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La amistad y solidaridad fueron sustituidas por la caridad y ahora por el éxito económico

12/12/22.- En el cristianismo de ese momento que los historiadores de Europa llaman Edad Media, la amistad y la solidaridad fueron sustituidas por la caridad. Así lo requería el poder dominante.

Solidaridad y amistad ocurren en comunidades igualitarias. Si bien la caridad pretende una visión amorosa entre los seres humanos, por el hecho de que “todos somos hijos de Dios”, prescinde del reconocimiento de la virtud y la admiración hacia quienes nos rodean. La caridad, por su forma, no admite o rompe los lazos sociales entre iguales. Establece una relación de carácter vertical y desigual. Una separación entre seres humanos, pues lo que se hace importante no es el vínculo entre nosotros. La conexión con Dios pasa a ser lo relevante.

Una ilustración muy clara de esa sociedad es el amor cortés. Es un mundo en donde las diferencias anulan la posibilidad de la igualdad. Hay señores a quienes nadie saluda con un abrazo, como amigos. Ante esas personas hay que arrodillarse y besar su manos, como con las damas del amor cortés, a quienes debemos obediencia y ofrecemos protección con el riesgo de nuestra vida.

Afortunadamente la amistad ha sabido sobrevivir. Es con la amistad como podemos aspirar a conocernos mejor a nosotros mismos. En esa relación en la que no existe un interés determinado, sustentada en el disfrute de la cercanía personal, permitimos, y exigimos, la verdad acerca de nosotros, y nos permitimos, y exigimos, decírsela también. Nos permite conocer mejor a la gente que consideramos más cercana, pues está basada en la frecuentación, la aceptación y el respeto que nace de la amistad.

Creo que la amistad es una fuerza que nos posibilita un mayor despliegue en el mundo, porque nos ofrece protección y ayuda, nos estimula y nos impulsa.

Es probable que la amistad sea el lazo político básico y que una democracia sea una sociedad establecida entre amigos.

La amistad requiere de solidaridad, de afecto, de inteligencia, de humor y de valor. En ella hay que aprender a decir y escuchar verdades, a estar a la disposición para ayudar. 

En la amistad uno entiende mejor aquella idea del poeta Antonio Machado, cuando indica que la vida es una moneda que se pierde si no se da.

Hoy, bajo el templo global del neoliberalismo, estamos escuchando las voces seductoras de una propuesta ética que también apunta a aniquilar la amistad y la solidaridad. No se propone ya cumplir “la voluntad de Dios” y no oculta que no le concede ningún valor a las ideas que proponen construir una felicidad colectiva en este mundo.

A la “comunión” y la “salvación” las sustituye el “éxito económico”, mientras que la iglesia es ahora la sociedad de empresarios. Sus palabras sagradas son emprendimiento, reinvención, liderazgo, entusiasmo. Sus denominaciones quieren parecer nuevas y tienen más potencia si se pronuncian en inglés, pero no son conceptos nuevos. Son las viejas virtudes clásicas, cristianas, y hasta humanistas, aisladas de lo social y recicladas para gloria del neoliberalismo.

Su propuesta indica que solo se salvarán “los mejores”. Otra vez el cielo está prometido solo para quienes tienen dinero. De sus modelos de salvación, los “emprendedores” de éxito global, casi nunca nos cuentan que empezaron a trabajar con el apoyo de la fortuna que ya tenían sus familias.

Nuestra ética no puede ser esa. Nosotros debemos colocar la solidaridad en la primera línea de nuestra conducta. Alimento, cuidado y protección para toda la humanidad, junto con educación, humanista, ilustrada y técnica, todo siempre en conjunto, sin descuidar ninguno de esos campos, porque también luchamos contra el oscurantismo, que impide el conocimiento y favorece la sumisión.

Los poderosos nos domina porque no nos negamos, lo que hace, además, que nos sintamos merecedores de ser dominados.

Sabemos que hay opciones políticas que ganan con el oscurantismo y el miedo. Necesitan demonizar y reprimir la solidaridad, la asocian a ingenuidad, a engreimiento o a traición. Alimentan y excitan la desconfianza y la agresión. Las presentan como más inteligentes, realistas y honestas.

En Venezuela sabemos que en el neoliberalismo el poder no hace como Kavafis, no esperan a los bárbaros, los contratan para que nos asusten.

Freddy Fernández

@filoyborde


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