Letra fría | El área 3 (toma tres)

"Yo pertenecía a un pueblo de grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes..."

02/12/22.- Aunque pudo parecer rebuscada esta serie que sin pretender defender nada ni a nadie, pero sí la de destacar la importancia de la obra literaria de mi profesor Rafael Cadenas, en la cátedra Literatura y Vida, contra descalificaciones inmerecidas, bien valió contextualizar la presunta polémica, en los avatares de la renovación universitaria del año 69, sobre la que me señala nuestro amigo Nelson Dávila: “Faltó la querida Irma Chumaceiro, la rebelde Gioconda Espina (que por cierto sí nombré en la primera entrega) y el padrino del pénsum Jaime López Sanz”. Para entonces, Cadenas era un poeta silencioso, tanto por su callada manera, como por ser un cultor del silencio en la literatura. Sus clases eran muy pausadas, con su suave y queda voz, que en momentos quedaba en silencio durante largos instantes, que nos sumían en reflexiones sobre la negación del yo y las enseñanzas de Allan Watts que marcaban sus clases magistrales. En Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística, Rafael Cadenas dejaba constancia de sus inclinaciones: “Me cautiva el lenguaje de los místicos, especialmente, desde luego, el de los españoles. Tienen el don de acuñar expresiones indelebles para comunicarnos un saber, que es más bien, en última instancia, un no saber”. No por casualidad en 1965, Los Beatles habían grabado Nowhere man, un hombre de ninguna parte.

El área 3, era como ya lo decía, la tierra de nadie de la literatura, el centro donde convergían las necesidades expresivas y disciplinas colaterales cómo Mitología, Simbología, Estudio de las religiones y disciplinas afines como teatro, cine, música o artes visuales. Allí convergían J. R. Guillent Pérez, estudioso de religiones orientales, formado en Francia, y Rafael López Pedraza, psicoterapeuta jungiano y escritor de origen cubano, ambos de clara influencia en el poeta Cadenas. Vale decir que el “peligro” del poeta para el gobierno es que nunca se aferró a religiones, ideologías, movimientos (ni siquiera literarios, salvo Tabla Redonda), ni banderas, ni escudos u otros fetiches de la quincalla política y/o religiosa. O como él mismo diría en una entrevista: “Le aclaro que soy bastante crítico del régimen, pero sin odio. Con estee no llegamos a ninguna parte”.

En resumen, Cadenas puede decir misa, si hay quien se la oiga. Por eso lo prefiero cuando dice: “Yo pertenecía a un pueblo de grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silenciosos y aptos para enloquecer de amor”.

Humberto Márquez


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