Letra veguera | Zamora vs. la oligarquía

Los sucesivos enfrentamientos entre oligarquía y el pueblo, las masas campesinas

14/12/22.- Ronald Sukenick, escritor y teórico literario estadounidense (1932-2004), sacado a flote por mi estimado profesor Alí López en uno de sus sumarios historiográficos diarios, que le ha merecido elogios y reconocimientos públicos, La historia de cada día, envió ayer esta prodigiosa sentencia de Sukenic, escritor y crítico literario estadounidense, escrita en 1976:

"Todas las versiones de la 'realidad' tienen el carácter de ficciones. Está tu historia y la mía, la del periodista y la del historiador, la del filósofo y la del científico... Nuestro mundo común es tan solo una descripción... La realidad es imaginada".

Y esta otra de Marvin Harris, antropólogo estadounidense (1927-2001): "Las historias no son ni verdaderas ni falsas, solo convincentes o iniciales o irreales. Esta ha sido la gran revelación inspirada, a partes iguales, por el Zen, el Libro de los Muertos, la brujería, el sufismo, diversas disciplinas orientales, la tradición mística occidental, las especulaciones jungianas, Wilhelm Reich y Carlos Castañeda" (1985).

Las tomo arbitrariamente para recrear el tema que le da título a esta crónica.

Las razones quizás sobren para caracterizar la denominada Guerra Federal. Sin embargo,  pudieran señalarse inobjetablemente como desencadenante de ese importante antecedente de la historia nacional, los efectos causados por la legislación económica y agraria, la cual desde la Ley de Libertad de Contratos (10-04-1834); pasando por el rechazo por parte de los comerciantes y banqueros al Instituto de Crédito Territorial, cuya finalidad era otorgar créditos a los agricultores con largos plazos y bajo interés, hasta la puesta en ejecución de la Ley de Espera y Quita (05-05-1841), agudizaron el descontento social y el deterioro económico de la población.

Otro, la caída de los precios de los principales rubros de exportación, tales como el cacao y el café a partir de 1843;  y la malversación continua de los bienes de la Hacienda Pública venezolana, la cual queda prácticamente arruinada luego de 10 años de nepotismo de los hermanos Monagas entre 1848-1858.

Como resultado de la convergencia de todos estos factores es el recrudecimiento del latifundio como régimen productivo, avalado por una institucionalidad política refrendada en la Constitución de 1830, base jurídico-política del bloque social dominante formado por latifundistas, burguesía usuraria y comercial, la cual excluye de sus derechos políticos al 92 % de la población nacional, el explosivo imposible de ocultar. Por ejemplo, para ser diputado se requería “ser dueño de una propiedad raíz, cuya renta anual sea de 400 peso".

Como observamos, dice mi hermano Wladimir en su análisis, es un régimen profundamente discriminatorio y antidemocrático. Es en este ámbito de marcadas desigualdades y de intolerable injusticia social donde se concretan movimientos campesinos de hondo contenido igualitario y en cuyo centro estaba la lucha por quebrar la estructura dominante de la propiedad territorial. Así, se gesta el primer levantamiento campesino, ocurrido en 1846, el cual tendrá influencia determinante en los sucesivos enfrentamientos entre oligarquía y el pueblo, las masas campesinas.

Es a partir de esta experiencia que se va conformando un liderazgo político encarnado por Ezequiel Zamora, quien mejor expresa los sentimientos, los anhelos y los intereses del pueblo. La maduración de este liderazgo, su creciente vínculo con los distintos movimientos antioligárquicos presentes en la escena política del país, permiten ir afinando  tanto los objetivo como el propio programa de la revolución zamorana.


Habla Ezequiel Zamora

Dejemos al propio Zamora quien nos explique el trasfondo de la lucha planteada y sus propósitos políticos. Nos dice Zamora: “Desde que estamos en esta lucha nuestro objetivo ha sido hacer la revolución y sacar a la Patria de la salvaje y brutal dominación en que la tienen los godos oligarcas, sostenidos por el gobierno faccioso y ladrón de Soublette. Siempre he creído que un gobierno que infringe las leyes autoriza a los ciudadanos para levantarse en armas contra él: creo que este gobierno no las viola flagrantemente. El fortalecimiento de la lucha popular no es ningún milagro, sino el efecto causado por un gobierno que ha quebrantado las leyes. Existen muchos esfuerzos por hacer llegar hasta el pueblo el sentido de esta lucha democrática, esto podemos leerlo en El Patriota, Las Avispas, El Zancudo, El Diario, El Sin Camisa, La Centella, El Rayo, El Venezolano y otros muchos”. 

