Derreflexión | La esperanza en Gabriel Marcel

Una mirada desde el análisis existencial y la logoterapia en la situación actual

07/01/23.- Gabriel Marcel desarrolla una metafísica de la esperanza en la que, además de diferenciar la esperanza del deseo, también hace una importante distinción entre el ser y tener, lo cual acerca su pensamiento a la filosofía de Martin Heidegger -para quien la vida puede ser autentica o inauténtica-. Todo lo anterior son referencias relevantes en el pensamiento de Viktor Frankl y el desarrollo de la logoterapia.

El tener, o el avoir, hace referencia a todos los objetos exteriores a la persona, los cuales pueden ser cosas materiales, ideas, otras personas, e incluso el cuerpo mismo. De estas cosas se puede decir que se poseen, pero no terminan por definir el ser de quien lo posee, pues, simplemente, proveen una utilidad al sujeto. Según Marcel, se desea lo que no se posee hasta que se tiene; pero cuando se posee, entonces surge el temor de la pérdida. Por ello, lo más valioso para el ser humano es moverse en el mundo del ser, en el que se encuentra el sacrificio y el desprendimiento de sí.

El hombre es poseído por un afán para dar protección y defensa a sus propiedades y posesiones, pero este sentimiento de proteger lo que posee no esconde más que un temor a perder lo que en un momento fue un simple deseo. Sin embargo, el mundo del tener es frágil y solo deja en evidencia que, sin importar lo que el hombre haga, nunca será capaz de sentirse completamente con alegría y mucho menos se sentirá realizado, sin considerar cualquier esfuerzo que haga, puesto que siempre estará encerrado en su soledad y una autosuficiencia que no es más que pretendida. Este mundo del tener, podría decirse, es un mundo vacuo. Pero, cuando inunda la desesperación, es que entra en escena la esperanza que propone Marcel.

La esperanza en Marcel

Dsde el análisis existencial se pone de manifiesto la necesidad del ser, o de vivir una vida auténtica, tal como se pone en evidencia en la misma vida de Viktor Frankl, quien ciertamente vivió arraigado a la esperanza para poder sobrevivir las penas más duras impuestas desde el exterior. Viktor Frankl quedó sin ninguna posesión, más que la desnudez de su alma y su dignidad, y son estos los valores que expresa Marcel cuando refiere que la existencia, desde el temor y el deseo, constituyen una “ansiedad roedora”, pero es a través de las “fisuras de su alma” que puede percatarse de la pobreza de su ser.

Pese a ello, el pensamiento el Marcel supera el de otros autores existenciales, ya que no se queda en renegar de la presencia de Dios ni en el existencialismo ateo. Al contrario, desde la brecha que asoma el horror es que se puede hablar de la esperanza, a la cual se refiere como “la respiración del alma”. La visión poética con la que Marcel demuestra su filosofía es esperanzadora de por sí. Así como la luz es necesaria para apreciar la oscuridad, del desespero también surge la esperanza, y esta filosofía es vital en nuestros días, en los que impera una situación que muchas veces parece oscura y atenta contra la vitalidad humana.

De acuerdo con la visión de Marcel, cuando el hombre se da cuenta de la banalidad con la que vive, desde el tener, entonces aparece la desesperanza. Pero este modo de percibir la realidad del hombre no es pesimista. Al contrario, la desesperanza es importante para poder tender un puente hacia la esperanza. Para Marcel, la desesperanza es una etapa previa y esencial para adquirir la virtud de la esperanza, y en este punto supera a otros pensadores existencialistas, como Sartre y Camus, para quienes la angustia se hace más presente en sus pensamientos, debido a sus circunstancias personales y de contexto, como las situaciones bélicas, por ejemplo, tuvieron que presenciar.

Desde el tener, la desesperanza solo conecta con el aislamiento y con la muerte lenta, especialmente quienes apuestan sus seguridades en el mundo y en los deseos; pero la esperanza, en este sentido es trascendente. Con Marcel, la desesperanza puede ser superada y si esta puede llegar a tocar el fondo metafísico del hombre, entonces también la esperanza puede alcanzarlo. Empero, para que esto sea posible, el hombre debe estar en receptividad para poder recibir del otro, así como también debe ser capaz de dar. Dar y recibir justifican la esperanza.

Conclusiones

La esperanza debe cruzar la línea de la desesperanza como una etapa previa, ya que por medio de este don que el hombre recibe gratuitamente, es que percibe la esperanza. Cuando el individuo se percata de la nulidad que le ofrece el tener, entonces puede acceder a la esperanza como un don ofrecido desde la gratuidad. Pues, la esperanza se mueve en el orden de la intersubjetividad, el don y la gratuidad. Y, es de este modo, como la persona que se mueve en la esperanza supera a quien es optimista, dado que el optimista cuenta con sus propios recursos, pero la esperanza entraña un don mucho más profundo.

Quien vive desde el optimismo no termina no sobrepasar el mundo del tener, en cambio, en hermosas palabras de Marcel, quien vive de la esperanza da un “salto al vacío de lo invisible”, que es el verdadero ser y se opone a las miradas cortas de la superficialidad. La esperanza llega más lejos que la vitalidad y el optimismo del hombre. La esperanza es la verdadera naturaleza del alma, y estos postulados forman parte de la logoterapia, y constituyen una forma de mirar ante el presente desolador, para trascenderlo y superar cualquier dificultad que imponga la situación actual.

 

Isbelia Esther Farías López

 

 


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