Horizonte de sucesos | Realidad poblacional I
El problema no es la cantidad de personas, sino cómo se distribuyen los recurs
27/11/22.- Recientemente la población mundial llegó a 8 mil millones y eso le encendió las alarmas a más de uno. El temor que noté con más frecuencia en redes sociales fue el de que ya éramos muchos y era necesario hacer algo para detener el crecimiento poblacional. ¿Las razones? Ya no hay recursos ni espacio para tanta gente.
Esa afirmación es tan verdadera como decir que el planeta se va a caer por el peso si nos seguimos reproduciendo vertiginosamente como lo hemos hecho hasta ahora. Sí, 8 mil millones son un gentío, pero el problema no es la cantidad de personas, sino la manera en que se distribuyen los recursos y el espacio.
Incluso podemos decir que esa cantidad es poca si se toma en cuenta el tamaño del planeta. Es un ejemplo exagerado, pero la población mundial podría caber en uno de los estados grandes de Venezuela. Solo hagan el ejercicio de poner a cada persona en un metro cuadrado como si se tratara de un tablero de ajedrez.
Lo que es realmente ilógico es que casi todas las riquezas del mundo están en manos del 1 % de la población. Así que el problema no es la cantidad de personas, es la manera desigual en la que están distribuidos los recursos. Así que si usted imaginó que era mucha gente y sería bueno una purga para reducir la población mundial a la mitad, a otro más poderoso también se le ocurrió. Pero recuerde que si usted es pobre está en el inventario de los posibles a eliminar.
Sin embargo, este no es un principio del capitalismo. Para este monstruo es bueno que nos sigamos reproduciendo como conejos porque eso, sin duda, garantiza su metabolismo que traga y defeca humanos en una espiral interminable. Cada persona que nace, ya requiere una cantidad determinada de recursos, alimentos, ropa, educación, entre otros, que el sistema se encargará de fabricar y venderle. Y es posible que todos entremos a formar parte del engranaje que mueve esa gran maquinaria, pero lo más probable es que seamos el carbón en esa gran caldera.
Heathcliff Cedeño