Retina | Pornografía de la felicidad

No es más que ideología neoliberal

09/01/23.- Te venden la idea de que la felicidad es una decisión que tú tomas, gestionas por tu propia voluntad y es el resultado de encontrar un auténtico tú.

Te explican que ser feliz requiere de un camino que emprendes tú, pero que es más rápido si te guía algún gurú de nueva escuela, un “coach”, que te puede ayudar a sentirte una persona sincera consigo misma, determinada, resiliente, automotivada, optimista y emocionalmente inteligente.

Aunque no lo explican, su propuesta es la de generar una personalidad narcisista y profundamente individualista. 

A este propósito le viene muy bien el mito de la “reinvención personal”. Se alimenta con unas pocas historias del “hombre hecho a sí mismo” (no hay casi nada de mujeres). Es decir, tipos que se hicieron multimillonarios con solo su esfuerzo personal.

Dicen Edgar Cabanas y Eva Illouz, autores del libro Happycracia, que ese mito es “una tradición popular e ideológica no tan larga, pero sí muy extendida que alimenta un mercado global de biografías sobre la transformación personal, la redención y el triunfo individual; una suerte de “pornografía emocional” destinada a conformar la mirada de la gente sobre sí misma y sobre el mundo que la rodea”.

En su libro, explican que todo este discurso de la felicidad se apoya en la idea de que está respaldada por conocimientos científicos. Tal ciencia es presentada como la “psicología positiva”, la que postula haber descubierto que “la inteligencia emocional, la autonomía, la autoestima, el optimismo, la resiliencia y la automotivación, eran las características psicológicas típicas de los individuos que presentaban niveles muy altos de felicidad, de salud y de éxito personal”.

Los autores de Happycracia sostienen que esta supuesta ciencia se comporta más como “el brazo académico de la ideología neoliberal y del capitalismo de consumo”, aunque está disfrazado de ciencia aparentemente neutral y objetiva.

No debe sorprendernos que gigantescas corporaciones, como Coca Cola, Amazon o Google hayan solicitado programas de “felicidad” para sus trabajadores. Qué otra cosa podría querer más el capitalista que unos trabajadores que se crean felices mientras les explotan y que estén convencidos de que la riqueza y la pobreza, el éxito y el fracaso, la salud y la enfermedad, son responsabilidad exclusiva de uno mismo. 

Como consecuencia ideológica inmediata, desaparece la idea de que existan problemas sociales y vías colectivas para afrontarlos. Queda la ilusoria convicción de que todo se debe a deficiencias psicológicas individuales. Así, no existe la sociedad, solo los individuos.

Freddy Fernández

@filoyborde

 


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