En relación con la cuestión agraria, Zamora es también bastante preciso en el diagnóstico de los males nacionales, en torno a esta materia, en conversación con sus seguidores: “La tierra no es de nadie, es de todos en uso y costumbres y además,  antes de la llegada de los españoles, los abuelos de los godos de hoy, la tierra era de uso común, como lo es el aire, el agua y el sol. No es lo mismo la propiedad del marqués del Pumar que las propiedades de los vegueros del Totumal. En una tiene que haber robo, porque cómo la consiguieron esas tierras los señores del Pumar y cómo la consiguieron nuestros amigos y compañeros, los vegueros de Totumal.

Es una cosa que tenemos que averiguar. El veguero es también es un  esclavo, tan esclavo como lo era el negro Mindonga o Manuel Camejo hasta 1854, los indios sin sus resguardos también son esclavos, la papeleta de la libertad sin libertad económica, lleva a los manumisos nuevamente al botalón del amo”.

Las apreciaciones sobre el problema de la tierra, constituyen un ejemplo de claridad meridiana en el pensamiento y el pensamiento y en el proyecto democrático de Zamora; se observa no solamente el rechazo hacia el gran latifundio, sino la búsqueda de las modificaciones que debería sufrir este régimen para beneficiar a la gran masa de campesinos y agricultores arruinados.

La insurrección campesina de 1859

Para el año de 1859 se extendía por todo el país la segunda gran insurrección campesina en un lapso menor a los 15 años, entre una y otra. Relata Lisandro Alvarado que “eran los primeros días de 1859. La insurrección como un inmenso cáncer extendía sus raíces en todas direcciones. Sobre el Apure, hacíase sentir en Santo Domingo: sobre el Acarigua, la Florida y en Sabaneta. En efecto, Natividad Petit, venido de El Aguasal de Cojedes se concertó el 9 de enero en Las Raíces, lugar de la selva de Turén, con Pedro Archila, y ambos allí se sublevaron.”  En ese entonces Ezequiel Zamora residía en Curazao, desde agosto de 1859, en calidad de refugiado político. Sin embargo, mantenía permanente contacto y relaciones con sus compañeros venezolanos, quienes le mantenían informado de cuanto ocurría en Venezuela.  Brito Figueroa señala que “Zamora sabía que la insurrección campesina ya había comenzado en los llanos y estaba reapareciendo en los valles centrales.  Tenía noticias de las hazañas de Prudencio Vásquez, en el valle de Yaracuy y de la actividad de Zoilo Medrano y Jesús González en los valles de Aragua y sierra de Carabobo”.

Cuando Zamora llega a su patria, se dedica intensamente al trabajo político. El 23 de enero de 1859, pronunció las siguientes palabras; “Valientes Corianos, con un puñado d vosotros ofrezco destruir los ejércitos del tirano y exterminar a los oligarcas por donde quiera que osen combatir por esas causas indignas de las prácticas republicanas: y acabar con el traidor Julián Castro, ese monstruo vendido a la ferocidad de nuestros enemigos.  Miserable: para ese hombre murió la dignidad  y el honor de las presillas de un soldado que combate por la libertad, ustedes lo verán”.

El desarrollo de la insurrección campesina cobró inusitado vigor al conocerse el desembarco de Zamora en la Vela de Coro.  Los distintos jefes locales dirigen sus esfuerzos para organizar un ejército en forma. Cooperan con esta tarea el Lic. Francisco Iriarte y los revolucionarios franceses Napoleón Avril, Carlos E. Mortón, etc., dice Brito Figueroa que fueron estos quienes convencieron a Antolino Álvarez para que finalizara sus proclamas con la expresión: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Con la adopción del canto Oligarcas temblad, realizada en Araure y la alocución de Zamora el 06-04-1859, donde expresa: “La tierra no es de nadie, pero para eso hay que hacer la revolución”, quedan rigurosamente diferenciados quienes eran los enemigos del pueblo y cuáles eran los objetivos de la revolución federal. El desarrollo de los acontecimientos obligó al gobierno a ordenar un movimiento de tropas de 18000 soldados con el objetivo de combatir el movimiento campesino y al propio Zamora, quedando de esta manera completamente visibles los contrincantes de las acciones bélicas a desarrollarse.

Zamora en Barinas: Batalla de Santa Inés.
En Barinas Zamora

Continúa la realización práctica de su programa político. Convoca a elecciones directas el mes de mayo de 1858, allí se eligen las autoridades civiles de esta entidad político-territorial: Gobernador, Asamblea Legislativa, Concejo Municipal y Jueces. Se sanciona la Constitución Federal, fundamentada en los siguientes principios, según nos refiere Ruiz Guevara: “Abolición de la pena de muerte; Libertad absoluta de prensa; Libertad de tránsito, asociación e industria; prohibición perpetua de la esclavitud; libertad de cultos, inviolabilidad de correspondencia; independencia del poder electoral, etc.” . El 14 de junio de 1859 la municipalidad de Barinas distingue a Zamora con el título de Valiente Ciudadano en correspondencia con sus aportes a este Estado.
 
