Cívicamente| ¡Paz y prosperidad!

Que 2023 sea de aportes para su plena consolidación y expansión por el mundo

29/12/22.- Pocos días faltan para que un año más se vaya y uno nuevo llegue, la cosa más rutinaria de la humanidad, pero cuánto significado tiene para la sociedad, especialmente en lo económico.

Las festividades de fin de año o de Año Nuevo vienen acompañadas de una serie de costumbres y tradiciones en su mayoría asociadas a las necesidades económicas de la gente, no en vano desear y esperar paz  y prosperidad es lo más común, todavía más el último día del año cuando uno se prepara de forma inconsciente y a veces hasta obligada.

Sin embargo, no basta solo desearlos, ya que de tanto hacerlo, ya era hora de haberlos alcanzado, por lo que a estas alturas de la humanidad no seguiría siendo necesario desearnos lo mismo mientras alzamos copas o comemos uvas, por cierto las convenientes 12 uvas ¿por qué no 12 trozos de cocos o patilla? Pareciera obvio, pero no dejan de ser de igual modo “convenientes” las uvas, como convenientes todas nuestras tradiciones para mantener esta sociedad de consumo.

Y en esa conveniencia del ideal capitalista despediremos al año viejo y celebraremos la llegada del nuevo, cada uno con su circunstancias, pero con nuestras mejores expectativas, cifrando esperanzas en ritos, costumbres y tradiciones, olvidándonos quizás de que los cambios que requerimos para nuestras vidas son los mismos que históricamente ha demandado la humanidad: la igualdad necesaria para que los deseos de la Nochevieja dejen de ser expectativas inciertas en el Año Nuevo.

Y es que todos esos deseos contenido en la “paz y prosperidad” tienen que ver con los derechos humanos que enuncian los tratados recogidos en las organizaciones internacionales que pretenden gobernar al mundo y que acogen la mayoría de nuestras constituciones y digo “nuestras”, porque hoy me refiero en todo esto a la idiosincrasia de un continente cortado con las mismas tijeras del capital.

Alimentación, salud, educación, vivienda... son algunos de los derechos que encierran los buenos deseos del Año Nuevo que para algunos son lejanos, improbables, porque ni a las 12 uvas pueden acceder.

Lo que sí es cierto es que deseos no “empreñan”, reza el dicho, aunque nada más hermoso que esperar lo mejor para tu prójimo y con eso me quedo y alzo mi voz en vez de mi copa por la ¡paz y prosperidad!, pero las que garantizan un modelo económico centrado en el ser humano como el que pretendemos y por el que luchamos en Venezuela. Que 2023 sea de aportes para su plena consolidación y expansión por el mundo.

Carlos Manrrique 

 

 

 

 


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