Punto y seguimos | Por el derecho a una explicación 

En esta tierra donde ocurren tantas cosas difíciles de explicar

06/12/22.- Hay varios países dentro de Venezuela. Siempre los ha habido, pero en algún momento las brechas parecían estar más cerradas y tuvimos la sensación de que estábamos encaminados hacia cierta equidad, aunque, más que sensación, lo respaldaban los datos de instituciones como la Comisión Económica para América Latina (Cepal) o el Banco Mundial, quienes a finales de la primera década del 2000 otorgaban al país uno de los índices de Gini (que mide la desigualdad de ingresos) más bajos de la región. Más de una década después, nos aplicaron la cultura de la cancelación en tantos niveles, que hasta la mayoría de los organismos internacionales dejaron de actualizar datos de Venezuela por varios años, tendencia que se manifestó (por otras razones) en nuestras instituciones oficiales aunque, en el caso del Gini, el Instituto Nacional de Estadística (INE) lo publicó hasta 2020, indicando que el índice bajó a 0,38 (mas cercano a 0, menor desigualdad), lo cual puede explicarse por el hecho de que los ingresos se nivelaron (hacia abajo) para todos los sectores del país. 

Oficialmente y también en datos privados y de medios de comunicación, la economía nacional ha repuntado y ofrece perspectivas de crecimiento para el próximo año, a pesar de las sanciones económicas, y es aquí donde surgen las miles de interrogantes que como ciudadanía no se nos responden con claridad: ¿Cómo un país sancionado y con sus ingresos reducidos casi a cero logra un repunte económico? ¿Cuáles son los datos de los sectores productivos que están generando recursos? ¿Qué tuvimos que hacer, negociar, pactar, transar para que llegaran inversores privados a esta supuesta narcodictadura? ¿Cuál es el alcance real de la flexibilización con el sector privado? ¿Estamos o no estamos bajo un programa de ajuste económico con recorte del gasto público? ¿Qué pasa con los salarios? ¿Cómo se entiende la determinación de precios en todas las áreas del intercambio comercial? ¿Por qué aumentan los precios en dólares? ¿Quiénes son los representantes de la nueva burguesía nacional? ¿Son nuevos? 

En esta tierra donde ocurren tantas cosas difíciles de explicar -y de entender- en el ámbito económico, atendemos al espectáculo sinceramente vil del alabado resurgir de una clase privilegiada que se está haciendo muy rica, que gasta en precios onerosos e irreales para la mayoría de los trabajadores y que vive, si, en una de esas burbujas que son países dentro del país, que hacen mercados de productos importados, usan celulares sobre la milonga en verdes, van a conciertos, se visten de marca, viajan dentro y fuera del país (hay destinos nacionales más caros que los foráneos) y disfrutan de una ciudad (caso de Caracas) donde hay cientos de restaurantes abiertos en donde las cuentas no bajan de los 100 dólares por persona. ¿Cuál es el nivel de ingresos que debe tener alguien en Venezuela para poder costear ese tipo de vida? ¿Cómo se hace si uno no es inversionista, importador o “negociante”? ¿El repunte económico y sus beneficios para quienes son? 

Cuando se nos dice que hay una mejoría en una situación que era tan crítica, quizá ver los efectos positivos en las mayorías representa un reto, y se entendería en términos globales, si no fuera por el hecho de que es grosera la diferencia entre la mejora del grupo que más tiene, es decir, ese pequeño porcentaje de los más ricos, cuya economía creció exponencialmente, y el estancamiento y recesión de las economías de los más pobres y los asalariados, cuyo poder adquisitivo no solo no mejora, sino que cada día decrece más. Es la clase trabajadora venezolana la que está asumiendo las pérdidas y costos de la “salvación” nacional. Es la clase trabajadora la que cada vez gana menos, tiene el peor salario del continente, paga impuestos y asiste al deterioro de los servicios públicos mientras se le vende una imagen de país que mejora solo porque, de nuevo, estamos siendo inundados de baratijas y productos importados que se venden a precios que no atienden a ninguna regla de la economía clásica (más allá de la mera especulación). La oferta de productos y el ambiente de reactivación del sector terciario no implica que en términos reales, todos estemos mejorando,no solo nuestra capacidad de consumo, sino nuestra posibilidad del buen vivir, es decir, de acceder a una buena educación, salud, vestido, entretenimiento y servicios. 

Como por acá no somos economistas, seguramente tengamos errores de juicio, pero como ciudadanos, tenemos más que el derecho de hacer todas las preguntas necesarias para que se nos explique con claridad, transparencia, hechos y números, cómo es que está funcionando este país, y en nombre de qué las mayorías estamos haciendo los más duros sacrificios. 

Mariel Carrillo García


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