La estrategia militar de Ezequiel Zamora constituye un verdadero adelanto en el arte de la guerra. En la opinión de Don Fidel Betancourt, minucioso historiador de la Batalla de Santa Inés de Barinas, la preparación, el arreglo y la disposición del sistema de trincheras, así como los calculados movimientos de tropa que llevaron al ejército oligárquico a “pisar el peine” tendido por Zamora, constituyen una verdadera obra maestra de ingeniería e inteligencia, adelantándose en años a la evolución de las tácticas y técnicas militares de los ejércitos modernos.

Zamora evitó el enfrentamiento directo con el ejército oficialista, sus instrucciones eran precisas, “atraer al enemigo a nuestro campo”.
Santa Inés fue un verdadero calvario para el ejército godo.  Desde el 09 de diciembre cuando se iniciaron las hostilidades hasta el encuentro de El Bostero, el 10-12-1859, y la posterior persecución a la que fue sometido dicho ejército por parte de Zamora, hasta destruirle por completo en las sabanas del Paguey, la incontenible y arrolladora fuerza del ejército revolucionario colocó el sello de la victoria al ejército dirigido por Ezequiel Zamora.

Esta victoria moralizó altamente las aspiraciones revolucionarias de las masas campesinas, bases del ejército revolucionario, y al propio Zamora. Fue un duro golpe a la godarria y al conservadurismo de la época. Hoy podemos reconocerla como un relevante hito en los esfuerzos de nuestro pueblo por liberarse de los seculares yugos a los que ha estado sometido.

El epilogo de tan magna gesta fue el asesinato de Zamora, acaecido en San Carlos, a sólo un mes del resonante triunfo de Santa Inés. La muerte del Valiente Ciudadano produjo un rápido cambio de rumbo en la dirección política de la revolución. El vergonzoso acuerdo de Coche no hizo sino evidenciar la traición a la que fue sometida, cuando sus principales jefes, Falcón y Guzmán, arriaron las banderas revolucionarias y enarbolaron las de la negociación, el reparto del botín y la rapiña de los dineros públicos, con los enemigos que había combatido hasta su deceso Ezequiel Zamora.
 
Zamora y los Godos de hoy

Definitivamente, la historia no es cosa exclusiva del pasado. Aun cuando este nos interesa para proporcionarnos la explicación del mundo en el que vivimos, el tiempo presente.

Por ello la figura de Ezequiel Zamora se yergue acusadora sobre quienes han desechado u olvidado los alcances de su proyecto revolucionario. El historiador barinés J.E.Ruiz-Guevara, dijo en Santa Inés: “Si volviéramos nuestra mirada hacia el pasado, hacia las condiciones en las cuales se desarrolló y germinó la Guerra Federal, observaremos que muchas de las razones que impulsaron al valiente ciudadano a participar activamente en su solución, hoy las vivimos con pocas variantes: el problema de la tierra continúa siendo centro donde convergen las más anheladas aspiraciones igualitarias y democráticas de nuestra historia. Y así es. Habría que averiguar, como lo dijo Zamora, de qué manera ha obtenido riqueza financiera  y territorial la godarria de hoy; los banqueros y grupos económicos que han endeudado nuestro país con la complacencia de los gobiernos de AD y Copei. Habría que averiguar el origen de la riqueza en nuestro Estado de los Valero, los Lauría, los Azpúrua, los Concha, etc. y de todos aquellos que, valiéndose del control de los resortes del poder alejan a nuestro pueblo de la felicidad y la igualdad social, tan prometida y tan escamoteada.

Hay que desconfiar de quienes anualmente, por esta fecha, va en engañoso peregrinaje hasta Santa Inés de Barinas con el sediciente propósito de rendir homenaje a Zamora y a celebrar el triunfo del pueblo, porque generalmente, en vez de realzar su trascendencia popular, utilizan este escenario para hacer aspaviento electoralista y no para apuntalar la conciencia política e histórica que el pueblo de Venezuela reclama para su verdadera liberación social, como lo hico Hugo Chávez.

No sería extraño que Carlos A. Pérez, por ejemplo, de estar vivo y ser nuevamente candidato presidencial, volviera a este pueblo barinés a hacer las mismas promesas de 1975, de las cuales la población de Santa Inés desconoce completamente su ejecución.

(Fuente principal artículo de Wladimir Ruiz Tirado, 1996).
 
Federico Ruiz Tirado

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