblo, siempre encuentra su momento para florecer. 

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