Micromentario | Incentivo para el atletismo

¿Si un corredor olímpico participa en una competencia perseguido por un perro bravo...?

29/11/22.- Como todas las personas, a veces me pongo a pensar y concibo ideas llamativas, útiles, entretenidas, interesantes e inútiles, como la que presentaré a continuación.

La que se me ocurrió hace unos días y anoté en la memoria de mi teléfono móvil tenía que ver con deporte y la incluí en la categoría de las “entretenidas e inútiles”.

Esta, como se verá, en primera instancia da la impresión de ser un planteamiento simplemente humorístico o, cuando menos, irónico. Ello, porque lo primero que hice fue plantearme la siguiente pregunta: ¿Si un corredor olímpico participa en una competencia perseguido por un perro bravo, tal estímulo se considera dopaje? Pienso que no, pues para elevar su nivel de adrenalina, no ha recurrido a una sustancia química prohibida.

Claro está que se considera una acción externa que incide sobre el individuo o competidor. Pero, hasta donde sé, tal situación no está prevista en los estatutos del atletismo, ni tampoco en los de ninguna otra disciplina deportiva. 

Ahora bien, en vista de que la técnica anterior para elevar el rendimiento competitivo no contraviene ninguna ley, si después el atleta al que persiguió el perro quiere un logro mayor y se hace perseguir por un puma, un oso, un tigre, un rinoceronte o un elefante en celo, ¿se anularán sus participaciones, se invalidarán sus triunfos o el de alguien que, sintiéndose igualmente amenazado por la fiera, lo superó en la meta? ¿Se desconocerá la plusmarca que con toda seguridad alcanzará quien gane, pues se le ha ido la vida en ello, o la misma será homologada? 

Me extraña que esta laguna legal no haya sido aprovechada hasta el momento por uno de esos atletas –hombres o mujeres–, que son capaces de cualquier exabrupto para llamar la atención.

Por cierto, en nuestro tiempo hay más deportistas de este tipo que de los de verdad. Los que realmente se esfuerzan en superarse y todos los días luchan consigo mismos para vencer sus deficiencias, sus temores y los múltiples obstáculos que surgen a diario, son cada vez menos.

Abundan y se multiplican como los virus y las bacterias aquellos que se dedican a actuar para las cámaras de televisión y tienen agentes de prensa que los convierten en estrellas del espectáculo y la farándula, y no tanto del verdadero deporte.

Lo lastimoso es que, por la amplísima cobertura que les dan los medios de comunicación masiva, estos falsos ídolos son los que resultan más llamativos para nuestros niños y jóvenes, y es a ellas y ellos a quienes desean imitar.

Armando José Sequera


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