Tinte polisémico | Vigencia del cambio organizacional en el siglo XXI
18/04/2025.- Básicamente en el mundo organizacional, gerentes, ejecutivos, administradores, es decir, quienes tienen la responsabilidad de abordar las dificultades y hacer frentes a los cambios, pueden agruparse en dos grupos de distinto y opuesto enfoque: los que deciden esperar que acontezcan las mutaciones, los pasivos, y en consecuencia actuar posteriormente, son los reactivos, y los que deciden anticiparse y en forma proactiva, actuar antes de que ocurran las transformaciones que impactan los entes que conducen.
Sin embargo, a la luz de la dinámica del acontecer actual, cabe preguntarse: ¿qué involucran los sucesos que comporta nuestra época?, en otras palabras, los hechos que se suscitan ¿atienden a modificaciones naturales y consecuencias de un lógico y natural “proceso evolutivo” de la actividad social y del ser humano? o ¿nos referimos a situaciones que implican cambios civilizatorios?
En una primera aproximación podría intuirse que con la planificación estratégica, con los estudios prospectivos, la configuración de escenarios y la formulación de sistemas de hipótesis y otras técnicas y metodologías de planeación, incluso haciendo uso de las nuevas tecnologías computacionales, que posibilitan vislumbrar los nuevos contextos que les corresponderán a las instituciones en los lustros restantes para alcanzar la primera mitad del siglo XXI.
Sin embargo, el carácter sistémico de la crisis que nos aqueja contemporáneamente, como la califica el sociólogo mexicano Armando Bartra, nos obliga a profundizar y hacernos conscientes del carácter no coyuntural de las encrucijadas y disyuntivas sucesivas que hemos atravesado durante el siglo XX, pues ahora la novedad consiste en la pluralidad de las dimensiones que conforman las emergencias globales mayores, cuyos orígenes convergen en una sola causa, se trata de un quiebre histórico, no es un nuevo ciclo recesivo del capitalismo, es una profunda crisis civilizatoria.
Las problemáticas y conflictos en las dimensiones: medio ambiental, política, bélica, económica, alimentaria, migratoria, sanitaria, entre otras, concomitantes y simultáneas, expresan actualmente que la humanidad ha sobrepasado los límites de la capacidad de carga del planeta; los patrones de crecimiento desbordados del corto plazo exigen una reorientación hacia el decrecimiento, una nueva ética de armonía con la vida y una radical redistribución del acceso a los bienes comunes del mundo para poder garantizar la continuidad de la vida humana a mediano plazo.
Son estos ahora los entornos, afectados e impactados con consecuencias hacia la aniquilación de la existencia con alcances globales, en los cuales las tecnologías de conducción organizacional, como estado del arte del saber administrativo, así como de los sistemas educativos, se ven obligados en la contribución por rearticular, reconstruir los vínculos esenciales entre los humanos y la naturaleza como valores preeminentes.
Deberán todas las organizaciones, privadas, públicas y mixtas, incorporar en sus objetivos, valores, visiones y misiones la recuperación de la visión holística, que nos plantea que para permanecer el Homo sapiens y el resto de los seres vivos como parte esencial de la biosfera, es imperativo retomar los ritmos de la vida del planeta, lo antes posible, antes que sea demasiado tarde. Los administradores como líderes, tampoco quedan excluidos y deberán fijar posición, la responsabilidad es colectiva.
Héctor Eduardo Aponte Díaz
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