Psicosoma | Las Navidades
Sobre estos días decembrinos
20/12/22.- Las fiestas decembrinas, con año nuevo incluído 2023, nos revisten de sueños y esperanzas; en cada quien late un mundo y hasta puede comunicar su lado lumínico, es casi milagroso que en medio de mil y un problemas los bombillos enciendan alegría, así sea sin hallacas y en Perú con un pan Chancay del pobre. En hogares del “Rico Perú” de Vallejo mueren “polladas”, pavos con la peste de gripe aviar –influenza H3N8– mientras mi paisana, la presidenta Dina Boluarte aplica toque de queda para que los milicos arrasen a los “terrucos” al pueblo hastiado de la vagabundería del congreso golpista, le tienen bronca al “bravo pueblo”, al presidente cholo, andino, al que nunca dejaron gobernar y le dieron “hay golpes en la vida, tan fuertes…”.
Muy pocos preguntan –mi nieto Gabriel indaga– sobre los orígenes de la Navidad, porque en verdad casi todo está establecido y el bochinche reina con el Niño Jesús y Pacheco –amo las subidas al Guaraira Repano (Sabas Nieves, Galipán, Mata de Coco)– y ya viene “la noche más larga” del año, cuando la Tierra se encuentra en el punto más lejano del Sol: solsticio de invierno del hemisferio norte, porque en el sur es el 21 de junio, cuando los pueblos andinos ya celebramos el Año Nuevo 5530 con la Fiesta del Sol Inti Raymi.
Apenas en dos milenios Europa marca las navidades para mantener al poder religioso cristiano y extinguir las Bacanales, las fiestas Saturniales (dios Saturno de la agricultura, cosecha, Chronos devorador de sus hijos, de apetito insaciable); el imperio eclesiástico mimetiza las Saturnales con la Natividad del hijo de Dios, el Niño Jesús, porque en realidad no se conoce la fecha de su nacimiento. Y como casi todo es acomodaticio y más con la historia, por no decir que es una metáfora, los altos mandos de la Iglesia cristiana “trabajaron” durísimo los siglos tres y cuatro, y fructifica la gestión del papa Julio I para establecer la Navidad el 25 de diciembre siendo decretado cuatro años después por el papa Liberio…
Los imperios siguen con “decretos” e imponen sus creencias y ahora nos seducen y crean mundos egoicos en los cuales creemos que nos autogobernamos…
Durante las Bacanales el pueblo gozaba sin frenos con sus “dueños” e incluso intercambiaban vestiduras, chanzas por un tiempo –una semana– con abundante comida, vinos de chacras, regalos, visitas, excesos, que los sumos pontífices siempre tildan de paganas –claro, el concepto “pagano” viene de paganus que significa “del campo”– después de la noche más larga del 21 de diciembre sigue la vida, ciclos con las estaciones, noches cortas con un 25 resplandeciente, el sol renace potente con el hijo de Dios cristiano, es casi un milagro en medio de los excesos y locuras necesarias que reflotan del inconsciente colectivo y destapan con sus hijas las Locainas, pre del carnaval –me fascina la Zaragoza de Sanare, las del Mono de Caicara en Monagas–.
El ritual de la Navidad fue evolucionando con los siglos y hoy es supra consumista y los traumas afloran si la familia o algún miembro se declara “rompefiesta” y bien, cada quien se automotiva con su mantra de la unión y compartir familiar, y los mayorcitos esperan que “reviente el año”’–las Bacanales reviven con sus tiempos circulares y llámese ahora bulimia, glotonería, atracones… Claro que importa la vía espiritual con el cuerpo –caras de la misma moneda– (Aristóteles) aunque, sin nave corporal, nada somos.
Rosa Anca