Hablemos de eso | Burocratismo
27/04/2025.- La burocracia nunca fue bien vista. Originalmente el término fue usado para referirse a "los individuos que ostentan el poder desde el escritorio"; y la "burocracia" se asocia con ineficiencia, pereza y derroche de medios. “Generalmente se percibe, en la imaginación popular, como un ente que existe únicamente para sí mismo y que solo logra resultados que acaban ampliando sus dimensiones”, señala Wikipedia.
Fue el sociólogo alemán Max Weber quien le limpió, al menos un poco, la cara, al describirla como un sistema administrativo basado en la diferenciación y especialización de funciones (cada quien a lo suyo), la jerarquía, la actuación conforme a normas y el trato impersonal. De esas características, se han deducido posteriormente sus limitaciones que apuntan justamente a la ineficiencia, la pérdida de la finalidad, la rutina como sistema de trabajo, la ausencia de innovación y reflexión y hasta el derroche de recursos y su tendencia a reproducirse y crecer irracionalmente (siempre falta alguien más para hacer las tareas).
Pero ese sistema era anterior a Weber y él solo intentará sistematizar las características y lógicas de un “modelo ideal”, tan “ideal” que muchos de los funcionarios nacidos y criados bajo modelos burocráticos defienden con uñas y palos las “bondades” supuestas del sistema.
Otros intentaron hacer equivalentes a la burocracia con la administración pública. Se les olvida que también hay burocracia privada, pero además que muchas de las trabajadoras y muchos de los trabajadores del Estado, difícilmente pueden ser llamados burócratas. Es el caso de las maestras y maestros, el personal de los servicios de salud, las bibliotecarias y bibliotecarios, las bomberas y bomberos o las y los policías. La mayoría de las trabajadoras y trabajadores del Estado prestan servicios directos al pueblo. De ninguna manera pueden ser calificados como burocracia. Guardemos ese nombre para quienes se dedican a la dirección en todos sus niveles, los inspectores, administradores y responsables de contrataciones y actividades de control.
La caracterización de la burocracia y el burocratismo es un tema crucial cuando se plantea destruir al Estado burgués y avanzar hacia un Estado comunal.
Una referencia importante en este sentido nos la brinda el revolucionario ruso León Trotsky. Tomamos aquí un texto de 1923, titulado El Nuevo Curso. Para entonces, comenta una resolución del Comité Central del Partido Comunista Soviético (bolchevique). La burocracia tendríavcomo característica central, para el período de transición al socialismo, la de constituirse en una casta, criada en el seno del Estado y del partido, caracterizada por una separación cada vez más amplia con el pueblo:
El aparato de Estado es la causa principal del burocratismo. Por una parte, absorbe a una gran cantidad de los elementos más activos del partido y enseña a los más capaces los métodos de administrar a los hombres y las cosas, pero no la dirección política de las masas. Además, acapara en gran medida la atención del aparato del partido, a quien influye con sus métodos administrativos… Esa es la causa, en gran medida, del burocratismo del aparato, que amenaza con separar al partido de las masas. Precisamente este peligro es ahora el más evidente e inmediato. En las condiciones actuales, la lucha contra los otros peligros debe comenzar con la lucha contra el burocratismo.
Es indigno de un marxista considerar que el burocratismo es solo el conjunto de los malos hábitos de los empleados de oficina. El burocratismo es un fenómeno social en tanto que sistema determinado de administración de los hombres y de las cosas. Sus causas más profundas son la heterogeneidad de la sociedad, la diferencia de los intereses cotidianos y fundamentales de los diferentes grupos de la población. (…) En otros términos, el burocratismo en el aparato de Estado y en el partido es la expresión de las peores tendencias inherentes a nuestra situación, de los defectos y de las desviaciones de nuestro trabajo que, bajo determinadas condiciones sociales, pueden socavar las bases de la revolución. (…) La lucha contra el burocratismo del aparato estatal es una tarea excepcionalmente importante, pero que exige mucho tiempo, y es más o menos paralela a nuestras otras tareas fundamentales: la reconstrucción económica y la elevación del nivel cultural de las masas.
Habría que diferenciar dos capas en la estructura de la burocracia (aunque no existen por separados). Una con las que todas y todos estamos familiarizados, está constituida por los funcionarios y funcionarias que, a partir de un pequeño espacio de poder, lo maltratan a uno (“vuelva más tarde”, “estoy ocupado”, “vamos a estudiar el asunto”, “eso no es aquí”, “¿qué pretendes tú?”, “hay que seguir los canales regulares”). La otra que se instala en instancias de gobierno (en miles de niveles, desde una dirección de personal hasta el despacho de un ministro o alcaldesa), se acostumbra a “mandar”, sepa o no sepa sobre lo que manda. Cuando mandan a arreglar su propia oficina y a ponerle aire acondicionado mientras las otras dependencias están cayéndose, cuando reservan un ascensor o andan en un carrazo con guardaespaldas que apartan a la gente, cierran la puerta de su oficina, están poniendo de manifiesto que se separaron del pueblo al cual tienen que servir, más aún en un gobierno popular. Por eso “bajan líneas”, porque ellas y ellos están arriba. En su conducta y en su trato construyen el ambiente donde nacen otros vicios: el clientelismo (por el cual se intenta “comprar” a la gente y hay aspirantes a “llegar” y gente en la miseria que se deja comprar) y la corrupción (que ya se expresaba en cada gesto anterior y se va convirtiendo en razones para quedarse con la mejor parte).
Escuchaba al presidente Maduro en una reunión con las candidatas y candidatos del Gran Polo Patriótico para las elecciones del 27 de mayo, insistía, como lo ha hecho una y otra vez, que no hay lugar en la revolución para los que persiguen privilegios, para los que siempre tienen excusas para no escuchar al pueblo, para retardar las soluciones, para quejarse, para los que entienden su puesto como una elevación personal y no como un lugar de servicio, que exige más trabajo, más responsabilidad y más sacrificio.
Si estamos en una revolución no es para administrar cosas y procesos sino para abrir caminos a la revolución y el poder popular. Porque socialismo es transformación profunda de todo el orden de dominación y desigualdad, no es espacio de rutina sino desafío de cambio. Revolución bolivariana es igualdad real y pueblo que gobierna directamente, y no se somete a burócratas.
La burocracia nace de sectores medios que se imaginan a sí mismos como separados del pueblo y superiores a la gente común (los de abajo), que quieren parecerse a la burguesía y remedan sus hábitos para ponerse a su servicio.
Los servidores del Estado revolucionario somos pueblo:
“Ustedes son voceras y voceros de nuestro pueblo… Nosotros somos parte del pueblo, es una gran diferencia que tenemos con los candidatos de la oposición: ellos no son pueblo… Nosotros no tenemos que hacer esfuerzos para parecernos al pueblo, veánse las caras, nosotros somos pueblo”, dijo Diosdado Cabello en la misma reunión.
“Sean un equipo, derroten el individualismo, el egocentrismo, la arrogancia; no se crean más que nadie, magnates o poderosos; la política, si es revolucionaria de verdad, no es para prometer, sino para comprometernos… el método es gobernar con el pueblo, desde el pueblo y para el pueblo”, con esas palabras cerraba nuestro presidente Nicolás Maduro.
Humberto González Silva